En esta familia de Vimianzo conviven cinco generaciones: «Una de mis abuelas, con 95 años, hace la cama todos los días, y la otra, con 98, palilla sin gafas»
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Más de nueve décadas separan a la taratabuela Cándida y al pequeño Thiago. Entre medias cinco generaciones, de una familia en la que predominan mujeres, que han sido madres muy jóvenes
28 ene 2025 . Actualizado a las 11:40 h.A Cándida y a Thiago los separan 95 años. Ella cumplirá los 96 el próximo mes de abril y el pequeño vino al mundo hace seis meses. Entre ambos, cinco generaciones de una misma familia, en la que predominan las mujeres, que curiosamente han sido madres muy jóvenes, una particularidad que favorece, en parte, que puedan coincidir tantos escalones del árbol genealógico en el tiempo. Pero no solo es cuestión de cumplir, sino de cumplir bien. Cándida está estupenda a sus noventa y tantas primaveras. Tiene dificultad para hablar por teléfono, porque no escucha del todo bien, pero se vale por sí misma, se asea ella sola, aunque su hija está delante por precaución, camina mucho a diario y disfruta doblando la ropa que su hija María, con la que vive, recoge del tendal. Aunque no cocina, Cándida a sus casi 96 colabora con las tareas domésticas en la casa en la que vive con su hija y su yerno. «Hace su cama todos los días», apunta María Blanco Lema, que tiene dos hijas, Francisca y Mónica, que se llevan seis años entre ellas, y dos bisnietos.
Cuando nació su primogénita, María y su marido trabajaban en Suiza como temporeros. Los meses que pasaban en el extranjero, la pequeña Francisca se quedaba al cargo de una tía, pero cuando nació Mónica ya era mucho dejarle a las dos niñas, y decidió quedarse aquí y que fuera su marido el que viajara. Aunque Mónica regresó de Suiza con apenas tres meses, veintipico años después hizo el mismo camino que un día hicieron sus padres, y a día de hoy sigue allí viviendo, donde ha formado una familia junto a su marido y sus tres hijos. Francisca, sin embargo, reside en Tufións, a cinco minutos de Carnés, en Vimianzo, donde viven su madre y su abuela.
No suelen verse a diario, se juntan los fines de semana cuando pueden, pero ella sabe que su realidad es una suerte de la que no muchos disfrutan. «La verdad es que hoy en día ya no hay tantas familias con tantas generaciones, ya no existe. Aquí, por nuestra zona, no hay más. Es bonito. De momento, tanto mi madre como mi abuela están estupendas, yo vengo solo de visita, y eso está bien. Estoy muy tranquila de que estén las dos juntas», cuenta Francisca, que puede disfrutar de sus nietos y de sus abuelos al mismo tiempo.
Ella tuvo a sus hijos, Darío y Laura, con 19 y 24 años. «Fui madre muy joven, sí, lo recuerdo un poco difícil, pero, bueno, se llevó bien. Cuando nació el mayor vivíamos en casa de mis padres, estuvimos cinco años después de la boda, y luego nos independizamos, arreglamos una casa que era de los abuelos de mi marido con la ayuda de mi padre y de mi suegro, en la que estamos viviendo ahora, y al poco nació Laura», cuenta Francisca, que cuando Darío tenía 3 años se puso a trabajar, y así estuvo hasta hace apenas un año cuando lo dejó para hacerse cargo de un tío de su marido que enfermó. «Llevo atendiéndolo más de veinte años, yo era la que lo acompañaba al médico, o le llevaba las medicinas, pero ahora necesita más de mí, está encamado. Hace un año se vino a vivir con nosotros y yo dejé mi trabajo para poder atenderlo», señala quien ha probado suerte como dependienta, en la campaña de vacunación de la trucha, de ayudante de cocina o cuidando a personas mayores.
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La barrera de los 100
Encargarse de este familiar, no le impide ejercer su papel de abuela. De hecho, al más pequeño lo tiene 24 horas al día, porque su hija Laura y su yerno están viviendo en su casa ahora mismo —igual que hizo ella en su momento—, aunque tienen en mente mudarse en un par de meses. «Estamos disfrutando mucho del nieto, estamos todos juntos en casa», indica.
Francisca está muy contenta de que sus hijos siguieran sus pasos en la maternidad y la hicieran abuela con apenas 45 años. «Darío tuvo a Gael con 25 y Laura a Thiago con 24. Sí, para hoy en día son muy jóvenes, pero yo prefiero que los tengan así y no a los 30. Es diferente, claro, pero así yo también soy más joven para cuidarlos», dice Francisca, que cuenta que cuando su abuela conoció a sus nietos fue «muy emotivo». «Ser tatarabuela son palabras mayores», apunta Francisca, que casi al final de la charla nos descubre que, a sus 50 años, puede presumir de tener dos abuelas que están estupendas de salud. «Una con 95 hace la cama todos los días, pero la madre de mi padre, María, tiene 98 y está incluso mejor. También hace la cama, cuando la dejan, cuelga la ropa, hasta palilla ¡sin gafas! La verdad que está muy bien», señala Francisca, que tiene muchas opciones de cruzar la barrera de los 100. «Firmo, pero estando con ellas».
Aunque es una bendición poder disfrutar de los mayores, saben que esto no va a durar toda la vida, por lo que están intentando aprovechar el tiempo que puedan. De ello da fe Laura, que no desperdicia cualquier ocasión para inmortalizar a sus bisabuelas con su pequeño de seis meses. «Estoy muy contenta de que haya podido conocer a mi hijo, que después él puede acordarse, o si no se acuerda porque es muy pequeño, que le pueda enseñar fotos y contarle que tuvo la suerte de conocer a su tatarabuela», dice Laura. La joven mamá confiesa que, aunque viene de una familia con mucha presencia femenina, tenía claro que quería que su primer hijo fuera un chico. Un peque de apenas unos meses que duerme toda la noche, se porta de maravilla, «pero también tiene su carácter». En carácter, dice, se parece a su madre. En cambio, físicamente, cree que ha salido más a su familia paterna. Asegura que están buscando una casa para mudarse con el pequeño Thiago, pero no hay queja de la convivencia de estos meses. «Yo hace tres o cuatro que ya me había independizado, pero ahora volvimos cuando nació el niño y la verdad que ha ido muy bien. Cuando es tan pequeño se agradece la ayuda de una madre», cuenta Laura.
Una suerte, sin duda, poder disfrutar de los tuyos tantos años, y conservando la salud. «Para mí es muy, muy bonito, me gusta mucho estar con los nietos, y con los bisnietos, me encanta. No los tengo mucho porque están con sus padres, pero cuando nos juntamos aprovechamos mucho», dice María.