El calamar vampiro del infierno y otras criaturas inquietantes
Ese es el nombre científico, Vampyroteuthis infernalis, de este cefalópodo mitad calamar, mitad pulpo. Fue visto por primera vez en 1903 y lo inmortalizó en este dibujo el zoólogo francés Louis Joubin, en una de las expediciones científicas del príncipe de Mónaco en 1920. Pese a su imagen aterradora, mide solo quince centímetros y es el único octópodo que no es un depredador. La ilustración de Joubin es parte de una reveladora exposición sobre las profundidades oceánicas del Bioparc Acuario de Gijón, hasta el 4 de diciembre.
El calamar vampiro
Moco luminiscente en lugar de tinta negra
El calamar vampiro vive en aguas templadas y tropicales de todo el mundo a un profundidad de 900 metros o más. A esa distancia, el oxígeno escasea... es la conocida como Zona de Oxígeno Mínimo o ZOM y para habitarla hay que tener un metabolismo muy singular. El calamar vampiro es, de hecho, el único cefalópodo que puede hacerlo. Otra característica imprescindible para sobrevivir allá abajo es adaptarse a la falta de luz. De ahí que tenga unos ojos de extraordinario tamaño. Sus enormes globos oculares permiten detectar incluso el más remoto de los reflejos. Tiene, además, un par de fotorreceptores en la parte superior de su cabeza, que le alertan de los movimientos que se producen por encima de él. Lo que no tiene es tinta de calamar. Porque no le resultaría útil donde todo ya es negro... Lo que expulsa al sentirse amenazado es una especie de moco, una nube bioluminiscente que lanza desde la punta de sus brazos, una cortina luminosa para despistar a los enemigos.
Monstruo negro del mar
Un macho que se acopla como parásito de la hembra
En 2014 científicos del Acuario de la Bahía de Monterey, en California, filmaron por primera vez un Melanocetus johnsonii, el monstruo negro del mar, también conocido como 'rape jorobado'. Lo hicieron con ayuda de un robot submarino porque no hay humano que pueda bucear a la profundidad a la que vive. Esta especie utiliza una especie de antena luminosa para atraer a sus presas. La antena tiene en su extremo bacterias bioluminiscentes que dirigen a los peces hacia mandíbulas repletas de dientes afilados. Las hembras pueden llegar a medir 20 centímetros mientras que el macho es diez veces más pequeño y no puede sobrevivir por sí solo, por lo que se acopla a sus compañeras como un parásito.
Medusa extraterrestre
Los fuegos artificiales del abismo
El nombre de la Fosa de las Marianas ya resulta sugerente pero, por si alguien necesita estimular aun más su imaginación submarina, en el fondo de la fosa hay una zona que se llama el monte Enigma. Ahí, precisamente, es donde en 2016 se observó por primera vez a esta medusa de aspecto alienígena. Una criatura luminiscente cuyo cuerpo iba oscilando entre diferentes tonos: púrpura, rosa, naranja y azul que se torna violeta... es la Halitrephes maasi, también conocida como 'medusa fuegos artificiales', una belleza poco conocida que habita a 1500 metros. Lo único que los investigadores encontraron allí, junto a la espectacular medusa, fue una bolsa de plástico.
Los gusanos zombies
Alimentarse de los muertos sin necesidad de boca
Se alimentan de los muertos. Llevan cien millones de años royendo huesos, incluso fosilizados, en las profundidades del mar. Los investigadores encontraron perforaciones indicativas de la presencia de estos gusanos, llamados Osedax, en la aleta fosilizada de un plesiosaurio y la costilla y el caparazón de una antigua tortuga marina. Ahora su principal alimento son los huesos de ballena. Cuando una ballena muere en aguas profundas cae al fondo del mar y su carcasa ofrece condiciones ideales para gusanos que se alimentan de huesos. Los osedax no tienen boca o aparato digestivo. Invaden los huesos con tejidos similares a raíces que penetran el material óseo para extraer nutrientes, lo que les ha valido el nombre de 'gusanos zombies'.
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