La batería de costa solo se ve desde el mar. En sus tiempos de gloria albergó a 88 hombres y 12 poderosos cañones
22 oct 2010 . Actualizado a las 11:32 h.Reconozcámoslo de principio: el nombre es todo menos original. Hay un castillo del Príncipe en la punta Galega, a la entrada de la ría del Nervión, en la localidad vizcaína de Guecho. También hay otro, mucho más famoso, en La Habana, levantado después de la expulsión de los ingleses, acontecida en el año 1763. Pero este del municipio coruñés de Cee se presenta mucho más humilde, pequeñito, no visitable puesto que se trata de otra de las escasas fortificaciones gallegas que se encuentran en manos privadas. Y encima se alza delante un auténtico vergel que impide ver las murallas y el emplazamiento de los cañones, unas y otro bien visibles desde el mar, por cierto.
Aquí no cabían mil hombres armados, como en el cubano, sino tan solo 88 para manejar un total de 12 cañones. Ahí, en ese saliente rocoso del litoral, y con el calendario marcando el siglo XVIII (1741 según unos, 1744 según otros), fue cuando en los tiempos de Carlos III se decidió dar un impulso a la protección de la ría de Corcubión. De modo que en una ribera se construyó el castillo del Cardenal y en la otra el del Príncipe.
En realidad, se trata de una pequeña batería circular con patio central y un edificio de planta baja con forma de u. Granito puro que cumplió su misión disuasoria: no se ha informado de que hubiera entrado en combate, y el hecho más destacado que protagonizó, militarmente hablando, es el haber acogido a la junta de defensa de la zona en 1809 para discutir cómo seguir hostigando a los poco amistosos soldados de Napoleón.
La visita, pues, no es posible. Si continúa este otoño con sol, la recomendación es alquilar en Fisterra una zódiac semirrígida (cuantos más vayan, a menos se sale por persona) con Alicia a los mandos y en media hora escasa plantarse ante las murallas (660 873 336).
El castillo no da para más. El día se completa con una visita al del Cardenal -bonito desde el barco y desde tierra-, que también es residencia privada y por lo tanto no accesible, y al pequeño casco viejo de Corcubión, con su iglesia con elementos góticos y fachada reciente, puesto que la vieja la acabó de derribar un temporal decimonónico. ¿Más tiempo? La playa de Nemiña espera, rumbo a A Coruña y doble desvío a la izquierda a Lires. Sin duda, uno de los arenales más espectaculares de la Costa da Morte.
¿Y el nombre del castillo? Pues procede del entonces heredero de la corona, Carlos IV.