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La agencia de viajes que se va contigo al fin del mundo

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Abilio Álvarez es el fundador del Bivestour, empresa viguesa con más de 40 empleados en Galicia en un sector que se reinventó con otros servicios desde que la clientela pasó a poder gestionar sus escapadas

29 mar 2025 . Actualizado a las 01:12 h.

Hubo un tiempo en que viajar era un deseo (o una necesidad) que se cumplía yendo a una agencia de viajes, donde sabían lo que había que hacer y además, solo lo podían hacer ellos. Con el tiempo y con internet, esos trámites se fueron abriendo y derivando a la clientela, pero la gestión profesional no ha desaparecido, aunque sí han diversificado sus servicios con productos u ofertas que no están al alcance de todo el mundo. De aquella época y de la de ahora lo sabe todo Abilio Álvarez Arias, un vigués que se curtió en un sector que se ha desarrollado a la velocidad del sonido. El fundador de Bivestour, empresa que nació en Vigo en 1994 y que actualmente tiene 41 empleados y oficinas en A Coruña, Santiago y Boiro, además de dos en la ciudad olívica, empezó pronto. A los 20 años ya estaba trabajando para Iberia. Como recuerda, Para sacar los billetes de avión, las agencias llamaban por teléfono a la compañía para hacer reservas. «Yo era una de las personas que les atendía, entonces recibíamos continuamente, también de algunas empresas», cuenta.

Después de aquello, el vigués siguió en el gremio formando parte de la plantilla de uno de los referentes nacionales. «Estuve 13 años en Viajes El Corte Inglés, es donde realmente me forjé en la profesión que ejerzo actualmente y fue mi escuela principal», admite sobre la división del centro comercial en Vigo donde además, los últimos diez años, fue director.

Después de ahí, llegó un momento en que decidió dar el salto: «Lo que se dice hoy en día es ser emprendedor. Bivestour la montamos un socio y yo aunque al poco tiempo, cada uno siguió por caminos diferentes. Empezamos tres personas en aquel momento en el local de la calle Padre Don Rúa, donde seguimos estando y donde, por cierto, reabriremos el 7 de abril tras reformar el espacio», cuenta sobre esta agencia que ahora tiene su oficina principal en la plaza de Compostela.

Abilio tenía 36 años cuando se lanzó a aquella aventura, pero nunca tuvo que arrepentirse de la decisión. «Éramos más jóvenes y un poco culos inquietos, fue un momento de querer hacer cosas nuevas, o de pensar que puedes hacerlas, no sé si mejor o diferente, pero sí a tu manera, y no todo fueron flores, en toda empresa hay momentos bonitos y otros un poco más delicados, pero hoy en día, si echo la vista atrás, estoy muy contento. Yo vengo todos los días a trabajar con la misma ilusión de cuando tenía veintitantos años», afirma un profesional que puede contar que empezó utilizando un télex, «que hoy en día le dicen a una persona joven que es un télex y no lo sabe. Era como un mini ordenador del año catapum que tenía una cinta que hacía agujeritos, después pasó al fax y luego, el correo electrónico», recuerda sobre una forma de hacer las cosas que ha cambiado muchísimo. Tanto, como que él vivió la época no tan lejana, en la que los billetes de avión se hacían a mano: «O sea, con un bolígrafo. Era un billete que tenía varias capas de hojas de papel autocalcante y escribías dándole fuerza al boli para que pasara la tinta a todas», explica añadiendo que había que anotar el número de vuelo, el trayecto, la clase, todos los datos, incluido el precio, y cuando las rutas eran complejas, requerían unos cálculos nada desdeñables.

Buena parte de la clientela puede y quiere gestionar sus vuelos, hoteles, etcétera, pero hay mucha gente que ni puede ni sabe, y otra, que tampoco quiere y prefiere dejarlo en sus manos, sobre todo, cuando las gestiones, facturas, seguros, reservas para empleados de empresas, no son simples. Agencias como Bivestour (bautizada así por el fallecido publicista y artista Luis Alcántara) sigue trabajando a tope porque se han reinventado con servicios que no están al alcance de cualquiera.

Por ejemplo, viajes de trabajo a congresos, o de ocio en grupo diseñados por ellos al milímetro en los que además, una persona de la empresa acompaña a la expedición. En el próximo, a Vietnam, será el propio Abilio el que vaya con ellos. El tipo de productos también se ha multiplicado. «Cuando empecé, —reflexiona— ¿quién iba de crucero? Pues muy poquita gente. Había un barco de la Línea C que salía de Barcelona y que lo vendíamos alguna vez. En Semana Santa había un tipo de cliente muy exclusivo que se atrevía a ir o que tenía las posibilidades. Eso, en unos años dio una vuelta tal que ahora hay 40 compañías, 40.000 barcos, y a un precio bastante razonable, además. Y se ha popularizado tanto que lo que es raro es no haber ido nunca», afirma. A veces, tener buen recuerdo de un viaje se paga con la experiencia de quien sabe cómo.

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