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Elena Herraiz, «Linguriosa»: «La gente se mete con los que dicen ''murciégalo'', y en realidad era la forma original»

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Confiesa que tiene una conexión especial con el futuro del subjuntivo, aunque «prácticamente se ha perdido», y defiende que en lingüística no hay errores, sino una evolución. «La lengua la hacen los hablantes», asegura

14 mar 2025 . Actualizado a las 15:10 h.

Elena Herraiz (Guadalajara, 1992) es una apasionada del lenguaje. Con una visión aguda y una curiosidad insaciable —de ahí su seudónimo Linguriosa— se dedica a divulgar sobre el mundo de las palabras, su evolución y sus usos. A través de su trabajo, —la podemos ver en Cifras y Letras en La 2, tiene un pódcast, Tú de ciencias y yo de letras, un canal de YouTube y una cuenta de Instagram— ha logrado acercar la lingüística al público general, desmitificando conceptos y mostrando el poder del lenguaje en la vida cotidiana. «La lengua la hacen los hablantes», asegura esta manchega afincada en A Coruña, que estudió Traducción e Interpretación, porque pensó que podría ganar dinero. «Acabé la carrera sin tener ni idea de interpretar, lo que más se ve es la traducción, y realmente tampoco te creas tú que me gustaba mucho. Cuando terminé no tenía ganas de traducir ni de interpretar, e hice el máster para ser profe de español porque dije: ‘Con esto puedo viajar y vivir en cualquier parte del mundo realmente'».  

 —¿Has dado en la clave para explicar la lengua de una forma que llegue, no?

—Creo que también es un poco de suerte porque, al final, no hay ningún manual para saber qué es lo que va a funcionar en redes sociales. Yo lo explico de la forma que me habría gustado escucharlo y me imagino que habrá mucha gente como yo, y mucha gente también que no me aguanta y no lo entiende como lo explico.

 —¿No tienes muy buen recuerdo de tus profes de Lengua?

—Sí, sí, con mi profesora de Lengua del instituto todavía mantengo el contacto y, genial, de hecho, me gusta tanto la lengua gracias a ella, pero me refiero al tipo de vídeos que yo veía en YouTube, el tipo de divulgación, a mí me gusta este estilo, que hay más de otros ámbitos, y yo lo hice con la lingüística. A lo mejor no es tan académico, lo he intentado hacer un poco desde la curiosidad, desde pasártelo también bien, de entretenerte mientras ves algo y aprendes.

 —¿Cuál es la curiosidad lingüística que más ha sorprendido a tus seguidores?

—Uno de los primeros vídeos, el de por qué en Argentina se dice vos. Siempre hay una época del año en la que de repente se empieza a viralizar, además que hablo superdespacio, porque al principio yo hablaba así, no sé cómo la gente sigue viéndolo.

 —¿Tú no tienes espíritu corrector? Abogas por que cada uno hable como quiera.

—Realmente, todo el mundo habla como quiere. Tú ahora mismo estás hablando como quieres, nadie te está poniendo una pistola ni te está diciendo cómo tienes que hablar, y depende del contexto, depende de la situación, vas a hablar de una forma u otra, tú eres la que decide. Que una persona esté corrigiendo a otra por su forma de hablar me parece de muy mal gusto, y más cuando la lengua la hacen los hablantes. Antes estaba viendo un meme de lingüística de un monje escribiendo en la Edad Media que decía: «Madre mía, la gente está escribiendo ver con una e en vez de con dos es, están destrozando el idioma». Al final, todo el mundo durante todas las épocas va a pensar que estamos destrozando el idioma, pero no se destroza, va cambiando. Si habláramos igual que hace 15 siglos, hablaríamos latín, no español.

 —¿No hay una línea roja entre expresarse libremente y correctamente?

—Lo que marca que sea un error o no es una academia. En el español, la que más prestigio tiene es la RAE, que va a decir lo que es correcto o incorrecto. Pero todo lo que decimos ahora, en algún momento fueron errores, porque no era la norma. Porque no estamos hablando latín. En lingüística no puede haber errores, no tiene ningún sentido. Simplemente es una evolución. Por ejemplo, en la Edad Media el verbo debería lo puedes ver como debería o como debría. Y no estaba mal. Simplemente fue una evolución por analogía, igual que no decimos habería, sino habría. Una triunfó, otra no. No significa que una sea más correcta que otra. Otro ejemplo, el presente de indicativo del verbo roer tiene tres formas: roo, royo, y roigo. No se usa mucho, y menos en primera persona, y ninguna ha cuajado. Todavía están las tres registradas. Lo de que sea error o no, tenemos que empezar a quitárnoslo de la cabeza.

 —Desde pequeños enseguida nos enseñan «lo correcto», por ejemplo, las normas de ortografía.

—Es que la ortografía, al final, son unas normas que se inventaron los monjes, luego la RAE fijó estas reglas, que van cambiando. Las que marcó la RAE en el siglo XVIII no son las mismas que usamos ahora. Es algo que se crea y que tenemos que aprender, pero juzgar a una persona porque no conozca todas las reglas de ortografía es como juzgarla porque no se sepa la ley física de no sé qué. A mí me parece bastante clasista decir: ‘Madre mía, esta persona que no sabe…'. A lo mejor no ha tenido las posibilidades socioeconómicas de aprenderlo y ya por eso vas a tacharla de... Me parece feo.

 —¿Qué te hubiera gustado que hubiera sobrevivido hasta hoy?

—Es totalmente subjetivo. A mí personalmente, por ejemplo, el futuro del subjuntivo me gusta mucho, tengo ahí una conexión, y el futuro prácticamente no se usa. Solamente quedan algunas expresiones fosilizadas como «donde fueres, haz lo que vieres». Pero se ha perdido.

 —¿Cuál crees que es el mayor cambio en el español en el último siglo?

—Se suele ver generación tras generación. En el léxico es donde más se ve el cambio. Mucha gente, por ejemplo, ahora se mete con las personas que dicen murciégalo o almóndiga. Y no solo está aceptado, sino que murciégalo es tal cual pasó del latín. La forma original, entre comillas. La gente empezó a decir murciélago porque es común en fonética cambiar de orden dos sonidos, se llama metátesis. Esto sería un error, entre comillas, al principio, pero al final, se ha convertido en estándar. Y lo que era estándar se ha convertido en vulgar. O, por ejemplo, almóndiga está en el diccionario desde la primera edición y ahora tiene muy mal prestigio.

 —¿Debería tener más en cuenta la RAE cómo se habla en la calle?

—Deberíamos usar el término incluir más que aceptar, porque parece que al final la que decide cómo se tiene que hablar es la RAE y no. La RAE y, en general, las academias o los diccionarios recogen el vocabulario que se usa. La RAE, concretamente, se encarga del estándar, una especie de lengua artificial que sirve de referencia para todos, que se construye tomando como punto de partida la lengua que más prestigio tiene, quitando el mayor número de regionalismos posible. Palabras que son muy regionales, normalmente no las va a recoger. O a veces sí, pone «en Álava se usa esta palabra». Y la función que tiene es ver qué palabras se están usando e incluirlas para que se puedan consultar. Cuando a la gente le molesta que se añadan palabras... pues precisamente esa es la labor. La RAE tiene que esperar un poco. Las palabras se añaden al diccionario siempre con más retraso que se usan, hay que ver si es temporal o si ha calado.

 —¿Cómo ha cambiado la manera de escribir con las redes y los mensajes?

—Hay una cosa curiosa, se está viendo una variedad del español común a todas las variedades regionales. Es decir, gracias a las redes estamos viendo que personas, generalmente gente joven, de Madrid están usando palabras que eran típicas del español de Colombia o del de Argentina. Y personas de Argentina están usando palabras que eran típicas de Madrid. Como una homogenización de las diferentes variedades. Me parece muy interesante.

—¿Qué regla gramatical te parece innecesariamente complicada? ¿El le y lo/la?

—Eso me parece curioso, porque al final el leísmo existe, ha habido confusión. El le sería dativo, y el lo/la sería acusativo. Ahora ya no tenemos las marcas de esos casos. La confusión entre estos dos casos, entre dativo y acusativo, existe desde el latín, y en la Edad Media se hizo todavía más fuerte. Entonces, que ahora mismo nos estén enseñando «el le se usa aquí...» Hay una cosa muy curiosa, el le es para complemento indirecto, lo/la para directo. Pero la RAE dice que el le para complemento directo, cuando se refiere a persona singular, está aceptado. Puedes decir le llamo o lo llamo. Sin embargo, les llamo no está aceptado, sería los llamo. ¿Por qué? No tiene sentido.

 —¿Ves beneficioso incorporar anglicismos?

—Depende de la situación y de con quién hables. Por ejemplo, si estás hablando con una persona que no sabe inglés o que no conoce esos anglicismos me parece muy pedante y no va a facilitar en absoluto la comunicación. En ese caso, no me parece útil. Ahora bien, por ejemplo, en el mundo del márketing se usa muchísimo: «Ahora tengo una call». Si en ese ámbito es más eficiente por lo que sea, que yo lo desconozco y funciona perfectamente la comunicación, ¿qué problema hay? Si no te gusta, no lo uses, pero tampoco juzgues a otra persona porque sí lo quiera usar.

 —¿Te han corregido alguna vez?

—Me corrigen constantemente en redes. Cuando subo vídeos a YouTube, siempre ponemos bibliografías. Al final, te estoy contando un montón de cosas, me parece bien que desconfíes, me parece guay que todo el mundo desconfíe de todo lo que te cuentan, porque últimamente con las fake news, (otro anglicismo) te pueden contar cualquier cosa. Pues siempre tiene que venir una persona a decirme: «Eso no es así». Y es como, tío, hay muchísimo trabajo detrás de este vídeo. Y tú vienes simplemente a decir «eso no es así», sin dar ningún argumento, sin poner la fuente, nada.

 —¿Tienen más en común las letras y las ciencias de lo que parece?

—Realmente, la lingüística es una ciencia. Porque para llegar a ese conocimiento se usa un método científico. Al final, todo está debajo del mismo paraguas. Parece que hay una distancia enorme entre la lingüística y la medicina, pero luego de la medicina con la biología, con la física, con la química, con cualquier otra ciencia, de lo que la gente llama ciencia, es parecidísimo. O sea, una persona que ha estudiado Medicina me va a saber decir por qué las mareas influyen en la Luna... No, no tiene absolutamente nada que ver. Hay tanta distancia entre la medicina y la física como entre la lingüística y la medicina.