ENTRE PUCHEROS ANDA EL SEÑOR. Este fraile cuenta con 130.000 suscriptores que siguen en Internet su cocina. Además de la congregación, a su mesa se han llegado a sentar cien comensales al día
24 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.No hay nada como ser cocinero antes que fraile para conocer los entresijos de los fogones. Pero en el caso de Ángel Ramón Serrano García, fray Ángel para todos, primero fue franciscano y luego se dedicó a quehaceres tan fundamentales como alimentar al resto de sus hermanos, a los residentes que se alojan en la hospedería del convento de Santo Espíritu del Monte (Gilet, Valencia) y a todo aquel que llama a la puerta para comer en este lugar tan especial.
En estos menesteres estaba fray Ángel cuando le surgió la idea de hacer un curso de cocina con recetas de conventos —se trata de una parte de la oferta lúdica, además de los ejercicios espirituales, que ofrece esta activa congregación—. Pero llegó la pandemia y con ella se trastocaron sus planes: «Estaba todo previsto, pero no se pudo hacer. De pronto, se me ocurrió que esas clases que iba a impartir en el curso podía ponerlas en YouTube para que la gente tuviera la posibilidad de acceder a ellas. Pero aquello fue aumentando y aumentando...».
Y tanto que creció, porque el canal de recetas de fray Ángel en YouTube tiene la friolera de 130.000 suscriptores. «Me sorprende la cantidad, pero también la repercusión, sobre todo en el mundo hispano, en México o en Argentina. En este último país se están retransmitiendo las recetas en una televisión de allí», confiesa abrumado.
Quizás parte del éxito esté relacionado con que todos los platos son sencillos: «Son las recetas de los conventos, pero que también están muy presentes en las casas de toda la vida. Es decir, mucha comida de legumbres, sopas, arroces, cosas así. Recetas sencillas con pocos ingredientes o ingredientes que están muy a mano de todos, de temporada, y que puedes encontrar en las tiendas de proximidad». Olvídate de encontrar esferificaciones (método de la cocina molecular que consiste en hacer esferas), o técnicas culinarias vanguardistas. En cambio, hallarás esos platos que hacen chop, chop, que siempre apetecen y que se te hace la boca agua solo con nombrarlos. Como caldo de pollo casero, arroz al horno, croquetas de bacalao, gachas manchegas, pollo al chilindrón o una sopa castellana. Mención especial tienen sus postres, donde se puede ver cómo hacer flores dulces, pestiños, magdalenas conventuales, arroz con leche o un bizcocho de naranja y chocolate. Porque si en este convento es imprescindible dar alimento al alma, también lo es que el cuerpo esté en condiciones óptimas. «Es fundamental. Si el cuerpo no está alimentado, el alma también está latente y dormida», bromea este franciscano que se hizo cocinero de manera circunstancial y para atender los quehaceres de este convento tan dinámico.
SIN TENTACIONES
Ni un minuto tienen libre los frailes de Santo Espíritu del Monte para sucumbir a la tentación de la gula: «No, no. En los conventos, al no tener una despensa a mano, uno no puede ir a saciar esa gula. No tenemos esa situación. Aquí la comida se pone en la mesa a su hora, y fuera de eso no hay más. Y como es una comida sencilla, la mayoría de los días es un plato de cuchara, y luego alguna fruta y ya está». Y eso que no paran ni un minuto. A las siete de la mañana todos tienen que estar en la iglesia del convento para rezar las alabanzas, y después cada uno ya se ocupa de sus funciones hasta la una y media, que llega la hora de la comida. Por la tarde, vuelven a sus respectivos trabajos hasta que regresan a la iglesia por un tiempo prolongado. Primero con oración en silencio, y luego comunitaria: «Y después el tiempo de compartir viendo el telediario y comentando noticias y demás, y a la cama. Una vida sencilla, pero ordenada». Y así todos los días: «Doce horas de lunes a domingo y feliz».
«La gente viene sin saber lo que voy a hacer de comer. Tienen confianza de que van a comer bien. Al menos los platos vuelven limpios. Le pasan la sopa de pan, que es la mejor señal»
Hasta cien comensales se han sentado a la mesa de fray Ángel en época prepandémica. Porque además de los hermanos de la congregación y los residentes de la hospedería, también hay muchos que tienen fe en la buena mano de este franciscano: «Ofrecemos el menú de los frailes. No es un restaurante al uso en el que tú te sientas y hay una carta. Y además es curioso porque la gente viene sin saber lo que voy a hacer de comer. Tienen la confianza de que van a comer bien», mientras explica que ahora no cogen a más de 40 comensales por las medidas anticovid. Sobre su buen hacer, responde con humildad, como no podía ser de otro modo: «Al menos los platos vuelven limpios. Le pasan la sopa de pan, que es la mejor señal».
En esto de la modernización de sus servicios, también están a la última. Y se han sumado al delivery. Eso sí, no hacen repartos. Pero sí reciben encargos para recoger en el convento. Cuenta también que el éxito de sus recetas ha tenido buena acogida en la congregación: «Están muy contentos, porque está suponiendo que el convento de Santo Espíritu se está conociendo muchísimo. De la noche a la mañana ha aumentado el número de personas que vienen a visitarnos con intención de conocer el lugar y la cocina de fray Ángel». Y se atreve con una receta fresquita para cuando empiece a apretar el calor: «La ensalada de cuscús con rúcula. Simplemente es cocer el cuscús y luego saltearlo con abundantes hojas de rúcula bien troceadas, tomate cortado y una cebolla cortados en daditos, y luego una buena vinagreta hecha con vinagre, aceite, orégano y jengibre. Tiene sabores cítricos procedentes del jengibre, que te llena por el cuscús, y luego tiene el sabor a campo que te da la rúcula, que es como si estuviesen cosechando o segando la alfalfa en la huerta, ese aroma a hierba recién cortada. A los frailes les gusta mucho en estos tiempos de calor». No me digáis que no sabe vender bien fray Ángel su receta y que no apetece ponerse a hacerla ya mismo.
El cocinero religioso también cuenta que tiene lazos familiares en Galicia y aunque no va todo lo que le gustaría, tiene ganas de regresar, aunque solo sea «por darle un abrazo al Apóstol». El viaje lo aprovecharía para aprender también a hacer un buen caldo gallego, «de esos tan maravillosos que me dieron a probar en Portas (Caldas de Reis)», y tampoco se olvida de los baños que se dio en aquella ocasión en la localidad pontevedresa: «Lo recuerdo con mucho afecto».
Aquí lo esperamos fray Ángel, pero también merece la pena hacer la excursión inversa y visitar el convento de Santo Espíritu, en la sierra norte de Valencia: «Está en mitad de la montaña, en el parque natural de la sierra Calderona que es el pulmón verde de Valencia. En un sitio espectacular. Vemos el mar al fondo y a nuestra espalda, la montaña». Un lugar especial en el que resulta muy difícil no reconfortar el alma y el estómago. No es de extrañar así, que en el mandilón de fray Ángel, rece una célebre frase de Santa Teresa de Jesús: «También entre los pucheros anda el Señor». Y tanto.