Vigo se queda sin monjas carmelitas 98 años después

Luis Carlos Llera Llorente
Luis Carlos Llera VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Las últimas religiosas se trasladan a la residencia de Ourense

25 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Las monjas carmelitas de Vedruna no van a poder cumplir su centenario en Vigo. Victoria Mariño Fontenla, una alumna que acaba de graduarse en el centro educativo ya las echa de menos. «Me da mucha pena. La hermana Cándida era muy amiga de mi abuelo, por las corales en las que cantaba», recuerda la joven que empezó en el centro con solo tres años.

Con gran dolor de corazón, la comunidad educativa del colegio María Inmaculada y los antiguos alumnos despedirán el 12 de julio a 19 horas en la capilla del centro las últimas monjas carmelitas que han estado educando a muchas generaciones de viguesas y vigueses. El colegio ha publicado en las redes sociales un emotivo mensaje: «Con profundo agradecimiento nos despedimos de nuestra comunidad de hermanas que han estado con nosotros durante 98 años (1926-2024). Su labor educativa, su presencia en el colegio y su acompañamiento son un legado invaluable que queremos reconocer y compartir con vosotros». Y añaden que invitan a todos a la Eucaristía en acción de gracias «para honrar su dedicación y servicio». «Vuestra presencia será un bonito homenaje a su compromiso y amor por nuestra comunidad», apostillan.

Ahora quedan solo tres monjas. La más conocida es la hermana Cándida Rico De la Calle, que ha cumplido ya 89 años. Es la única que recorre el patio y loa pasillos de colegio diariamente. Es una gran andariega que hizo montañismo durante treinta años y que tuvo como discípula a la alpinista Chus Lago. Otras dos hermanas se encuentran haciendo vida recluida dentro de la comunidad. Hace unos meses se marchó la superiora Concha a la residencia que las carmelitas tienen en Ourense y ahora le van a seguir las demás, después de darlo todo por la educación cristiana inspirada en la enseñanzas de Santa Joaquina de Vedruna. En febrero, la hermana Cándida recordaba su llegad a Vigo en el año 1970. «Éramos casi 40 monjas y ya solo quedamos seis, ya no hay vocaciones, la vida apetece de otra manera y cuesta un poco la entrega y dejar cosas atrás, hay que ser fuerte para seguir la llamada», razonaba con arrebato teresiano que remataba parafraseando a Teresa de Ávila: «Dios está hasta en los pucheros».

La comunidad fue fuertemente golpeada por el covid. Dos monjas fallecieron por la pandemia y las demás han tenido que hacer frente a la edad. Los padres de alumnos comparten la pena de sus hijos por la marcha de las últimas monjas que educaron a sus hijos en valores cristianos en un centro «muy integrado en el barrio de Torrecedeira».