«Quen me dea unha piña doulle un dólar!»: así retaba Andrés Balsa a quien osase subirse con él a un ring. Corría el año 1917 y este mugardés apodado en EE.UU. «el bull dog» vivía su particular sueño americano. Pero fue la suya casi siempre una vida perra, sin los focos que alumbran estos días a Ilia Topuria, el luchador que nos han metido hasta en la sopa.
Jesús Flores