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El Breadouro cierra tras medio siglo en la playa de O Vao: «Hemos trabajado duro»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Los hermanos José y Marisa Pérez Lorenzo se despiden del mítico local que montaron sus padres a pocos metros del arenal vigués

07 sep 2023 . Actualizado a las 01:02 h.

Cuando Vigo todavía era un paraíso secreto y el turismo era un simpático fenómeno incipiente en el Mediterráneo, el Breadouro ya estaba allí, dando servicio a pies del Atlántico a una clientela mayoritariamente local. El bar que se asienta a unos metros de la playa de Baluarte, pegada a la de O Vao, dijo adiós de forma definitiva el pasado fin de semana y aunque lo llevaban avisando a los asiduos desde hacía un tiempo, «no se lo terminaban de creer», asegura Pepe Pérez Lorenzo, uno de los gestores del establecimiento familiar que nació casi sin querer cuando a mediados de los 60, sus padres, el marinero José y la modista y cocinera Luisa, comenzaron a despachar a los escasos veraneantes de la época gaseosas Paxariños y cervezas El Águila en un quiosco improvisado cobijados bajo la gamela de su abuelo varada sobre las dunas.

Oscar Vázquez

Más tarde se montó el bar en el bajo de la vivienda en la que todavía hoy reside algún miembro del clan. El bar, como se conoce hasta ahora, con su terraza de mesas y bancos de piedra de forma circular, abrió sus puertas en 1975 y con escasas transformaciones, consiguió hacerse un hueco en la agenda de los amantes de un espacio tranquilo, vistas de lujo y olor a brisa marina, que ofrecía tanto servicio de bar y cafetería, como de restaurante.

«Comenzó cocinando mi madre y luego, yo», recuerda Pepe, que a sus 61 años, y habiendo comenzado a los 13, lamenta la despedida: «Ha sido nuestra forma de vida durante décadas, hemos disfrutado de muy buenos momentos y hemos trabajado muy duro, pero también hay cansancio, el momento tenía que llegar tarde o temprano... y ha llegado», argumenta con pena, pero también con ganas de iniciar una nueva etapa.

Lo mismo le ocurre a Marisa, su hermana mayor, que es la que ha inclinado la balanza hacia el cierre: «A partir del 30 de diciembre me puedo jubilar y aunque el bar podría seguir abierto con Pepe al frente, juntos hemos tomado la decisión de dejarlo», cuenta. De ello han informado con una nota en la puerta del local que han replicado en su página de Facebook y su cuenta en Instagram. En el espacio no se advierte ningún cambio ni se notará todavía. «Por ahora se va a quedar tal como está, sin tocar nada, con la terraza con las mesas fijas», explica Pepe sobre del establecimiento en el que también trabajó su hermano menor, Marcos, y colaboró como proveedor ocasional otro más, Jorge, que es marinero profesional.

Oscar Vázquez

Marisa añade que han tenido ofertas para alquilarlo, «pero eso está casi descartado, sería la solución más fácil para nosotros, pero la última que tomaríamos», asegura, y aunque su hermano recuerda que «todo tiene un precio», ella afirma que «muy ventajosa tendría que ser para que aceptásemos», indica la veterana hostelera que, cuando comenzó a echar una mano en el Breadouro, trabajaba en otra empresa ajena al sector que decidió dejar para meterse de lleno en el local porque con echar una mano ya no llegaba. «Es un negocio muy esclavo y siempre hemos querido hacer las cosas bien. Nuestros empleados cobraban un poco más que los demás y trabajaban un poco menos, para lo cual, teníamos que estar nosotros aquí», explica.

Las empanadillas

Con la marcha del Breadouro, el público se despide no solo de sus vistas sino también de sus famosas empanadillas, elaboradas según la receta de su madre, y de los chocos de la ría en su tinta con arroz, del bonito fresco encebollado, de las navajas a la plancha o las zamburiñas a la marinera, algunos de los fijos en una carta a la que fueron incorporando otros platos.

Los hermanos Pérez sienten decir adiós a una época y sobre todo «a esa clientela fiel que lo ha sido desde que eran muy jóvenes, como lo éramos nosotros cuando empezamos», reflexiona Marisa sobre el paso del tiempo.

El cierre del Breadouro en la playa de O Vao se suma al del Camaleón en la vecina playa de Samil, que había abierto en 1984 cesó su actividad en el 2019 tras casi 40 años de historia. Otra despedida reciente en el gremio de la hostelería ha sido el del restaurante mexicano Chilam Balam, que llevaba 20 años funcionando en Vigo.