Jorge Lamas: «El Casco Vello está muy contado y en Vigo hay otras zonas destacables»

VIGO CIUDAD

La nueva obra del periodista e historiador editada por Xerais recoge un paseo a pie por el pasado de la ciudad en tres rutas
30 jun 2023 . Actualizado a las 00:16 h.Entre noticia y noticia se va haciendo la historia. En el caso del periodista de La Voz de Galicia e historiador Jorge Lamas (Vigo, 1962), esto es casi literal, ya que mientras van ocurriendo cosas que ocupan titulares en los medios de comunicación (algunas de ellas, contadas por él mismo), cuando cogen poso aparece la faceta reflexiva y analítica en forma de libro. Así nace Da Calzada ao Casco Vello de Vigo. Un paseo a pé pola historia e a arquitectura, obra editada por Xerais que ya está en las librerías. Anteriormente, Lamas publicó con la misma editorial Historias de Vigo (2018) y con el Instituto de Estudios Vigueses, del que es miembro: O Vigo que viron os franceses na Reconquista (2021).
—¿Respecto a las obras anteriores, cuál es la diferencia principal?
—Que este libro está concebido como una guía de mano para hacer tres recorridos históricos y arquitectónicos por la ciudad y poder descubrir detalles interesantes en itinerarios que van desde Sanjurjo Badía y García Barbón a Policarpo Sanz; desde Rosalía de Castro a Marqués de Valladares; y de Areal a la Alameda, contando lo que hubo y lo que hay, deteniéndome en lugares característicos y dando algunas pinceladas sobre edificios que han tenido peso significativo. Pero no es una guía en el sentido turístico del término. Es un manual de lectura reposada que se puede llevar de paseo.
—¿Por qué eligió esos recorridos y no otros?
—Que haya otros en el futuro es una puerta que queda abierta, pero el motivo de fijar estos itinerarios es porque quería centrarme en zonas de la ciudad que son tan antiguas como el Casco Vello, que está muy bien estudiado, divulgado y muy contado, mientras esta área que tiene una ocupación poblacional de dos mil años, no se ha puesto tanto en valor. Y lo tiene, porque cuando llegan los romanos, se asientan en Areal y ahí hay de todo. Las excavaciones arqueológicas que se han hecho en los últimos años nos están dando unos datos sorprendentes. A la labor arqueológica se le debe mucho.
—Las tres rutas que describe son vías paralelas al litoral urbano...
—Sí, por eso cuando caen las murallas en 1861, la ciudad, que tenía un grave problema de vivienda ya entonces, se va extendiendo hacia el Este. Lo más famoso de esa operación de crecimiento es lo que conocemos como el Ensanche, pero yo lo llevo hasta los límites de la parroquia de Teis porque hay áreas que merecen mención, como la portuaria alrededor de Guixar, que era todo un barrio hasta 1969.
—Además del trabajo de documentación pegado a la silla, esos paseos, pisando asfalto, los habrá hecho muchas veces, ¿no?
—Yo nací en Teis y cuando los de mi barrio bajamos a Vigo, ya solo nos queda una posibilidad para llegar al centro. Históricamente había dos, una era bajar por el Areal, que ahora es zona portuaria. La otra es cualquiera de las tres que se describen en el libro. Ese recorrido lo vengo haciendo desde que tenía 10 años, así que hay vivencias propias, pero contrastadas con documentación. En muchos casos, lo que ahora es historia, en su día, fue noticia.
—Casi se podría decir que lleva escribiendo este libro desde que tenía 10 años.
—Sí, ¡pero sin saber que lo iba a escribir!
—En la obra hay nostalgia, pero también hace apuntes críticos.
—La crítica tiene que existir. La nostalgia no la entiendo en este caso como lamento de lo que hemos perdido. Más bien es una mirada hacia atrás que intenta rescatar información sobre lo que hubo. No valoro igual todas las pérdidas. Lo hago en algunos casos, como con edificios que se tiraron sin pensar. Pero me interesa ver lo que hay hoy y lo que aún podemos salvar.
—También cuenta cómo era antes la organización de la decoración navideña de la ciudad.
—En la segunda mitad de los años 50 los comerciantes de la calle Marqués de Valladares imitan a otras ciudades que desarrollan un modelo para atraer a compradores adornando sus escaparates y luego, las calles. Así empezó.
—En el libro hay espacio para curiosidades, como la referencia al callejón del Chinito o el origen del nombre del edificio Bonín.
—El callejón se resiste. No se sabe por qué se llamó así. Y el edificio Bonín se refiere a Angelina Bonín, promotora de la construcción con su marido. Es de los pocos edificios nobles con nombre de mujer aunque trascienda solo el apellido.