Lunes, 15 de Abril 2024, 13:00h
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Durante más de 150 años, los exploradores, científicos, geógrafos y técnicos del Instituto Smithsonian han ido recopilando un muestrario de todas las curiosidades minerales, botánicas, zoológicas, históricas, artísticas y etnográficas que encontraban en los más recónditos parajes de la Tierra. Y, al hacerlo, han ido formando de manera ordenada, etiquetada y organizada la mayor y mejor colección catalogada de historia natural del mundo. Más de 150 millones de piezas componen las colecciones de los 20 museos que integran el Instituto Smithsonian.
Comparando los especímenes recogidos, los científicos aprenden cómo cambia nuestro mundo al paso del tiempo. Siguiendo el registro de las piezas coleccionadas se pueden analizar los cambios naturales y los realizados por el hombre, sus consecuencias y las alteraciones que provocan en el ciclo de la vida.
El Instituto Smithsonian tuvo un singular origen porque se fundó en 1846 con fondos legados por el científico británico James Smithson, fascinado por la geología y la mineralogía, quien, sin embargo, nunca puso un pie en Estados Unidos. Rico heredero y buen inversor, Smithson amasó una fortuna que legó a su único sobrino. Pero estipuló que si su sobrino moría sin hijos –como así sucedió– su fortuna debería ir «a los Estados Unidos de América, para fundar en Washington un establecimiento de aumento y la difusión del conocimiento entre los hombres».
No se sabe qué impulsó a Smithson a tomar esa decisión. Casi todos sus escritos y documentos se quemaron en un incendio. Pero cuando el sobrino de Smithson murió sin herederos, en 1835, el presidente estadounidense Andrew Jackson informó al Congreso del inesperado legado, que ascendía a 104.960 soberanos de oro, o 500.000 dólares (equivalente a unos 12 millones de dólares actuales).
Tras un acalorado debate sobre si el Gobierno Federal tenía autoridad para aceptar ese regalo, el Congreso aceptó la herencia. Ocho años después, el Congreso aprobó el acta que constituía el Instituto Smithsonian, un híbrido entre asociación pública y privada que emplea a más de seis mil personas.
Decenas de ratones ciervo, un pequeño ratón de Norteamérica, permanecen etiquetados en los cajones del Departamento de Zoología de Vertebrados. La muestra de tantos ejemplares de la misma especie permite conocer a los científicos e investigadores, los únicos autorizados a entrar aquí, la diversidad genética.
En el Smithsonian se encuentran también las ropas, utensilios y obras de arte y artesanía de grupos étnicos extinguidos. Un aviso de la vulnerabilidad del planeta. Tan solo el uno por ciento de los fondos de la institución está expuesto. El Smithsonian adquirió especial popularidad a raíz de la película Una noche en el museo, protagonizada por Ben Stiller.
Decenas de armarios guardan en el interior del Museo de Historia Natural una de las mayores colecciones botánicas del mundo. Sobre la mesa central, el doctor David Bruce Lellinger (en primer término) y sus colegas exponen una muestra de hojas, raíces, flores, frutos e incluso lianas.
Lo que parece el atrezo de una obra de teatro son en realidad enormes huesos de ballena. Los fondos de la colección de mamíferos marinos del Smithsonian se guardan en los almacenes que la institución tiene en Maryland. El tamaño de algunos ejemplares obliga a conservarlos en naves de enorme tamaño. En las colecciones del Smithsonian se encuentran también guardados los esqueletos fosilizados de los gigantescos saurios que dominaron una vez la Tierra. Hay animales que desaparecieron en las cinco extinciones masivas previas a la aparición de nuestra especie.
La colección de peces debe ser conservada en frascos con alcohol, lo que obliga a utilizar recipientes herméticos y a manejar más peso y volumen de lo habitual. El alcohol, además, es un líquido inflamable, por lo que los científicos del Smithsonian, junto con la empresa 3M, han desarrollado hace poco un fluido estable e incoloro que sustituirá al antiguo conservante.
David Furth, director de las colecciones entomológicas, enseña una pequeña muestra de la más llamativa y variada de las colecciones de la institución. Millones de insectos recolectados durante dos siglos se ordenan en cajas catalogadas. De las cerca de un millón de especies de insectos que se conocen hoy en día, todas tienen uno o más representantes en la colección. En el instituto también se conservan animales como la paloma migratoria, el lobo marsupial o la vaca marina de Steller, eliminados por la caza abusiva de nuestra especie. Son un aviso, un testimonio perfectamente custodiado, que nos indica la necesidad de cuidar nuestro planeta y sus seres vivos.