Julia Moreno, terapeuta de parejas: «Muchas veces te obcecas con que alguien te gusta y ni siquiera te atrae»

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Las relaciones de pareja son un enigma. A todos nos gustaría tener una guía para, al menos, no tropezar dos veces en la misma piedra. «Deberíamos tener un criterio bastante establecido de lo que buscamos en una persona», indica

07 oct 2024 . Actualizado a las 16:20 h.

Cuántas cosas de las que hemos hecho con nuestras exparejas no las hubiéramos hecho igual. A toro pasado, nos habríamos ahorrado muchos disgustos y equivocaciones. Pero es lo que tiene vivir y no tener un manual de instrucciones de serie. Por eso, la psicóloga, sexóloga clínica y terapeuta de parejas Julia Moreno (Zaragoza, 2000) presenta Todo lo que me hubiera gustado saber antes de mi primer beso, una guía basada en su experiencia profesional y personal sobre cómo hay que gestionar el amor y las relaciones. Eso sí, a lo hecho, pecho, porque, como bien dice, siempre es mejor reírse de uno mismo mientras se aprende.

—¿Las relaciones de pareja tienen que ser de una determinada manera?

—No, pueden ser de muchas maneras. Pero en ellas tienen que reinar tres aspectos principales. El primero es el respeto. Y en el momento que se rompa eso, deberíamos huir de ahí. Luego, complicidad. Tener un mínimo de cosas en común que nos hagan conectar con esa persona. Y para eso tenemos que tener un criterio ya bastante establecido de lo que buscamos, que, por lo que veo en consulta, eso falla mucho. Es mucho más fácil conectar con alguien que buscamos activamente que si lo encontramos por ahí. También se ha romantizado mucho eso de encontrar el amor por casualidad, porque estábamos destinados para ello. Y luego, tener una buena comunicación. Es muy importante, pero a veces nos sobrecomunicamos y expresamos demasiada sinceridad, cuando no es necesario. Si un día estamos un poquito inseguros y lo hablamos con nuestra pareja para sentirnos mejor, pues eso está bien. Pero si lo hacemos constantemente, al final, tenemos una confianza falsa en la otra persona.

—En el libro vas soltando pinceladas de tu propia experiencia personal, ¿qué es lo que has aprendido?

—Que me iba a enamorar muchas más veces, que de una ruptura no te puedes morir. Es verdad que el sufrimiento es tremendo y que el duelo por una ruptura es uno de los sufrimientos vitales más duros por los que pasa una persona, junto con el duelo por una muerte. Pero se puede volver a nacer.

—Diferencias en el libro entre la persona que te gusta y la que te convences de que te gusta.

—Sí, a veces conoces a una persona y en la segunda cita ya no te encaja nada, pero como ya has ido con esa mentalidad de que quieres conocerla y en tu cabeza ya has romantizado esa historia, muchas veces te obcecas en que esa persona te gusta cuando ni siquiera te atrae. Por eso, deberíamos basarnos más en nuestro criterio que en lo que sentimos. Porque puedes estar nervioso antes de una cita, es lo normal. Pero muchas veces interpretamos esos nervios como mariposas en el estómago, cuando es ansiedad y lo que nos está diciendo es que no estamos cómodos con esa persona. Hay que aprender de dónde vienen las emociones y actuar de forma más fría.

—¿Por qué dices que los tipos de relaciones son como los «jeans»? Habrá algunos que se adapten muy bien y otros que, aun metiendo tripa, no te entren de ninguna manera...

—Hice esa metáfora porque es la ropa la que se tiene que adaptar a ti y no al revés. Y si, por ejemplo, tú no estás preparada para una relación abierta, no tienes por qué hacerlo por mucho que esté ahora más de moda o esté más visibilizado. Tienes que ver en qué modelo estás más cómodo y si dentro de ese modelo entran tus valores. Tienes que poner tus límites y decir qué parte es negociable. Ahora tenemos más opciones, y eso está genial, pero nos adaptamos a todo y, muchas veces, somos infelices por ello. Esto lo veo mucho.

—¿Qué diferencia hay entre el sexo casual y hacer el amor de forma casual?

—También veo mucho esto. Hacemos una separación un poco rara y decimos muchas veces: «Es solo sexo, yo no siento nada». Pero cuando tú tienes sexo esporádico con alguien no te arrancas tu sistema nervioso, no lo pones en modo avión. Sigues sintiendo cosas y experimentando emociones, porque el sexo es una forma más de interactuar con otra persona. Y yo intento humanizarlo. Igual tienes una relación de sexo casual con una persona los fines de semana y es una relación preciosa y se debe cuidar también, aunque no sea una pareja con un compromiso establecido ni con exclusividad. Simplemente, los fines de semana compartís ese tiempo y esa persona se merece igualmente un respeto y unos cuidados. No se puede separar el sexo y hacer el amor. Sientes en ambos casos. Cuando tienes sexo, también es una manera de hacer el amor. Compartes una parte de tu intimidad con esa persona, aunque no sea un momento profundo con tu pareja.

—¿Cómo se discute bien?

—Lo más importante creo que es validar a la otra persona. Nos cuesta muchísimo, pero deberíamos saber expresar lo que necesitamos sin atacar al otro, hablar siempre en primera persona y después, saber recoger lo que el otro nos dice y validarlo. Aunque es muy complicado cuando estamos en plena discusión. Pero con la práctica se puede mejorar muchísimo, y en el libro he elaborado una guía para discutir.

—¿Por qué no hay que hacer «hate» (odio) a los celos?

—Los celos son un conjunto de emociones que nos avisan de que algo está ocurriendo. Puede ser que venga dado de nuestras experiencias previas o que estemos viendo que esa persona nos está descuidando. Si los castigamos o lo vemos siempre de una forma negativa, nos impide aprender a escucharlos y ver qué es lo que nos están señalando. Ya veremos cómo los trabajamos después. Tengo la sensación de que como ahora está muy mal visto... si tienes celos, ya eres una persona tóxica. Y viene mucha gente a consulta porque tienen celos y quieren que se les pasen. Pero, primero, hay que ver de dónde vienen.

—¿Una infidelidad lo rompe todo?

—Sí, cuando hay una infidelidad se rompe todo y se empieza de cero. Si rompemos la base, que es la confianza, tenemos que saber si queremos perdonar o queremos que nos perdonen esa infidelidad. Y tenemos que empezar de cero. Volver a construir esa confianza y hacer muchísimos actos de servicio por la otra persona para que nos perdone. Y es un trabajazo por las dos partes. Pero se puede sobrevivir a una infidelidad.

—Me hace mucha gracia cuando dices: «Ojo de loca, no se equivoca».

—Me refiero a esa intuición que nos está diciendo que algo ocurre, porque son cosas que vas viendo. Aunque el dicho no es del todo cierto, obviamente. Pero tiene que ver un poco con que tú estás viendo cositas y no es tanta la intuición... Haz un poco de caso a eso, pero si no tienes algo evidente en lo que basarte, tu cabeza también puede jugar en tu contra.

—¿Necesitar a una persona significa tener dependencia emocional?

—Todos somos seres sociales y dependemos del otro. Necesitamos a las otras personas para hacer la mitad de cosas en nuestro día a día. Y también veo que es muy común que ahora todo el mundo tenga miedo de ser dependiente emocionalmente. Por supuesto, depender emocionalmente de tu pareja o de una amiga te impide hacer cosas y es algo muy duro. Pero que necesites hablar con una persona no te hace dependiente emocional. Tenemos la sensación de que todos somos superindividualistas e independientes y no es así. Quería hacer esa distinción.

—¿Cuando se rompe hay que dejar de seguir por redes al otro?

—Antes, nuestros abuelos, rompían y no se volvían a ver en mes y medio o así. Ahora, la misma tarde ya puedes ver que ha subido una historia. Y eso nos hace estar hipervigilantes con la otra persona. «Qué estará haciendo, habrá conocido a otra persona...». Al final, las redes no te ayudan a transitar tus emociones. Yo casi siempre recomiendo el contacto cero en las rupturas.

—¿Por qué es peligroso el momento «gossip girl» (chismosa)?

—Está muy bien tener personas en nuestra vida con las que podamos desahogarnos y sentirnos arropados, pero hay veces que si hablamos demasiado con nuestros amigos, entonces hablas tanto de ese tema, que no te permites superarlo. Porque cuando piensas mucho en algo, no estás dejando que transiten tus emociones, están activando la parte más cognitiva y es contraproducente. Tienes que dar paso a hablar de otras cosas, a ir al gimnasio, hacer tu vida.