El asturiano Alberto Coto, 14 veces récord Guinness, acaba de recibir uno de los Nobel de la Paz asiáticos: «La actitud, con c, para mí ya merece premio»

Yolanda García Ramos
Yolanda García LANGREO / LA VOZ

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Los vecinos de Langreo le dedicaron su propia calle hace unos años, por su gran valía a nivel mundial en cálculo mental, que también le ha llevado ahora a recibir el Gusi Peace Prize International en Manila

07 ene 2025 . Actualizado a las 12:32 h.

A veces, puede que nos quedemos con lo que vemos a simple vista, sin pararnos a analizar la parte más profunda y oculta del iceberg. Es verdad que Alberto Coto García (Langreo, 1970) fue récord Guinness 14 veces en cálculo mental, al ser capaz de sumar a una velocidad de seis operaciones mentales por segundo, y que la hazaña mundial le llevó a platós de televisión como Qué apostamos, Crónicas marcianas o Cuarto milenio. A su vez es cierto que, sin tener que esperar a que fuese a título póstumo como sucede en la mayoría de las ocasiones, sus vecinos de este rincón de Asturias decidieron en el 2020 ponerle a su calle el nombre de Alberto Coto García. Correos ya lo tiene controlado y no ve necesario llamar a Iker Jiménez. El niño que con poco más de cinco años comenzó a amar los números jugando al tute con su padre es ahora un hombre hecho y derecho que acaba de recibir en Manila (Filipinas) ni más ni menos que uno de los premios Gusi Peace Prize International 2024 junto a otra compatriota, Margarita Cabanás, que es, además, la primera mujer española en ganar el prestigioso galardón, no tan conocido en nuestro país, como tampoco los Princesa de Asturias lo son en la otra punta, matiza Coto. Y no por ello dejarían de ser relevantes.

Alberto Coto recibiendo el premio en Manila (Filipinas)
Alberto Coto recibiendo el premio en Manila (Filipinas) ALBERTO COTO

«Es un reconocimiento a la carrera profesional, que no es lo que uno necesariamente busca, ni mucho menos, aunque es muy agradable»

 Ella es oftalmóloga en Sevilla y realizó cientos de cirugías de cataratas en África. Aunque, reitero, por este lado del planeta los Gusi «suenen a chino» a algunos, se dice que son los equivalentes a los Nobel de la Paz, en Asia. El propio Alberto Coto habla de su alcance, a nivel personal y curricular: «Es un reconocimiento a la carrera profesional, que no es lo que uno necesariamente busca, ni mucho menos, aunque es muy agradable. Por otra parte, supone una grandísima motivación, la posibilidad de vivir una experiencia única en compañía de más personas de otros países y diferentes culturas, de poder compartir. Este premio me da un gran empujón para continuar con todo y a por todas».

Algunos de los premiados, ante el cartel anunciador de los premios equivalentes en Asia a los Nobel de la Paz
Algunos de los premiados, ante el cartel anunciador de los premios equivalentes en Asia a los Nobel de la Paz ALBERTO COTO

Explica que su relevancia como calculista es solamente parte de lo que lleva a cabo, con tesón e ilusión. «Eso siempre va a ayudar —reconoce— pero ya llevo muchos años dando conferencias por todo el mundo, primero por España, donde recorrí las 52 provincias, dando charlas en colegios e institutos, y luego en Hispanoamérica». «En mi caso concreto valoraron también mi campaña de prevención de la ludopatía», añade. «Con la habilidad de cálculo —subraya, enfatizando la capacidad que siempre tenemos de elegir un sendero u otro— podría haberme puesto en el lado del juego. Sin embargo, me pongo en el lado de la prevención. Voy con unos valores por delante. Lo tengo muy claro, desde siempre. Por mi recorrido profesional decidieron que yo era un buen candidato y luego que merecía el premio Gusi. Así que ¡doble satisfacción!».

 Su plataforma educativa

Seguramente que el Alberto Coto niño no pensaba aún que en el futuro acabaría encontrando la estimulación perfecta para enfocar un sueño así, ya como adulto, el de ayudar a otros en todo el mundo. Antes del galardón, que debe su nombre Gusi no al juguete de luz que vino de Estados Unidos a España en 1982, sino al héroe de guerra, filántropo y defensor de los derechos humanos Geminiano Javier Gusi (1920-1988), siendo su hijo Barry Gusi el actual presidente de la fundación que lo concede (este año a un total de 19 personas de diferentes países), el asturiano ya había impulsado una plataforma propia. Sin fronteras. Recibe el nombre de Plataforma Alberto Coto Mental Maths Olympiad, que ha involucrado a más de 38.000 jóvenes de 80 países, cuyo «impacto en la educación y la promoción de las matemáticas como herramienta para el desarrollo personal y social le han valido este reconocimiento internacional», según señalan. Coto apunta que «está funcionando muy bien». «Donde hay más ganas —enfatiza—. Yo soy mucho de meritocracia, no porque los chavales consigan muchos puntos, sino porque veo que se esfuerzan. La actitud con c, para mí ya merece premio». «Mi trabajo —cree— se va a asociar siempre a las matemáticas, pero no lo veo tanto así. Esto es más transversal, algo educativo. En la plataforma que desarrollo defiendo unos valores muy claros, que son la constancia y la perseverancia. Cuando un niño le dedica diez minutitos al día, sin excusas, y ve que mejora y crece, automáticamente va a ganar confianza en sí mismo, va a incrementar su inteligencia intrapersonal y su seguridad, a la vez es un ejercicio mental». Que el cerebro es un músculo y deberíamos ejercitarlo más a menudo lo puso de relieve en su discurso en Manila, a finales de noviembre.

«En la plataforma que desarrollo defiendo unos valores muy claros, que son la constancia y la perseverancia»

«En nuestro país la educación ha pegado un bajón en los últimos años»

Si alguno de los presentes oye mencionar la palabra «matemáticas» puede que le apetezca salir corriendo y, si es posible, alcanzar Marte. Es mi caso. Por eso acabé en el periodismo. Mi zona de confort eran las letras. Aun así, me las vi y me las deseé con alguna asignatura relacionada con esa materia en la carrera. Pensaba que me «perseguirían» toda la vida, recordando un profesor de instituto al que no entendía nada y que me hizo «odiar» las mates. Esta reflexión personal entronca con lo que realmente sucede a menudo en la enseñanza, en general. Por un lado, el éxito de Coto en Asia tiene su razón de ser: «Hay sociedades para las que el cálculo mental es muy importante. A Oriente Medio y a Egipto voy continuamente. Allí incluso hay academias particulares de cálculo mental. ¿Por qué? Son comerciantes. Manejan constantemente los números. Los viven en el día a día y para ellos es determinante. Creo que también debería serlo aquí en España».

Enlaza con otro asunto espinoso: «En nuestro país la educación ha pegado un bajón en los últimos años. He visitado muchos centros educativos y lo dicen hasta los profesores, que son los que saben del tema, no los políticos». «También se han perdido valores. Fui a un colegio en Tailandia con niños, algunos muy pequeños. Estuvieron formales tres horas. En España... sería imposible», finaliza.

La ceremonia de entrega de los Gusi Peace Prize International con los premiados
La ceremonia de entrega de los Gusi Peace Prize International con los premiados ALBERTO COTO

Coto también tiene alma de nómada, pues el trabajo que realiza lo lleva a sumar kilómetros y kilómetros. «Lo más bonito de viajar —subraya— es que puedes abrir los ojos, aprender con otras cosas y hacer la comparativa de lo que te gusta de tu país, pero también de lo que puede fallar. Dentro de esto último, diría que la nuestra es una sociedad en la que parece que no hay sangre. ¿No hay ganas de mejorar? ¿No hay ganas de conseguir algo? ¿A qué estás esperando, a que te llegue una subvención? Es una apatía total. La gente se acomoda». Él se muestra «supermotivado» habiendo sido el Gusi Peace, algo así como conquistar un ochomil: «Tengo la cabeza ardiendo de nuevos viajes y nuevas historias. Independientemente del tema laboral, como ser humano me pregunto: ‘¿Qué quiero hacer en mi vida?’. Acercar el cálculo mental, los números y los valores que defiendo alrededor del mundo. Yo creo que está ahí para que sea conocido y puedas aprender». Pues Coto, te vamos a poner nota numérica. ¡Una frase de 10!