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Pippi Calzaslargas era mulata: la extraordinaria historia detrás del cuento

La hija del rey Carl I en los mares del Sur

Pippi Calzaslargas era mulata: la extraordinaria historia detrás del cuento

Detrás del famoso personaje Pippi Calzaslargas —creado por Astrid Lindgren— se esconde una historia real que tiene por escenario una diminuta isla de los mares del Sur, un poblado caníbal, un marinero sueco y una niña llamada Elsa...

Miércoles, 10 de Enero 2024

Tiempo de lectura: 9 min

Todo empezó con una pulmonía. La pequeña Karin llevaba ya varios días en la cama, y una tarde, aburrida de mirar al techo, le pidió a su madre que le contara otro de esos cuentos suyos tan divertidos. Pero no uno cualquiera, esta vez quería que le hablara de una niña que se llamaba… Pippi Calzaslargas.

Aquel nombre tan extraño surgió como de la nada, pero sin duda tenía algo, un poder evocador que hizo que su madre se quedara unos instantes con la mirada perdida, quizá más recordando que imaginando. Luego sonrió y comenzó su relato: «En los confines de una pequeña ciudad sueca había un viejo jardín abandonado. En el jardín había una vieja casa, y allí vivía Pippi Calzaslargas. Tenía nueve años y vivía completamente sola. No tenía padre ni madre, lo cual era una ventaja, pues así nadie la mandaba a la cama precisamente cuando más estaba divirtiéndose, ni la obligaba a tomar aceite de hígado de bacalao cuando le apetecían caramelos de menta».

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Anika y los niños. Los libros de Astrid Lindgren, creadora del personaje de Pippi, están traducidos a cien idiomas y vendieron más de 165 millones de copias en todo el mundo. Se la considera la cuarta autora infantil más traducida de todos los tiempos, después de Enid Blyton, Hans Christian Andersen y los hermanos Grimm.

Así arrancaban las andanzas de una niña pecosa, trenzas del color de las zanahorias y leotardos azules, traviesa y respondona, capaz de hablar con los animales e inventarse las historias más inverosímiles, de trepar al árbol más alto y levantar un caballo con una mano. Según contaba, su madre era un ángel en el cielo y su padre capitán, con él había surcado todos los mares antes de que una tormenta lo hiciera caer por la borda y lo arrastrara a una isla tropical, donde los nativos lo habían nombrado su rey. Como Pippi no se cansaba de repetir, su padre algún día iría a buscarla y ella sería princesa. Mientras, lo esperaba en Villa Mangaporhombro, acompañada por un mono llamado Señor Nelson y la libertad que da un cofre lleno de monedas de oro, sin más obligación que pasárselo bien.

A Langer se le encendió la bombilla al leer un viejo recorte de prensa: ese rey Carl se parecía mucho al capitán Efraím Calzaslargas

Astrid Lindgren empezó a contarle los cuentos de Pippi Calzaslargas a su hija Karin en 1941, en una Suecia que era un oasis de paz en medio de la Segunda Guerra Mundial. Cuatro años más tarde, aprovechando que ahora era ella la que tenía que guardar reposo por un tobillo roto, se animó a ponerlos por escrito. El primer volumen salió a la venta en las navidades de 1945 y tuvo un éxito inmediato. Siguieron otros dos, Pippi Calzaslargas se embarca y Pippi Calzaslargas en los mares del Sur, en los que ya tiene un papel estelar el capitán Efraím Calzaslargas, rey de la isla de Taka Tuka. Más tarde llegaron varias películas y una serie de televisión. No hay niño en Suecia que no haya crecido con las aventuras de Pippi.

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El marinero encantador que fue rey. Carl Emil Pettersson fue un marino sueco al que, tras un naufragio, la marea depositó en una isla del Pacífico, habitada por una tribu que practicaba el canibalismo. Gracias a su porte (lo llamaron 'Strong Charly') y a su encanto personal no solo logró que no le hiciesen daño sino que incluso se casó con la hija del rey de la isla. Su regreso a Suecia ocupó titulares en la prensa y habría sido la inspiración para el padre de Pippi, el pirata Efraim Langstrump (a la derecha), rey de los congoleses en la ficción.

El periodista Joakim Langer fue uno de esos niños. Un día, poniendo orden en el trastero de la casa de sus padres, encontró un viejo recorte de prensa con un titular muy curioso: «El rey Carl I vende su reino». En él se narraba la historia de un marino sueco que había naufragado a principios de siglo en las costas de un pequeño grupo de islas al norte de Papúa Nueva Guinea, bautizado como la mayor de ellas, Tabar.

Tras ganarse la confianza de los nativos, el rubicundo y fornido Carl se casó con la hija del cacique, al que acabó sucediendo en el trono. Dueño de una plantación de cocoteros y de una mina de oro, ahora el rey quería volver a Suecia debido a la enfermedad de su segunda esposa. A Langer se le encendió la bombilla al instante: ese rey Carl se parecía mucho al capitán Efraím Calzaslargas, y Kurudu, una de las islas Tabar, recordaba sospechosamente a Kurrekururu, el nombre que Taka Tuka tiene en la versión original de los cuentos de Pippi. Ahí había una historia y Langer decidió investigar.

Como cuenta en un libro publicado en Suecia en 2002 y que lleva el revelador subtítulo de Un viaje tras las huellas de Efraím Calzaslargas, no le costó mucho poner datos concretos a la biografía de aquel personaje de carne y hueso que había saltado a un cuento infantil.

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La 'verdadera' Pippi. Maria Chan (foto izquierda), nieta de Carl Pettersson y Singdo-Misse, defiende que el personaje de Pippi está inspirado en su madre, Elsa (en el círculo), la hija mayor de la singular pareja. Tuvieron nueve hijos, con algunos de los cuales aparece en la foto de la derecha, todos vestidos con trajes tradicionales suecos. Elsa, nacida en Tabar, una isla del Pacífico, con todas las libertades, fue forzada después a escolarizarse en un colegio católico, al que no se adaptaría. No es seguro que la autora del cuento conociese la historia concreta de Elsa, pero sí la de su padre, llamado el 'rey Carl I' por la prensa sueca.

El rey Carl I se llamaba Carl-Emil Pettersson y había nacido en 1875 en el pueblecito de Sollentuna, al norte de Estocolmo. A los 17 años se marchó a ver mundo. Cuando volvió de visita 15 años más tarde, contó que se había ganado la vida navegando en mercantes por el archipiélago de las Bismarck, entonces bajo soberanía alemana. En 1905, uno de sus viajes había acabado en naufragio y con él arrastrado por las olas a las islas Tabar. La vida allí le gustó, y decidió quedarse.

Montó una plantación de cocoteros, entabló amistad con el cacique Lamry y se enamoró de su hija, Singdo-Misse. En 1910 nació Elsa, la primera de sus nueve hijos. Su historia se hizo relativamente conocida en Suecia en 1914, cuando el popular diplomático y viajero Birger Mörner la relató en un libro y en varias lecturas públicas, en las que triunfaba una fotografía del rey y su esposa vestidos con trajes tradicionales suecos, acompañados por algunos de sus hijos.

Por desgracia, Singdo-Misse murió en 1921, y Carl regresó a Suecia para buscar esposa. Su visita y sus relatos de aventuras fueron recogidos por los periódicos locales, que no tardaron en dar el título de reina a la elegida, una mujer de padre escocés llamada Jessica Simpson. La prensa sueca siguió informando en los años siguientes sobre la idílica vida de los Pettersson y sus hijos en Tabar, sobre la marcha de las plantaciones y el hallazgo de una mina de oro. También recogió la enfermedad y muerte de Jessica en 1935, seguida dos años después por la del propio Carl, víctima de un infarto en Sídney. Luego, la historia del rey de los mares del Sur cayó en el olvido.

Y ahí siguió hasta que una madre sueca aspirante a escritora se acordó de ella cuando su hija le pidió que le contara cosas de una niña llamada Pippi Calzaslargas. Por asociación inconsciente, o por la magia de los cuentos, según se prefiera, Astrid Lindgren pudo haber convertido a ese Carl Emil sobre el que había leído de joven en Efraím Calzaslargas, y a las islas Tabar en Taka Tuka. ¿Y Pippi? ¿De dónde salió Pippi?

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Pippi y su creadora. Pippi fue interpretada en televisión por la actriz Inger Nilsson (en la foto, con  Astrid Lindgren), que entonces tenía 10 años y hoy tiene 64. Fue su papel más relevante; luego se dedicó más al teatro.

«Pippi está inspirada en mi madre». Es la sorpresa con la que se encontró la periodista Rebekka Endler en la ciudad australiana de Brisbane, mientras elaboraba un reportaje para la cadena Deutschlandfunk sobre las variantes del alemán surgidas en las antiguas colonias germanas. Una de esas variantes es el unserdeutsch, nuestro alemán, hablado por un centenar escaso de personas originarias del archipiélago de las Bismarck y repartidas hoy por media Oceanía. Entre ellas, una septuagenaria llena de energía llamada Maria Chan, de soltera Hörler, hija de Harry Arnold Hörler… y de Elsa Pettersson, la mayor de los nueve hijos del rey Carl y Singdo-Misse.

Elsa y Harry se conocieron en el hogar para niños mestizos fundado por jesuitas alemanes en Herbertshöhe, ahora Kokopo, en la mayor de las islas Bismarck. Allí había acabado Elsa tras la muerte de su madre y el viaje de Carl a Suecia en busca de una segunda esposa. La adaptación no le resultó nada fácil a una niña de diez años acostumbrada a la vida al aire libre, a trepar a los cocoteros y montar en canoa, a jugar con el mono que su padre le había traído de uno de sus viajes y nadar en las aguas cristalinas de Tabar. «Tuvo que haber sido un verdadero vendaval», resume su hija Maria. Y haber tenido un carisma especial, lo que explica que los ancianos de la isla le permitieran entrar en su cabaña, donde celebraban unos rituales mágicos por lo general vedados a las mujeres. En una de esas ceremonias le adjudicaron a Elsa el don de comunicarse con su animal totémico, el tiburón.

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Feminista y animalista. La creadora del personaje, Astrid Lindgren, fue una activa simpatizante socialdemócrata, feminista convencida y gran defensora de los animales. La peculiar relación del personaje con los animales tiene sus raíces en sus propias creencias, pero también coincide con la experiencia de Elsa Pettersson en la isla de Tabar.

Todo ese mundo quedó atrás cuando su madre se convirtió en un ángel en el cielo y la pequeña Elsa tuvo que cambiar la isla de Tabar por la residencia católica de Herbertshöhe. La hija del rey de los mares del Sur, la niña que podía hablar con los tiburones, pasó a ser una más entre medio centenar de niños, muchos de ellos huérfanos o abandonados. En el espartano ambiente de aquella burbuja alemana en mitad del Pacífico, no es raro que su carácter independiente se confundiera a menudo con rebeldía y resistencia a cualquier forma de autoridad... igual que le pasaba a Pippi en los cuentos que años después escribiría Astrid Lindgren.

Fue en la residencia católica donde Elsa aprendió alemán, también el unserdeutsch que los niños usaban para hablar entre ellos. Tras su boda con Harry Hörler, la pareja se instaló en la cercana Rabaul, donde nació la propia Maria y donde la familia vivió antes de trasladarse a Australia. Elsa nunca supo de la existencia de esa niña pelirroja y con leotardos azules, tan famosa en Suecia pero desconocida al otro lado del mundo.

El destino quiso que falleciera unos meses antes de que Joakim Langer llegara a Australia en busca de más datos sobre el rey Carl. Años después, cuando su hija Maria por fin leyó los cuentos, se sorprendió al comprobar que las dos niñas, la real y la imaginaria, además de peripecias vitales y habilidades como trepar a cualquier árbol o hablar con los tiburones, también compartían muchos rasgos de carácter.

Como suele suceder en las historias imaginarias, en las creadas por Astrid Lindgren pudo haber un punto de partida real pasado por el filtro personal de la propia autora. Es posible que las aventuras de Carl Pettersson y su familia narradas en la prensa sueca estén en los orígenes del personaje de Pippi, una niña que odiaba el colegio y que quería volver con su padre a la feliz isla de Taka Tuka, igual que Elsa quería volver a la feliz isla de Tabar y que todos, en algún momento, hemos querido volver a la feliz isla de la infancia.

Es posible que Elsa sirviera de inspiración a Lindgren, pero nunca lo sabremos: cuando Joakim Langer se puso en contacto con ella para plantearle su teoría, la anciana escritora no pudo o no quiso responder. Murió pocos meses después, a los 94 años, llevándose el secreto de la verdadera princesa de los mares del Sur.

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