Un sorteo con historia
Un sorteo con historia
Miércoles, 20 de Diciembre 2023, 15:00h
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La cuenta atrás para el sorteo por antonomasia de nuestro país ha comenzado. El 22 de diciembre, como cada año, el Teatro Real acogerá el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad, uno de los eventos más importantes de nuestro país, ya que da el pistoletazo de salida a las fiestas navideñas a la vez que reparte 2.590 millones de euros en premios entre los participantes. La Lotería de Navidad es un sorteo que impregna el imaginario colectivo español. Sin embargo, nos hemos acostumbrado tanto a este sorteo que muy pocos conocen su curioso origen.
Corría el año 1808 y Napoleón había urdido un plan para convertir a España en un territorio más de su imperio. «Es un juego de niños, esa gente no sabe lo que es un ejército francés; créame, será rápido», aseguraba Bonaparte tan solo un año antes, cuando preparaban la estrategia para arrasar nuestro país.
Así, Napoleón engañó al primer ministro español, Manuel Godoy. Francia y España firmaron el Tratado de Fontainebleau en el cual se permitía el paso de más de 110.000 soldados galos con el supuesto objetivo de conquistar Portugal.
Pero todo era una treta. El ejército francés no tenía ninguna intención de ocupar Portugal y, a su paso por la península, el emperador iba conquistando las ciudades que se encontraba a su paso.
Sin embargo, los españoles no iban a ponérselo tan fácil. El resentimiento de la población por las exigencias de manutención y los continuos saqueos de las tropas extranjeras dieron lugar a numerosos incidentes y episodios de violencia. Esto, sumado a una gran inestabilidad política derivada de la querella entre Carlos IV y su hijo y heredero Fernando VII, orquestada por los franceses, que se inició con el Proceso de El Escorial y culminó con el Motín de Aranjuez y el ascenso al poder de Fernando VII, precipitó los acontecimientos que desembocaron en los primeros levantamientos en el norte de España y el Dos de Mayo en la capital del Reino que posteriormente ilustró el famoso pintor Francisco de Goya.
Finalmente el Gobierno de España llamó a las armas a 30.000 hombres, la gran mayoría sin experiencia previa en combate, y dio comienzo una guerra devastadora para nuestro país. En total fallecieron un cuarto de millón de españoles 200.000 franceses y 50.000 ingleses en los seis años que duró la contienda.
La conocida como Guerra de la Independencia española sumió al país en una profunda crisis económica. La escasez de alimentos y la mala situación política de España solo podía paliarse con la inyección de una importante suma de dinero. Así, para financiar los gastos militares, el Gobierno creó en el año 1812 la Lotería de Navidad. Según aseguró su promotor, el ministro del Consejo y Cámara de Indias, Ciriaco González Carvajal, este sorteo serviría para «aumentar los ingresos del erario público sin quebranto para los contribuyentes».
Para crear lo que conocemos como la Lotería Nacional el sevillano se inspiró en la lotería que, desde 1771, funcionaba en México, donde él había residido y ocupado altos cargos.
El primer sorteo de la Lotería de Navidad tuvo lugar el 18 de diciembre de 1812 y el primer ganador fue un español que ganó 8000 reales con el número 03604, por el cual pagó 40 reales.
La iniciativa recaudatoria fue un éxito. Y el juego de azar, como entretenimiento del pueblo, también. Poco a poco las tropas napoleónicas fueron retirándose de la península, lo que hizo que la Lotería, que partió de las ciudades de Cádiz y San Fernando, se organizara después en Ceuta y más tarde en toda Andalucía. No fue hasta 1814 cuando llegó a Madrid, ya con el sistema de bombos y bolas establecido un año antes.
Durante más de cien años, el sorteo se hizo con papeles, pero en 1913 se impusieron las bolas, fabricadas en madera de boj, con los números y las letras grabados con fuego. En el sorteo se utilizan 85.000 bolas de números y 1.787 de premios. Hoy en día, cada bola pesa exactamente lo mismo y los números están grabados con láser para que el peso de la pintura no distorsione el azar.
En esta imagen, de 1909, un grupo de premiados de origen humilde muestra sus papeletas con orgullo en el cafetín del Olivar, de Madrid. A pesar de su buena suerte, los agraciados hacen pocas demostraciones de su alegría porque, a principios de siglo, posar para una foto era algo solemne que había que hacer con seriedad.
El sorteo de Navidad se hizo más popular si cabe tras la llegada de los reintegros, que entraron en escena a partir de 1949. Sólo ocho años después, en 1957, los 30 millones de personas que por entonces vivían en España pudieron ver el primer sorteo televisado. En la imagen, un momento del sorteo de la lotería de Navidad de 1961 en la sala del edificio de la calle Montalbán, donde se celebró desde 1932 hasta 1962. Este último año la sede del Salón de Sorteos de Loterías y Apuestas del Estado se desplazó a la calle Guzmán el Bueno, en Madrid.
Durante años, en la víspera del gordo de Navidad, cientos de personas se arremolinaban a las puertas de la Casa de la Moneda, en Madrid, soportando temperaturas bajo cero. Querían ser los primeros en llegar y acaparar las entradas para poder ver el sorteo en directo. En 1949, la popular cola desapareció por orden del Ministerio de la Gobernación y fue sustituida por invitaciones oficiales. La imagen es de 1913.
Los niños de San Ildefonso cantan números de Lotería —que no el gordo de Navidad— desde 1771. El primero que lo hizo fue Diego López, alumno de la Residencia Internado de San Ildefonso. Cantó el número premiado de la lotería española del 9 de marzo de 1771, cuando reinaba Carlos III. En 1984 se incorporaron niñas tanto al colegio como al sorteo y en 2002 sustituyeron el antiguo soniquete de «150.000 pesetas» por el aún cacofónico «1.000 euros». En la imagen, Mariano Zamora, Mariano Fernández, Adolfo Alonso y Fermín López, que cantaron el gordo en 1906.
Los bombos metálicos, que se siguen utilizando en la actualidad en los sorteos de Navidad y del Niño, se estrenaron en 1850. Esta instantánea capta el momento en que se verifica el recuento de las bolas antes del sorteo, en 1914. Hoy las bolas con los números y los premios se examinan de forma pública un día antes del sorteo. Además de ser contadas, cualquiera de los asistentes puede examinarlas a título personal (previa autorización del presidente).
Antes de la revolución que supuso la venta de participaciones, no era raro que los premiados correspondieran con empresarios o banqueros que adquirían grandes cantidades de lotería para enviarla a sus clientes de ultramar, los ricos emigrantes españoles de Argentina o Uruguay. En la imagen vemos a los señores Arce y Álvarez Valdés, representantes del anónimo agraciado, cobrando los seis millones de pesetas en el banco de España de San Sebastián, en 1911.
Como muestra esta imagen de 1912, en la jornada del sorteo y los días siguientes, miles de personas se acercaban a pie, en bicicleta o en tranvía para consultar los números premiados en la lista que publicaba ABC en la Librería de Escritores y Artistas.
Tomás Bázquez (en el centro de la fotografía) es el dueño de la administración de la calle Serrano de Madrid, donde se vendió el décimo agraciado con el segundo premio en 1913. La creación de administraciones en todo el territorio nacional a partir de 1849 fue uno de los motivos que permitió la popularización de la lotería.