Independencia y libertad le dio A Coruña a Inés Bello, que decidió marcar para siempre una etapa de su vida tatuándose lo más significativo de la ciudad. «Pasé de conocerlo todo a descubrir que no conocía nada», cuenta
25 ago 2023 . Actualizado a las 18:00 h.Uno puede ser de donde nace o de donde pace. «A Coruña lo representa todo para mí», dice Inés Bello mientras se pasa la mano por el tatuaje que tiene en el brazo izquierdo. Hecho con línea fina, en él pueden verse, en una especie de skyline, algunos de los lugares y símbolos más reconocibles de la ciudad: la fachada del palacio municipal de María Pita, el Obelisco y la torre de Hércules. Inés se hizo este tatuaje para recordar, para siempre, la ciudad que la recibió con 18 años: «Era una niña cuando llegué y aquí maduré. Pasé de conocerlo todo a descubrir que no conocía nada».
Inés nació y creció en Coristanco, en la comarca de Bergantiños. «Vivía en casa con mis padres y con mi bisabuela». «Había venido de visita de pequeña con mi familia, pero nunca nos quedamos más de 24 horas seguidas en A Coruña», recuerda Inés. Con 18 años (ahora tiene 21), esta hija única dio el paso más grande su vida: se mudó a vivir a A Coruña para estudiar un ciclo de márketing y publicidad. «Fue un cambio enorme, la libertad». Se mudó sola a un piso compartido en Os Castros: «Lo encontré a través de la típica publicación de Instagram en la que se dice ‘se busca compañera de piso’». Aunque alguno de sus amigos de la infancia también tenían previsto mudarse a A Coruña para estudiar, ella pensó que lo mejor era convivir con gente desconocida: «Lo peor que te puede pasar es que pierdas a un desconocido si las cosas no salen bien. Pero si convives con un amigo y os acabáis enfadando al final estás perdiendo también una amistad. Cuanto menos te conozcan las personas con las que vas a vivir, mejor. Además, es más divertido porque cada año conoces a gente distinta».
«Mi madre, que había hecho lo mismo, me dijo: ‘En A Coruña no vas a aburrirte nunca’. Y tenía razón». Inés se mudó a la aventura: «Al ser estudiante conoces gente de todas partes». Llegó y todo era nuevo: «Para mí era como una ciudad enorme, venía de un pueblo donde nos conocemos todos y aquí pensé: ‘Wow, nadie me conoce’. Podía disfrutar libre de prejuicios. Tres años después, no es tan grande como pensaba. Aunque ahora me hace ilusión ir por la calle y ver a gente a la que conozco, siento que soy parte de la ciudad».
Su parte favorita: salir a pasear, perderse por cualquiera de las cafeterías del centro, hacer visitas al acuario o ver las magníficas puestas de sol desde O Portiño. «Me encanta, porque siempre encuentro algo nuevo por descubrir y siempre hay planes para hacer». Ni el tiempo le quita emoción a Inés: «Creo que no hay nada que no me guste de vivir aquí, incluso el tiempo y el viento y la corriente que hay en algunas calles no me molesta». Otro de los cambios que recuerda Inés es que aquí se sintió libre para vestirse como quería. «Me gusta, porque aquí tengo la sensación de que la gente puede bajar a la calle como le da la gana. Hay distintos estilos y siento que puedo experimentar y probar con la ropa sin sentirme observada ni tener que dar explicaciones. Por ejemplo, hoy llevo una falda larga con unas zapatillas y una camiseta grande. En casa nunca me hubiese vestido así un poco por vergüenza y por el miedo al qué dirán».
El tatuaje
La idea de tatuarse la ciudad fue cocinándose poco a poco. «Cuando llegué a A Coruña me hice un tatuaje: una jirafa en la muñeca que representa el peluche que me regaló mi abuela cuando nací y que llevo toda la vida con él. Busqué por Instagram un tatuador y encontré a Gigi, de Seventh Heaven, y me encantaron sus tatuajes de línea fina». Después de la jirafa, siguió dándole vueltas a la idea de grabarse en la piel con tinta algo que hiciese referencia a esa nueva etapa que estaba viviendo. «Pensé primero en tatuarme el número del edificio al que me mudé cuando llegué, pero después me parecía que no representaba tanto A Coruña como quería. Vi por Instagram una foto del skyline de la ciudad y me gustó la idea». Así fue cómo se grabó esa silueta de la ciudad en la que está María Pita, el Obelisco «porque es el punto de encuentro» y la torre de Hércules, «porque nada más ver su silueta ya sabes que es A Coruña». «Creo que es una forma de representar en un dibujo un cambio muy importante en mi vida. Pasé de vivir con mi familia a madurar aquí porque llegué con 18 años y crecí en este tiempo como persona. También es el lugar en el que empecé a trabajar. Es algo que tengo grabado de alguna manera. De algún modo, A Coruña me salvó la vida». En casa, hubo opiniones para todos los gustos al ver al tatuaje: «Al principio no lo entendían, me decían: ‘Hazte algo de Coristanco’, pero una vez les explicaba el motivo, que para mí representaba un cambio importante, una nueva etapa en la vida, todo el mundo lo acababa entendiendo». Cuenta que en su entorno no conoce a nadie que haya sentido ese flechazo con A Coruña hasta el punto de tatuársela en la piel. «Sí he visto alguna torre de Hércules, pero normalmente en personas que son de la ciudad, como una forma de grabar en la piel sus raíces».
«Al final aquí lo tengo todo. Mi familia está cerca y aunque no voy tanto (solo los domingos a comer a casa de la abuela, eso no se perdona), siento que si los necesito siempre van a estar aquí para apoyarme». Inés quiere dedicarse al mundo de la moda y está mirando la posibilidad de seguir estudiando en Ferrol en el grado de gestión de gestión industrial de la moda. «Si finalmente me apunto iré y volveré todos los días, aún me queda mucho por vivir en A Coruña».
Se quedó con ganas de más y está pensando ya en hacerse un nuevo tatuaje, también relacionado con su vida y sus lugares favoritos. Está pensando en Oleiros. «Es otra zona que me gusta mucho, sobre todo para pasear los fines de semana. Creo que me conozco cada una de las calitas que hay por la costa de Santa Cruz y Mera», dice. También sigue en pie la idea de grabarse el número del piso en el que vive. «Cuando me mude y me vaya a vivir sola también me tatuaré el número del edificio en el que viví hasta ahora. Fue el primero que me acogió en A Coruña y quiero recordarlo siempre. Al final fue el lugar donde me independicé».