Los novios ya no comen perdices

YES

Alejandra Ortiz

Ni bailan el vals, ni cortan la tarta. Tampoco se puede gritar ¡que se besen! Las bodas han cambiado de rumbo: te damos las pistas para no perderte

14 jul 2023 . Actualizado a las 12:57 h.

Los novios mandan. Y los padres, a veces, pagan y, a veces, no. Esta realidad ha hecho cambiar por completo el formato de las bodas. Si antes eran ceremonias encorsetadas, ahora son grandes fiestas en las que lo más importante no es el banquete, sino el baile. Si hace tiempo que no vas a una y este verano te ha caído una invitación, te vas a sorprender. Muchos de los momentos clásicos de antaño han desaparecido en combate. A veces, para bien, otras, no tanto.

La mesa presidencial, la tarta de siete pisos o la torre de copas de champán están en retirada, así nos lo explican Marta Rivadulla y Celia Torres desde la empresa organizadora de bodas El Sofá Amarillo. «Tampoco se sirven ya siete tipos de marisco, ni se tiene a la gente sentada cinco horas comiendo esperando por la fiesta. El cóctel, la cocina en directo y las estaciones de comida internacional han sustituido al banquete tradicional».

No esperes que los novios pasen a saludar por las mesas ni que posen para las fotos con todos los grupos familiares. El tempo se ha acelerado (sí, también en las bodas) y ahora lo importante es llegar a la música y las copas cuanto antes. «No a las bodas con convite tipo tómbola, en las que durante la comida se estilaba una retahíla de sorpresas para los invitados y estos se iban a casa con regalos y condecoraciones varias. Eran demasiados momentos especiales y los invitados se morían de ganas de que empezase el baile», nos explica Aida Méndez de Champagne & Chocolate.

¡Y aquel momento ramo! Pues tampoco. «Los ramos de novia pequeños ya no son tendencia», nos dice Aida, así que cómo los lanzaríamos... Y Marta aclara: «Ahora tienen muchos ramos y los reparten...».

El romántico brindis de los novios ante de entrar en el restaurante, también desterrado. Se cambia por una entrada saltando, con música alta, mientras los amigos agitan las servilletas. Y no estoy de broma.

El velo pasó a la historia, y la tarta, que ya dijimos que no hay, no se corta, claro. Servir postres ya emplatados es lo que se lleva. «Se miman los detalles más que nunca. Todo está pensado y sigue un mismo hilo conductor: desde el diseño de la invitación, que estará presente en la paleta de color del Dia B, así como en la papelería (menús, seating plan...). No se deja nada al azar, ni se ponen cosas por poner o para llenar espacios», apunta Aida. Si buscas a los padres de los novios, no mires en la mesa presidencial. Allí podrás encontrarte de todo. Hasta a los novios solos... pero a los padres, difícil.

Y si estás esperando a oír Paquito el Chocolatero para lanzarte a la pista, pierde toda esperanza. Ni siquiera sonará ya el Danubio azul. Los novios ya no se pisan a ritmo de vals. «Ahora bailan alguna pieza que sea especial para ellos», explica Marta, que añade que últimamente también ha desaparecido ese vídeo que preparaban los amigos con fotos de los novios y que luego proyectaban el día de la boda. Algo de lo que alegrarse, sin duda. A cambio, ahora la sorpresa puede ser un baile, una performance... «es la hora loca, se pasan chupitos, se sube la música, se baja la luz, aparecen los disfraces...».

Y nada de un cuarteto de cuerda antes de cenar. Lo que suena es un grupo de salsa o de rock para calentar pista antes de sentarse a la mesa o con las primeras copas. Es el telonero del disyóquey: el rey de la noche. Él tiene la responsabilidad de que esta fiesta de ¡doce horas! llegue a buen fin. Que sean muy felices, aún sin perdices. Como Carlota y Sebas, unos novios de fábula.