Natalia de Santiago, experta en finanzas: «Los niños de 12 años deberían tener una paga mensual, no semanal»

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Javier Ocana

Ponemos el foco en la economía doméstica y en cómo gestionar los gastos de los menores. «Cuando compro "online" dejo las cosas que quiero en la cesta de la compra y vuelvo al día siguiente. Cuando regreso, 9 de cada 10 veces ya no las quiero», dice

26 dic 2024 . Actualizado a las 17:19 h.

Ahora que llega la cuesta de septiembre, vamos a hablar de números. Con Natalia de Santiago las cuentas siempre están claras. Incluso para los que se arriesgan a abrir un negocio. Por eso acaba de publicar Emprende en positivo, y todo lo que necesitas saber para ganar dinero emprendiendo. Pero esta experta en finanzas también sabe mucho de economía doméstica. En su colección Money, enseña a través de las aventuras a educar a los niños en finanzas.

—Cinco hijas dan para mucho.

—Sí, con todo lo que gastan y encima yo autónoma y empresaria... O sea, la muerte.

—¿Cómo gestionas las pagas?

—Todas mis hijas tienen paga mensual.

—¿Es mejor mensual que semanal?

—La paga tiene que ser como una evolución. Igual que entras en un trabajo y no eres el jefe directamente. Primero te ponen de becario, luego de júnior y vas aprendiendo, pues la paga es un poco lo mismo. Y hay que empezar pronto, cuando los niños son pequeños. Entonces, ahí sí que conviene que sea semanal, porque no puedes pretender que un niño de 7 años planifique para un mes. Y solo para caprichos. Para chucherías y para que empiece a distinguir lo que es un capricho de un gasto necesario. Y para eso, con una cantidad pequeña, simbólica y semanal es suficiente. Pero cuando el niño vaya creciendo es conveniente que empiece a gestionar más cosas. Es decir, que empiece a pagar más cosas.

—¿Con qué edad hay que empezar a dar la paga?

—Pues con 8 años es una edad buena. Hay niños que tienen mucho interés en el dinero y que la quieren pronto y hay otros que pasan del dinero y que, a lo mejor, no tienen necesidad. Pero, desde luego, entre los 7 y los 9 años se puede empezar perfectamente con la paga de las chucherías. Que empiecen a distinguir lo que es un capricho de lo que no. Y si el capricho es más caro que su paga, pues entonces tendrán que sacarlo de la hucha. Y habrán tenido que ahorrar o no se lo podrán comprar. Así cultivan la cultura del ahorro y de diferenciar los caprichos, que es una cosa muy importante.

—¿Y luego?

—Luego ya hay que empezar a que paguen más cosas. Que empiecen a tomar más responsabilidad. Si ya van al cine con sus amigos, esas salidas que se las paguen de su paga. Y ya con 10, 11, 12 años deberían tener una paga mensual, que les obligue a tener que prever más. «Pues oye, si me voy a comprar chucherías todos los sábados con mis amigos y además una vez al mes vamos al cine, me tengo que administrar, porque si me gasto toda la paga el primer fin de semana, qué pasa entonces». Y eso le obliga a tener un poco una mentalidad más largoplacista e ir inculcando el posponer la gratificación. Es decir, yo ahorro hoy para ir al cine dentro de tres semanas. Que eso es superimportante en finanzas y en todo en la vida. Porque eso es «estudio hoy para sacar una buena nota dentro de un mes». Esa cultura del esfuerzo de hoy para el beneficio de mañana. Y pasando a una paga mensual, ya lo empiezas a inculcar. Ya se tiene que administrar no solo para que le dure siete días, sino para que le dure el equivalente durante 30 días.

—¿Y después hay que empezar a incluir más conceptos en la paga?

—Sí, cuando lleguen a los 15 o 16 años. Hay que decirles: «Oye, yo te compro los básicos de ropa, lo que necesitas para pasar el invierno. Pero si tú necesitas unas zapatillas de marca o quieres la camiseta tal, o en lugar de cinco camisetas quieres tener doce..., pues eso te lo pagas tú de tu paga». Empiezas a incluir más conceptos. O el móvil. O en el caso de las niñas, el maquillaje también debe salir de su paga. Para que empiecen a poner las cosas en valor y a entender que unas zapatillas de marca son muy caras. Porque si tu madre te las compra, por mucho que le digas que 150 euros es carísimo, no lo va a entender. Pero si compara lo que cuestan esas zapatillas de 150 euros, con una paga de 30 euros, pues le van a parecer carísimas, porque va a entender que tiene que ahorrar cinco meses para comprarse un par de zapatillas. Y eso les ayuda a ver cuánto cuestan de verdad las cosas, qué es algo caro y qué es barato. Y además les estamos ayudando a empezar a gestionarse, a ahorrar, a planificar. Y luego otro paso más que esto ya es de friki y que yo hago con mis hijas...

—¿Cuál?

—Les doy la misma paga todos los meses. ¿Qué pasa? Que todos los meses no son iguales y en verano quieren salir todos los días y comprarse un montón de helados y quedar muchísimo con sus amigas. Entonces, mis hijas saben que si yo les doy, pongamos una cantidad de 30 euros todos los meses, y que en verano van a querer gastar 50, desde enero tienen que empezar a ahorrar para el verano. Si eso lo consigues inculcar, es potentísimo para el futuro, porque le estás inculcando la planificación, que es fundamental para ahorrar para la letra de una casa, para la educación de los niños e incluso para la jubilación. Y todas estas cosas con algo tan simple como la paga se puede empezar a inculcar.

—¿Y de qué cantidad mensual estamos hablando?

—A mí me cuesta mucho dar rangos, porque estamos hablando de situaciones familiares muy distintas. La paga tiene que ser justa, si es muy alta, no les estás obligando a administrarse. Tienen que ir un pelín justos. Si le das 100 euros al mes, el niño tendrá de sobra y no le estás enseñando nada. Por ejemplo, mis hijas querían este verano que les subiera la paga. Entonces les pedí que me hicieran un presupuesto.

—¿Y lo hicieron?

—Sí, se han tenido que sentar, desde la de 12 años hasta la de 19. Obviamente, la de 19 tiene la paga más alta porque está en la universidad y ya se paga la comida, la ropa y muchas cosas. Pero la de 12 me ha dicho: «Yo voy más o menos una vez al mes al cine con mis amigos, una vez a la semana solemos ir a tomar un helado y una vez cada dos meses al Burger King. Y he calculado que en verano salgo más y me va a costar esto y además pago los regalos de mis amigos. Lo sumo todo al año, lo divido por 12 y quiero una paga de tanto». Eso es un ejercicio que les resulta muy difícil, pero que es potentísimo, porque les está enseñando a planificar un presupuesto. Y yo con lo que le dé, ya le digo que es demasiado y que tiene que recortar en algo. Pero ya mis hijas tienen en la cabeza que la paga que les doy les da para tanto, y cuando van al Burger King ya van con ojo, porque si van otro día, van a tener que sufrir todo el mes. Eso ya se les va metiendo en la cabeza. Y son más conscientes de lo que es el dinero y el ahorro.

—¿Pero de qué rangos estamos hablando?

—Dependiendo de lo que queramos que paguen tus hijos de su paga, pero para un niño de 15 años que puede pagar sus salidas, los regalos de los cumpleaños y ese tipo de cosas, unos 30 o 35 euros al mes estaría bien. También depende mucho de lo que le den los abuelos bajo manga. Siempre tiene que ser algo que les obligue a ir un poco justitos. Si son niños que todavía no han empezado a hacer planes con amigos, menos. Y luego les puedes meter el gasto de móvil y ya será un poco más. A partir de los 16 o 17 años ya se pueden pagar ellos el móvil o ciertas suscripciones.

—Esto también habría que aplicárselos a los adultos, porque hay algunos que el día 10 de cada mes ya tienen la cuenta temblando.

—Mi primera recomendación es que hay que tener un presupuesto para saber cuánto gastas. Dime qué gastas y te diré cuánto dinero vas a tener. Entonces, hacer un presupuesto ayuda a ahorrar más y mejor. Porque muchas veces no somos conscientes de en qué se nos va el dinero.

—El sistema favorece la compra por impulso, ¿qué hay que hacer para no sucumbir a ella?

—Para la compra por impulso en tiendas hay que entender que todo lo que te ponen al lado de la caja registradora te lo están intentando encajar. Tienes que hacerte fuerte cuando llegas a la caja, porque además es mucho más fácil gastar cuando pagas con medios electrónicos que con efectivo. Con efectivo te cuesta más soltar el billete. Pero con el pago con móvil, parece que el gasto es agua. Y yo lo que hago con las compras online, que también ahí hay mucha compra por impulso, es que meto lo que me gusta en la cesta de la compra y digo: «Mañana vuelvo». Y ya me salgo de ahí. Al día siguiente, si todavía quiero esas cosas, las compro. Y nueve de cada diez veces ya no las quiero. Aunque hay veces que sí, y entonces las compro, pero las dejo quietitas en la cesta de la compra esas 24 horas.