Hosteleros y chavales rechazan la creación de un botellódromo en la explanada del recinto ferial o en la Alameda
07 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.Las obras de reforma en el Campillo no van frenar el consumo de alcohol descontrolado a la sombra de la basílica de Santa María la Mayor. Para los jóvenes que van de botellón es un lugar estratégico, puesto que al no liquidarse allí la noche, están a dos pasos de la zona de pubs de la ciudad. Es un punto de encuentro.
Los botelloneros lo saben y rechazan tajantemente «que nos trasladen», por ejemplo, a la explanada del recinto ferial, o como mal menor, a la Alameda. El grado de descontrol que se ha alcanzado en el Campillo ha hecho que algunos jóvenes, por su cuenta, elijan la plaza de A Pedreira (Mugartegui) y sus soportales como punto de encuentro «para tomar unas copas tranquilamente».
Los vecinos de Santa María tienen la esperanza de que las intenciones del Concello de sacar el botellón de allí se materialicen. Sostienen que llevan años sin poder descansar en paz en las noches de movida, y antes del alcohol, ya tuvieron que verselas con las drogas. Ahora, las fachadas de sus hogares se transforman en urinarios públicos y sus huertas en basureros. Jueves, viernes y sábados, algunos días más que otros, pero siempre la misma postal al mirar por sus ventanas: jóvenes consumiendo litros y litros de alcohol sin vigilancia, sin permiso, sin miedo, y lo más grave, sin consecuencias ni responsabilidades.
Hosteleros, vecinos y afectados demandan al Concello que actúe contra el fenómeno social para erradicar de una vez por todos con el problema del Campillo. Sin embargo, el gobierno local asegura que prohibir la celebración del botellón no solucionaría nada, aunque precisamente la prohibición puso fin al consumo descontrolado de alcohol en las calles de lugares tan dispares como Cáceres o Sada. En el caso de la ciudad extremeña, el Ayuntamiento sí optó por la institucionalización del fenómeno habilitando un botellódromo en su recinto ferial.
Ruido y basura
Además del insoportable ruido que causan los jóvenes cuando se reúnen de botellón, hay que añadir la incalculable cantidad de basura que generan, restos que a pocas hora de concluirse la sesión etílica, recogen los servicios de limpieza municipales, llegando a aslmacenar en un noche toneladas de basura.
Por otro lado, muchos consideran rídiculo que las autoridades municipales piensen que las juventudes del PP, PSOE y BNG, cuyos líderes se reunirán en la noche del lunes con Guillerme Vázquez, concejal de Seguridade Cidadá, representan a los botelloneros. Es un esfuerzo noble, pero esteril, insinúan los chavales de la ciudad del Lérez.
Desdel el Concello incluos s eplanteó el tema de la movida desde una óptica sanitaria. De hecho, un elevado porcentaje de personas que participan en el botellón son menores de 18 años, y muchos, además de alcohol, también consumen otras sustancias, principalmente cocaína, hachís y las denominadas pastillas de diseño. También se barajó en su día instalar contenedores de basura en el Campillo.