Tiempo de preparación: 145 min + 10 h de salmuera
Ingredientes:
- 1 pollo de 1,4 kg aproximadamente
- 2 cucharadas de mantequilla en pomada
Para la salmuera:
- 60 g de sal por cada litro de agua
PASO A PASO
1. Se hace una salmuera generosa, mezclando agua y sal, en cantidad suficiente para sumergir el pollo entero en ella.
Se introduce el pollo en la salmuera dentro de un recipiente alto y estrecho y se deja, bien cubierto, en la nevera de 8 a 10 horas. Así conseguimos que el pollo se hidrate en exceso y cambien morfológicamente algunas proteínas para que en el horneado no se pierdan los jugos del asado.
Pasado el tiempo de remojo, se escurre el pollo, se seca bien con un trapo y, sin romper la piel, se eliminan el culo y el hueso del esternón. Si no somos capaces, tampoco pasa nada.
2. Precalentamos a 90 °C el horno y sobre una rejilla colocada encima de una bandeja –en la que colocaremos el limón y la cabeza de ajos partida en dos– horneamos el pollo con las patas estiradas, bocarriba, durante 90 minutos.
3. Se comprueba con la sonda del horno o un termómetro que alcanza en su interior los 60 °C, por si hiciera falta asarlo durante más tiempo. La sonda se clava en la parte más gruesa de la pechuga.
4. Acabado: se saca el pollo del horno y se sube la temperatura a 270 ºC.
Mientras, se deja reposar el pollo en la misma rejilla a temperatura ambiente durante 45 minutos, para que las carnes se asienten y obtengamos una textura más tierna y sabrosa.
Se pincela el pollo con el jugo que suelta en el horneado, para abrillantarlo. Y, ya para darle un toque final dorado, se devuelve al horno por unos 10 minutos aproximadamente.
Pasado el tiempo, se trincha el pollo con ayuda de un cuchillo, sobre la tabla, y se lo acompaña con una buena ensalada verde, patatas fritas o verdura.
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Para empezar con la receta de pollo rustido, se introduce el pollo en la salmuera dentro de un recipiente alto y estrecho y se deja, bien cubierto, en la nevera de 8 a 10 horas.
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Precalentamos a 90 °C el horno y sobre una rejilla colocada encima de una bandeja –en la que colocaremos el limón y la cabeza de ajos partida en dos– horneamos el pollo con las patas estiradas, bocarriba, durante 90 minutos.
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Se comprueba con la sonda del horno o un termómetro que alcanza en su interior los 60 °C, por si hiciera falta asarlo durante más tiempo. La sonda se clava en la parte más gruesa de la pechuga.
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Se saca del horno y sube la temperatura a 170ºC, se pincela el pollo con el jugo que suelta en el horneado, para abrillantarlo. Y, ya para darle un toque final dorado, se devuelve al horno por unos 10 minutos aproximadamente.
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Pasado el tiempo, se trincha el pollo con ayuda de un cuchillo, sobre la tabla, y se lo acompaña con una buena ensalada verde, patatas fritas o verdura.
TRUCO
No hay que preocuparse si, durante la cocción, el pollo no coge color ni suelta aroma a asado: eso significa que pierde jugos y sabor. Este método es más peculiar, pero de resultado extraordinario.