Mientras el mundo estaba de cuarentena, el coruñés Brais Mahía estaba viviendo la aventura de su vida. Cuando cogió una avión desde China -donde trabaja en la empresa Grama Football Academy-, para pasar diez días vacaciones, no imaginaba ni por asomo que su destino vacacional, Filipinas, se convertiría en su hogar durante cinco meses. Pero así fue: llegó allí el 28 de enero y volvió a Galicia a finales de junio. La crisis del coronavirus le sorprendió cuando estaba visitando Laos. «Estaba allí de vacaciones por el Año Nuevo Chino y la empresa me envió una circular en la que informaba al personal que el trabajo quedaba suspendido desde el 1 de febrero, y que podía volver a España en ese mismo momento o regresar a China cuando se resolviese la pandemia. Yo me quedé en la isla de Palawan», explica Brais, que durante sus meses en Filipinas jamás dudó de que había tomado la decisión más acertada. «Yo pensaba: ‘Si realmente quiero volver, puedo. ¿Pero para qué voy a gastarme más de dos mil euros en un vuelo y pasar unos días en Manila, que es carísimo, haciendo gestiones? ¿Para llegar a España, que tiene unas medidas contra el virus más restrictivas, y estar 14 días encerrado yo solo en aislamiento?», insiste. La verdad es que la pregunta se responde sola.
Su vuelta a casa, como no podía ser de otra manera, también fue de película. «Para salir de la isla solo había un ferri que salía cada equis días. Te avisaban dos días antes de cuándo iba a salir, así que tampoco podía comprar el avión hasta que me lo decían. Además, el viaje unas veces dura 48 horas, otras 52... Al final, otros extranjeros y yo compramos un vuelo para el 25 de junio, porque se ofreció a llevarnos un señor italiano en un velero hasta Manila. Él también necesitaba ayuda para llegar, y estuvimos cuatro días navegando con él. Cuando estábamos casi allí, nos llamaron los guardacostas para decirnos que no podíamos entrar, así que nos dejó en una playa y anduvimos dos o tres kilómetros hasta un pueblo en el que nos prestó ayuda la policía para llevarnos hasta el aeropuerto», relata entre risas Brais desde el Camino de Santiago y antes de volver a China. Cualquiera le sigue la pista...