Sira empezó estudiando Farmacia, después se pasó a Biotecnología y ahora, por fin, parece haber encontrado su camino en Diseño de Moda. «No hay que tener miedo a equivocarse; a mí me ha sucedido, pero tienes que probar hasta encontrarte», asegura la joven
23 jul 2023 . Actualizado a las 19:01 h.Sira Fernández (A Coruña, 1999) fue uno de los mejores expedientes en Bachillerato de Galicia en el año 2017 con un 9,7 de media y una nota de 12,9 en selectividad. Actualmente cursa el tercer año de Diseño de Moda en la Escuela de Arte y Superior de Diseño Mestre Mateo de Santiago Compostela. Sin embargo, ha dicho que llegar hasta aquí no fue fácil pues, pese a tener unas calificaciones brillantes, nunca tuvo claro qué carrera estudiar en la Universidad: «Desde niña tuve vocación artística, pero no sabía qué quería hacer y terminé haciendo el Bachillerato científico de la rama de Biología y Química». Este hecho la llevó a pasar por dos carreras científicas hasta encontrar su lugar en el mundo de la moda.
La coruñesa llegó a dudar en varias ocasiones sobre cambiarse a la rama de Artes, pero sus profesores la incitaron a no hacerlo: «No estaban de acuerdo porque consideraban que con mi media era mejor que me enfocara en estudiar algo científico y acceder a carreras como Medicina y Biotecnología». Sin embargo, Sira destaca que siempre se sintió arropada para hacer aquello que realmente quisiera por su familia: «En ese aspecto tuve mucha suerte con ellos porque siempre me apoyaron en mis vocaciones, independientemente de cuales fuesen». La gallega explica que nunca llegó a descubrir si su ansia por estudiar algo científico le vino o no infundada por las opiniones de sus profesores del colegio: «Nunca me vi trabajando en algo relacionado con las ciencias, pero tampoco en nada artístico, porque por aquella época solo sabía que existía Bellas Artes y era consciente de lo limitada que estaba en cuanto a salidas laborales».
Tras realizar los exámenes de selectividad, Sira tenía la intención de entrar en Medicina o en Biotecnología, pero se quedó a las puertas con los resultados de su nota media: «Decidí probar con Farmacia; aun así sabía que posiblemente sería un año perdido porque no me motivaba en absoluto». A lo largo del primer cuatrimestre del curso sus sospechas se confirmaron: «Hablé con los profesores con respecto a las salidas laborales y no me sentía nada motivada ni por trabajar en una farmacia, en un laboratorio o en el mundo de la investigación». Lo habló con sus padres y decidió abandonar la carrera con vistas a repetir la selectividad ese mismo verano: «Ya contaban un poco con ello, no me veían nada motivada y me dijeron que no pasaba nada por equivocarse». Repitió los exámenes de acceso a la universidad y consiguió entrar en Biotecnología, una de sus ideas iniciales.
Desde que entré en Diseño de Moda soy más feliz. He encontrado mi lugar. Echaba de menos querer aprender
«Buscaba una carrera que me ayudara a meter el pie de alguna forma en la investigación, y en Biotecnología existe un amplio abanico de salidas relacionadas con el mundo biosanitario, con el agrónomo, con el marítimo y con el industrial», explica la estudiante de diseño que pasó tres años en esta titulación en la Universidade de Santiago de Compostela. El primer curso es bastante general, así que Sira decidió quedarse, motivaba por algunas asignaturas y por los profesores, hasta que en tercero de carrera, coincidiendo con el confinamiento por el covid, empezó a replantearse lo que estaba haciendo: «No tenía nada que ver con el ambiente ni con la carrera. El problema era yo, me sentía muy frustrada y sentía que aquel no era mi lugar». Con respecto al proceso de abandono cuenta que al ser la segunda vez que cambiaba de estudios sus padres se mostraron un poco más reticentes que la anterior ocación, pero terminaron apoyando su decisión: «Me pidieron que por favor fuese la última. Al final hay que tener en cuenta que para ellos supone un esfuerzo económico. Les llegué a plantear la posibilidad de quedarme en Biotecnología, pero sabían que no estaba nada contenta, así que me dieron luz verde». Sin duda, se siente muy agradecida con ellos: «Aunque a día de hoy estoy trabajando como dependienta en una tienda de ropa y gano mis propios ahorros, me siguen ayudando económicamente y les agradezco un montón los esfuerzos que hacen conmigo».
Así fue como descubrió Diseño de Moda un poco «de rebote»: «Hablando con unos amigos me comentaron que conocían a una chica que estaba estudiando Diseño de Producto en la Escuela Mestre Mateo. Me llamó mucho la atención y decidí hablar con ella, me contó que era una enseñanza artística y que además su escuela también ofertaba la posibilidad de estudiar Diseño de Moda, pero que al ser la única escuela pública de Galicia entrar era muy complicado». Para entrar en ambas especialidades es necesario pasar un examen práctico, Sira decidió probar suerte con las dos especialidades y para su sorpresa fue admitida en Diseño de Moda. Ahora se encuentra a punto de empezar en septiembre el tercer curso y no puede estar más contenta: «He creado a nivel teórico varias colecciones, todavía no he llevado nada a la práctica, eso viene este año. Lo que más me gusta es generar la idea y hacer bocetos sobre el papel, en un futuro me gustaría poder contar con un equipo que me ayude a hacer realidad mis diseños».
Poca visibilidad del arte
Sira considera que en los institutos deberían visibilizar más las enseñanzas artísticas, porque existe bastante desinformación con respecto a carreras relacionadas con las letras, las ciencias sociales y las ciencias puras. Explica que psicológicamente el hecho de andar dando tumbos en Farmacia y Biotecnología le afectó de manera muy negativa: «Pasé unos años muy malos. Desde que entré en Diseño de Moda mi actitud ha cambiado radicalmente, anímicamente soy una persona completamente diferente. Echaba mucho de menos ir a clase con ganas de aprender. Por supuesto, hay días que son duros, como en todas las carreras, pero me siento mucho más motivada».
La joven considera que pasar por estás experiencias le han ayudado a madurar como persona: «El hecho de llegar a la universidad y tener que tomar decisiones sobre tu futuro te hace un poco más adulto porque ya no estás rodeado de tus padres y tus amigos de toda la vida». Además, destaca que si no hubiese tomado la decisión de seguir por la rama científica, no habría conocido a lo largo del camino a personas maravillosas y posiblemente no estaría estudiando moda. «Cuando por fin encuentras un lugar en el que te sientes bien y cómoda, empiezas a verlo todo más claro. Ahora soy una persona mucho más enérgica y sociable de lo que era en el colegio, porque he tenido que aprender a adaptarme de un ambiente científico a uno artístico», señala.
Sin miedo al fracaso
Para ella lo más importante antes de escoger estudios es pensar bien qué es lo que realmente se quiere hacer y conseguir en un futuro. No dejar que las ideas y consejos de los demás te influyan de forma crucial: «Al final, si te paras a escuchar mucho a los demás, te vas a conformar con lo que ellos quieren y no con lo que quieres tú. Y si tienes la suerte de contar con apoyo económico y familiar, probar cosas no es malo». Destaca que una vez que estás dentro no hay que tener miedo a darle oportunidad a la carrera: «Yo lo hice con Biotecnología y en mi caso no salió bien, pero mucha gente estaba descontenta en el primer año y en el segundo las cosas mejoraron. Lo importante es no tener miedo a equivocarse, más allá del peso económico que pueda suponer para tus familiares».
El consejo que le daría a una persona que tenga dudas con respecto a si abandonar o no su carrera es imaginarse su futuro en unos años: «Que no piense en el tiempo que falta para terminar la carrera porque a veces esa actitud te hace sentirte peor». Ella considera que es necesario que cada uno tiene que vivir su propia experiencia. «Creo que cuando haces algo que te gusta vas a estar mucho más contenta en un futuro con tu trabajo», concluye Sira.