Unos cinco millones de damnificados necesitan comida y agua urgentemente, mientras el Gobierno filipino declara el estado de calamidad nacional y moviliza al Ejército
Natasha Reyes, responsable de Médicos sin Fronteras, alerta sobre la escasez de medios con los que cuentan para hacer frente a la catástrofe natural más devastadora de Filipinas
Tres turistas gallegos, que ayudaron a los nativos a prepararse, estuvieron en el ojo del tifón el peor día de Haiyan en la isla de Malapascua, a unos 100 kilómetros de Tacloban, la ciudad más castigada.
El avance rápido del huracán por la isla evitó una catástrofe aún mayor puesto que se trata del más fuerte en tocar tierra con unos vientos sostenidos de 345 kilómetros por hora y rachas de 378 kilómetros
Una súbita crecida de seis metros del nivel del mar ha sumergido bajo sus aguas a decenas de miles de personas. Se trata de uno de los tifones más violentos de la historia