
Aunque el Concello registra en la última campaña de control de nidos menos ejemplares pero con más crías, los expertos alertan de la desaparición de la especie patiamarilla
05 oct 2022 . Actualizado a las 01:13 h.La gaviota debería ser en Vigo un símbolo de referencia tan común como el olivo. Y su sonido, patrimonio inmaterial. Sin embargo, las aves cuyos cánticos nos sitúan mentalmente al borde del mar sin tener ni que abrir los ojos, no gozan de simpatía entre los ciudadanos por su fea costumbre de autoinvitarse allá donde haya comida. Solo la gaviota Carlota, la mascota de la asociación Afaga Alzhéimer que protagoniza cuentos intergeneracionales, se gana con su riquiñez y sus historias viguesas la simpatía de los niños que participan en las actividades y visitas de mayores con la memoria perdida.
La banda sonora de Vigo podría desaparecer en un futuro no muy lejano. Lo certifican las cifras de las campañas municipales y lo advierten los expertos en temas medioambientales.
La concejala de Medio Ambiente y Vida Saludable, Nuria Rodríguez, comentaba esta semana en el magacín informativo matinal Las Voces de tu Ciudad de RadioVoz Vigo, que en la última campaña (recién terminada, ya que va de abril a agosto), desde el departamento se mostraban satisfechos por haber podido atender todas las demandas. Pero la alegría tiene una doble lectura, porque se ha debido a que se ha reducido el número de incidencias, «sobre todo en la zona portuaria, desde el centro hasta Bouzas y Teis, que es donde nos dan más problemas por la cercanía de las labores de la pesca». Se retiraron un total de 153 nidos de gaviota y 278 huevos y acudieron a 202 direcciones, llegando a actuar hasta en cuatro ocasiones en algunas de ellas.
«Lo que sabemos es que ha descendido el número de nidos, que fueron 188 el año pasado. No tenemos datos del número de gaviotas porque el control de especies silvestres no es de competencia municipal, lo que sí hacemos es un servicio al ciudadano con actuaciones en nidos y rescate de polluelos», explica añadiendo que por el contrario, aumentó de forma desaforada, a más del doble, el número de crías, pasando de 110 a 250. Los técnicos lo achacan a las temperaturas extremas sufridas este verano, que provocaron que debido al calor generado en los tejados, los polluelos se tirasen desde las azoteas a las aceras buscando huir del bochorno.
Rodríguez también destaca que por eso prefieren los tejados tradicionales de teja y terrazas empedradas, no el panel sándwich, porque se fríen, y que suelen elegir los mismos lugares. Como la gaviota Carlota, tienen buena memoria.

La edila recuerda que el Concello realiza campañas de control gaviotas desde hace más de 10 años si generan molestias, «pero no actuamos en los nidos si no se percibe peligro». Los polluelo se entregan a las entidades dependientes de la Xunta de Galicia, que es la que tiene la competencia en esta materia, las especies silvestres.
En el Concello también atienden llamadas para retirar palomas, cuya población, curiosamente, ha aumentado. «No son tan agresivas, pero también producen molestias».
El educador medioambiental y coordinador de Amigos da Terra, Antón Lois, describe el descenso de la colonia de gaviotas en Vigo como «un declive vertiginoso que las coloca al borde de declararla especie vulnerable, paso previo a considerarla amenazada, previo a su vez a en peligro de extinción», afirma. Añade el especialista que «aún no estamos es ese horizonte, pero si sigue la tendencia a este ritmo, a medio plazo será como si anida en tu terraza un halcón peregrino».
Lois señala que esta situación se está dando además en otras especies de gaviotas, y en otras especies marinas, como por ejemplo, en los cormoranes, pero no de forma tan acusada.
El experto indica que en las islas Cíes, «la población de parejas de gaviota patiamarilla pasó de 24.000 a mediados y finales de los años 90 a entre tres y cuatro mil parejas en la actualidad», pero advierte que como «tiene mala prensa, lo habitual es que la población se alegre de que desaparezcan». El aumento de palomas se explica como consecuencia del descenso de sus competidoras, «por segregación ecológica».
En Cíes, principal colonia de cría de Europa, se ha reducido su presencia al 80 %
Ese declive vertiginoso de la población de gaviotas patiamarilla (Larus michahellis) de la que habla Antón Lois lo ilustra con una certeza frase metafórica. «Van en picado». Cíes, su principal colonia de cría de toda Europa, es el ejemplo más claro: «Se ha reducido su presencia en un 80 por ciento», subraya anotando que en otras zonas de Galicia no tanto, pero también: entre un 60 y un 75 %. Tras Cíes están las Sisargas, y la disminución roza el 70 %.
El especialista explica que con un descenso en el número de estas aves ya se contaba porque se disparó a finales de los años 80 su límite ecológico al pasar a ser las Cíes primero parque natural y después nacional, «lo que supone proteger sus colonias de cría y explica que la población aumente porque deja de tener muchas amenazas». Las otras razones de su desmadre tenían que ver con su acceso ilimitado a centros de alimentación, tanto en vertederos a cielo abierto que han desaparecido (como en el mar con la prohibición de echar los descartes de la pesca), lo que generaba el problema contrario, el de las especies en peligro de expansión.
Así, poco a poco se fue alcanzando el equilibrio, pero los estudiosos se encontraron con que el número de gaviotas seguía descendiendo en los últimos años a una velocidad pasmosa. «Aparecen investigaciones sobre enfermedades paralizantes que les afectan en época de cría generando mortandades masivas en casos en Vigo, Cecebre o A Coruña. En esta última ciudad se confirmó hace dos años que se trataba de casos de botulismo, pero no en los demás. En Vigo se descartó que fuera por eso», cuenta. «Nos falta una pieza del puzle. Algo no encaja», cabila.