
Adiós «padrazos», ¡hola «papás»! Son padres de cuidado, que cuidan y comparten la carga doméstica y mental. «Más fregona y menos corona» puede ser el lema de esta paternidad funcional. Ellos no se lucen, se ocupan
12 feb 2024 . Actualizado a las 22:36 h.En casa de Vicente y Uxía —que forman con Xoana, André, Sabela e Martiño una familia numerosa donde todas las tareas domésticas se reparten— suena tanto «papá» como «mamá». Se gastan igual las dos palabras. Cuando mamá tiene que salir recoger a los hermanos mayores de una actividad extraescolar, papá atiende por dos las preguntas del pequeño de la casa mientras me cuenta cómo hace un padre con cuatro hijos para trabajar fuera y compartir y repartir, puertas adentro, el trabajo de organizar, limpiar, cocinar y cuidar. Y esa carga mental invisible, pero que se hace notar en quien la lleva.
Cuando los niños se acuestan, empieza la tercera jornada del día (tras la profesional y la paterna) para Vicente Muñoz. Es un padre que «plancha series». Así lo expresa él, refiriéndose a ese momento del final de la tarde en que se pone a quitar las arrugas de la ropa viendo una serie, sin que se quemen prendas por hacer dos cosas a la vez.
¿Un padre singular? Un padre de andar por casa, porque está. Un padre de cuidado, porque ve ser padre como cuidar. «Hai unha cousa que me fai graza dicir para provocar: ‘Eu na casa non axudo nada, nin esto!’ [hace un gesto de pequeña pinza con los dedos]. Hai quen salta. Eu chego a casa e fago as cousas, aclárolles. ‘Ah’, resoplan. Non é axudar, é facer», dice Vicente. En muchos hogares aún es meritorio que un padre ayude. ¿Podría no hacer nada, lo que hace él sigue contando más?
Uxía y Vicente llevan una vida con extra de responsabilidad, seis vidas se conjugan y encajan sus agendas en este hogar. Ellos dicen que pueden sostener día a día una familia numerosa sin partirse gracias a «tres factores». «Eu non podería ter catro fillos se el non fose como é, se non se implicase na casa e cos nenos. E tampouco podería se non tivese un horario como o que teño», dice Uxía, profesora que da clase unas cuatro horas al día y puede hacer el resto de su trabajo en casa. «Se tes un traballo no que debes estar presencial oito horas ou máis, non é mesmo, claro», coincide la pareja. «O horario é definitivo», respalda Vicente, que también es profesor.
Al tener hijos, es importante el factor «sintonía». La hubo desde el principio entre los dos, que fueron viendo cómo no eran lo mismo dos hijos que una («aí repartes 50 e 50!), ni dos que tres... Pero o cuarto fillo non é só que haxa un neno máis, descobres que o mundo non está preparado para os que teñen catro fillos». ¿Un ejemplo? No se puede adquirir un billete de tren para un adulto y cuatro niños. «A plataforma non deixa», explica Uxía, que fue la promotora de tener un cuarto hijo y eso que, de partida, «non quería ser nai!». Pero la maternidad real no es igual que la expectativa y, en el caso de Uxía, fue Xoana (9 años), la primogénita, la que despertó de todo el instinto maternal.
Horario que favorece la conciliación, pareja corresponsable y sintonía poniendo la familia en el centro, como prioridad, son los tres factores claves que Vicente y Uxía destacan al criar a cuatro niños sin que descarrile la vida.
Tras Xoana, llegó André; tras André, Sabela... Y el cuarto, Martiño, les hizo cambiar de coche, entre otras cosas.
Que los niños son mayoría se nota en todas las estancias de esta casa, abierta, sin más puertas más que la de entrar. Los cuatro hermanos comparten habitación (son dos unidas) y están educados en colaborar y compartir. «O feito de compartir, de que se respecten entre eles é igual que nunha familia máis pequena. Que pasa? Nós necesitamos un extra de organización e un extra de disciplina, normas e rutinas básicas que hai que ter moi claras. E os rapaces así o entenden. Nós imos ás veces un pouco manu militari. E outras veces hai flexibilidade...», cuenta Vicente.
TODO PLAN ES CON NIÑOS
¿Cuándo hay flexibilidad? Los fines de semana. Se organizan para que los niños coincidan en las actividades (todos van a judo, atletismo y taller de manualidades) y para despejar de agendas los sábados y domingos. El pasado verano viajaron seis semanas en una furgoneta camperizada los seis por Europa adelante. [«¡Papi, tomaaaaa!», le dice a su padre Martiño dándole un cromo cuando me cuenta cómo salvaron las vacaciones en su casita rodante «diluviando en Alemaña día tras día»].
No hacen planes de ocio sin los niños, no se lo plantean como pareja. Si uno va a una cena de amigos o compañeros de trabajo, el otro se queda al cargo en casa, sea papá o sea mamá.
«No cole sempre veñen máis nais que pais, ás veces polos horarios... E algunha vez aínda che din iso de ‘eso lo lleva mi mujer’. E unha cousa graciosa que vin na rúa hai pouco foi un pai ir cun carriño cun bebé e con outro neno, e dille unha amiga: ‘Ay, ¡te atreviste a bajar tú solo con los dos, qué bien!’. Eu que sei...», comenta ladeando la cabeza Vicente.
De planchar se ocupa él, de colocar la ropa ella. Las lavadoras son tarea de ella. La compra y la cocina, «depende». Los niños comen en casa y las comidas de la semana las suele preparar Uxía. De las cenas se ocupa Vicente. Y matizan que tienen la ayuda de una persona contratada para limpiar.

El fin de semana, «por gusto cociño eu», dice Vicente, que admite que es menos jugón que su pareja. Es Uxía quien juega más con los niños y la que lee el cuento de noche. «Eles buscan a nai para xogar», dice él. «A Vicente moléstalle o desorde, a min nada!», cuenta ella como dando la vuelta a un calcetín.
Aprender a vivir con cierto desorden fue un aprendizaje para Vicente, que, siendo un padre ocupado, tiene tiempo para él a costa de madrugar más. Se levanta a las 6.00 dos días para ir a correr, «porque non quero molestar». Cuando está de vuelta, siguen durmiendo los demás. «Sae todo natural», asegura. A las siete, él empieza a preparar desayunos, a las siete y media se levantan los niños. «E mami vai pola noite a correr», aporta Martiño, atento a la conversación (y a la batería que le trajeron los Reyes a su hermana mayor).

«Para min, a vida en familia de neno sempre foi tan chula... Eramos tres irmáns, homes. Salvo cociñar, faciamos os tres as cousas da casa. Miña nai non era escrava de ninguén. Faciamos a cama, varriamos a casa e, como tiñamos campo, podabas... Meu pai era o típico manitas, na casa e fóra. Todo era feito con reciclados e a fin de semana era de axudarlle a el, que estaba sempre inventando cousas. Iso si, el non facía un ovo», relata Vicente. «Recordo un mariñeiro, familiar, que viña da zona de Cambados, que ao vernos recoller a mesa, dixo: ‘Isto non está ben. Estas son cousas de mulleres! ‘. E marchou todo cabreado da casa... Era un machista, claro», dice Vicente. Sus hijos, los niños y las niñas tienen un calendario de tareas domésticas (poner la mesa, recoger...) y se van turnando. «Aquí poténciase a autonomía e o reparto. Todos temos traballo na casa».
¿Es igual un hombre que una mujer a la hora de cuidar? «Quitando as funcións biolóxicas, si. E que ten que ser! Se non, isto non funciona. Ser sensible é unha cuestión de carácter. Uxía era que non quería saber nada de ter nenos...».

Pasaron de 1 a 4 en menos de nueve años. «Antes de decidirnos a ser pais, analizamos os pros e os contras, fixemos unha lista con eles. E nesa lista a cousa saíu igualada. Eu necesitaba ver un ‘si’ ou un ‘non’ de Uxía. Sentín que ela necesitaba ver un ‘si’ grande e debuxei un cartel na porta cun SI grande».
El afirmativo se tradujo en un embarazo al que siguieron tres. Pero para esos otros tres no hubo listas de contras. La madre no dudó. Y el padre se remangó más, no para ayudar, para hacer.