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Aquel tranvía que intuyó un gran Vigo

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Quedan recuerdos del transporte eléctrico que, de 1914 a 1968, permitió la movilidad de miles de personas en buena parte del área metropolitana

26 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta 1914, los vigueses se desplazaban andando a sus trabajos o, si tenían dinero, iban en los escasos automóviles particulares. Existían también distintos tipos de vehículos de tracción animal, como los carros, las berlinas o las diligencias. Todos estos métodos de transporte tractor eran escasos y caros en una ciudad que se expandía de una forma rápida. La llegada de la electricidad a Vigo en 1896 abrió las puertas a los tranvías, un transporte público que podría dar servicio de una forma barata no solo a la ciudad sino también a lo que hoy llamamos área metropolitana.

Para iniciar esta ruta por el recuerdo del tranvía hay que situarse frente a la isla de Toralla. Allí, en agosto de 1911, un grupo de empresarios se reunieron en casa de Martín de Echegaray para tratar de reanimar el proyecto de una red de tranvía que en aquel momento estaba en pausa. Allí se comprometieron a aportar el capital necesario para crear la compañía que recuperase la concesión otorgada años antes a una empresa belga.

Tras un período de pruebas, el servicio comenzó a operar en agosto de 1914, casi al mismo tiempo que estallaba la Primera Guerra Mundial. Al año siguiente ya había siete líneas en servicios que cubrían trayectos tan amplios como A Ribeira-Cabral o Picacho-Os Caños. Todos aquellos tranvías tenían en As Travesas las cocheras donde paraban por la noche. Aquel edificio se encontraba donde hoy comienza la avenida de Castelao, muy cerca de la unidad de tranvía que el Concello de Vigo adquirió hace unos años y dio los mismos colores que tuvieron los tranvías en Vigo.

El año 1920 fue muy importante para la expansión metropolitana de Tranvías Eléctricos de Vigo. No solo se abrió la línea que llegaba a Chapela, sino también se activaron los servicios a O Porriño. La idea inicial de esta ruta era conectar Vigo con el balneario de Mondariz, algo que jamás se alcanzó debido a varias complicaciones económicas y técnicas. Prueba de aquel intento es el medio túnel que todavía existe en el Confurco. Sin embargo, aquella línea facilitó los desplazamientos a la ciudad olívica de muchas personas del Val da Louriña, especialmente las mujeres que a diario abastecían de leche a los hogares vigueses. En el imaginario colectivo también quedó el nombre de Peinador que, aunque no oficialmente, todos relacionan con el aeropuerto de Vigo ya que allí estuvo una de las estaciones del tranvía que trataba de llegar a la estación balnearia de los Peinador.

La expansión metropolitana del tranvía tomó un nuevo impulso en el año 1926. Fue entonces cuando el transporte eléctrico pudo llegar hasta Baiona y Gondomar. Ambos ramales partían desde las cocheras de As Travesas para transcurrir por lo que años después se la conocería con el incierto nombre de autovía para bifurcarse hacia los dos destinos indicados en A Ramallosa. Fue una obra costosa que se vio compensada posteriormente por el gran número de viajeros que las utilizaron. En 1945, la compañía decidió abrir un nuevo ramal con dirección hacia Samil, abriendo definitivamente la playa a la afluencia masiva de vigueses.

Aquella línea que se dirigía hacia A Ramallosa dejó varias estaciones como testigos de su pasado. A comienzos de los años veinte comenzaron a construirse. La que actualmente presenta peor aspecto es la de Canido, cuyo estado es ruinoso. Mejor suerte tuvo la de A Ramallosa que, una vez rehabilitada, fue convertida por el Concello de Nigrán en un centro de día para personas mayores. En este mismo municipio también fue rehabilitada la estación de Panxón, ahora convertida en una oficina de información de la Xunta de Galicia.

En Vigo ya quedan pocos vestigios de aquella red. Sí se mantiene como recuerdo la calle Tranviarios o la avenida del Tranvía, en Cabral, que recuerda el trazado de ascenso hacia Peinador. Hasta no hace mucho, cuando se levantaban ciertas calles aún emergían las vías del tranvía. Incluso, una mirada atenta por los antiguos trazados permite detectar pequeños vestigios relacionados con aquel transporte, como son las sujeciones de la catenaria. Sí se recuerda a aquellos vehículos con la presencia de un tranvía antiguo en Coia, aunque no se trata de una unidad que operase en la ciudad

El tranvía consiguió articular un amplio territorio que superaba la propia ciudad de Vigo, permitiendo una movilidad enorme en una época en la que los automóviles particulares eran escasos debido a su precio. Varias generaciones todavía recuerdan el estridente y singular ruido que provocaban aquellas unidades cuando descendía cuestas tan importantes como Urzaiz o A Calzada, en Sanjurjo Badía. O el olor que se quedaba en los vehículos que conectaban O Berbés con otros puntos de la ciudad debido a que eran empleados también para trasladar el pescado hacia determinadas plaza, como O Calvario o Teis.

El fin del tranvía comenzó con la llegada de Rafael Portanet a la alcaldía. Llegó a calificar a este sistema de transporte urbano como «monstruos rodantes» y los acusaba de provocar un tráfico poco fluido. Así que, a partir de 1966, puso gran parte de su esfuerzo público en la sustitución por los autobuses y microbuses. En mayo de 1968, la nueva compañía Viguesa de Transporte Sociedad Anónima, Vitrasa, ganaba el concurso para la consecución del transporte público en Vigo, en un proceso denunciado por el propio Tribunal Supremo en 1972. Esta corte judicial sentenció que el acuerdo municipal que cambió la concesión había cometido un delito de cohecho. Pero no hubo marcha atrás. Desde el verano de 1968 convivieron los autobuses con los tranvías, para acabar estos últimos amontonados en A Florida. Al mismo tiempo, era derribada la cochera de As Travesas para permitir la apertura de la actual avenida de Castelao, que enlazaría, a través de Coia, As Travesas con Samil.

El espíritu del tranvía, ya contemplado desde una óptica más moderna, reapareció posteriormente en varias ocasiones, pero no llegó a revivir.