EL AMOR TIENE SU PESO en kilos. Hasta 8 se engordan de media solo en el primer año de relación, según un estudio. Los expertos ayudan a comprender por qué. ¿Ser «single» vale por una dieta?
20 ene 2019 . Actualizado a las 09:27 h.La cuesta de enero se sube mejor solo, o al menos más ligero de peso en soltería, a tenor de una investigación de la empresa OnePoll que concluye tras un estudio llevado a cabo con 2.000 personas que tener pareja puede engordarnos hasta 8 kilos durante el primer año de relación. Así que, interpretando los datos con humor, los excesos de Navidad le piden una tregua al matrimonio (¡quizá valga por una dieta!). La sensación de bienestar, conciliar horarios de comidas, las cenas de restaurante o las tardes apoltronadas de peli, mantita y sofá son algunos de los cómplices de este aumento de kilos en la báscula en que suele traducirse el amor si es correspondido, un sentimiento de peso que puede llevar a alcanzar a sus «víctimas» hasta 16 kilos de media durante toda la relación, según los resultados de OnePoll.
DE BRAD PITT A HOMER
«Tener pareja engorda», constata con la experiencia en su consulta la nutricionista Fátima Branco. «No en todos los casos -matiza-, pero normalmente es así. Cuando estás en pareja cambias tus hábitos. La influencia de los de tu pareja cae sobre ti, y viceversa, así que suele producirse un desajuste en las calorías que uno ingiere». ¿Tener marido implica comer y llenarse más? «Bueno... a ellos también les pasa. Ellos suelen engordar lo suyo cuando se emparejan o se casan. Cuando uno está solo tiene más tiempo para cuidarse. Cuando estás con alguien sacrificas un poco eso para compartir más con la otra persona». Todo se pega... ¿hasta el michelín? «Sí, pero si tu pareja tiene unos hábitos saludables, eso también se contagia», compensa Branco.
Es difícil no meter en la cesta de cualquier teoría el pack de las generalizaciones y los tópicos, y uno de ellos apunta que los singles son más activos, se mueven y se cuidan más, sobre todo si no pesan la edad ni cargas familiares. «Con la edad suelen aumentar estas cargas, que te dejan menos tiempo para ti, para cuidarte como cuando estás soltero, y hoy te vas a jugar una pachanga o al gimnasio y comes de otra manera. Y a veces, aunque puede sonar machista, uno cuando tiene pareja se acomoda y empieza el ‘Ya no tengo que estar tan divino... o divina’», considera la dietista. «Y la cosa acaba en un ‘Me casé con Brad Pitt y se convirtió en Homer Simpson’», bromea.
En la primera fase del enamoramiento lo habitual es adelgazar, consumirse en la química del amor cuando prende la chispa, que no piensa ni en comer. Pero la línea cambia en cuanto tendemos al confort marital de meses o años. «Con pareja se hace más apetecible quedarse en casa, el ritmo tiende a ser tranquilo. En general, nos movemos menos. Y una de las cosas que más hacen juntas las parejas es comer», señala Aránzazu García, sexóloga de la Clínica Vida, de Vigo. Comer es una de las formas que más alimentan las relaciones sociales. Tendemos a cultivar los vínculos sentados a una mesa. Con pan y con vino se digieren mejor. «Hay otras formas interesantes y saludables de relacionarse. Podemos cultivar la relación dando un paseo, por ejemplo. Hay de todo, hay gente que se relaciona con la pareja en torno a deportes y a actividades, y otra siempre en torno al ‘¿Dónde vamos a comer?’ o ‘Nos preparamos algo en casa’», dice la sexóloga. Y esto pesa en la báscula...
¿La pareja de runners o la que hace pádel unida mantiene en forma su relación? «El deporte y la comida son dos cosas que hacen sentir satisfacción, y pueden reforzar las relaciones, pero cada una debería ocupar el espacio que corresponde. Deberíamos recurrir a la comida solo por hambre. Tendemos a comer más de lo que debemos y a hacer menos deporte del que necesitamos. Y solemos dar a la comida un papel que poco tiene que ver la alimentación, sino más con la autogratificación; muchas veces con la ansiedad, o con carencias afectivas. Otras veces comemos por aburrimiento. Yo diría que hasta el 60 % de nuestra ingesta responde a cosas que no tienen que ver con la nutrición, sino con asuntos psicológicos. Con la comida pasa como con las películas, a veces nos ‘comemos’ lo que nos falta. Generalizando, ellos películas de acción. Ellas, de sentimientos», se moja Aránzazu García. En fin, hay un thriller en cada relación.
Pero mientras comemos, no discutimos. Hay bocados que son armisticios de paz. Visto lo visto, el amor no se muere de hambre cuando es correspondido, pero si te engorda de más, míratelo. Que si pesa, va a ser que no es felicidad.