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¿Es este el rostro de la próxima pandemia? La plaga de superratas se expande por el mundo

Nueva York convoca una cumbre

¿Es este el rostro de la próxima pandemia? La plaga de superratas se expande por el mundo

El número de ratas se ha disparado en todo el mundo. Tanto que los científicos temen que causen la próxima pandemia. En España, ya se han identificado mutaciones genéticas en ratas de doce comunidades autónomas capaces de resistir a todos los raticidas. Frenar su crecimiento se ha convertido en vital. Nueva York ha convocado para septiembre la primera 'cumbre nacional' para acabar con las ratas urbanas.

Miércoles, 08 de Marzo 2023

Tiempo de lectura: 7 min

Un grito estremecedor resonó en la noche. Una rata se había colado por la mosquitera de la cuna del pequeño Stuart, de 3 años, y le había mordido una pierna. «La encontramos escondida bajo su camita», recuerda su padre, William Lebango, un agricultor de Tanzania. «Pero el bicho asqueroso escapó». Desde entonces no hay día en que por su casa no aparezca una rata. A su mujer le han diagnosticado el tifus causado por estos roedores. «Esto no tiene fin –dice Lebango–. No hay quien pueda con las malditas ratas».

Historias de terror así son habituales en Tanzania y tienen terribles implicaciones. El ébola y la COVID-19 han demostrado que un patógeno puede transmitirse de un animal a un ser humano y extenderse de forma exponencial por el mundo. Cuando la última pandemia comienza a quedar atrás, hay miedo a que las ratas estén incubando la siguiente.

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París, de 'ratatouille' a la plaga. París vive una de las peores plagas de roedores: según los expertos, hay 1,75 ratas por habitante.Una pareja puede engendrar una prole de mil ratas en dos años. La imagen muestra a varios roedores en el Campo de Marte. Una medida imprescindible es no dejar restos de comida en los parques y no alimentar palomas o gatos en la vía pública.

Además, las ratas están expandiéndose como nunca. Es difícil establecer cifras con precisión, pero durante la pandemia han ampliado su territorio. En Nueva York los avistamientos se han disparado; París vive la peor plaga en décadas; y en Londres hay quien estima que la población de ratas ya duplica a la humana.

Musculosa, feroz, con incisivos capaces de horadar el metal y el hormigón y con el don de escurrirse por el más diminuto de los agujeros. Hay pocos transmisores de enfermedades tan eficientes como la rata

En España, la población de ratas es de 19.570.000, según un reciente estudio de la empresa EZSA Sanidad Ambiental, lo que supone unos cuatro ejemplares por cada diez habitantes. Una cifra 'razonable', pero el estudio analizó 900 kilómetros de red de alcantarillado, lo que implica que puede haber más. Porque la rata que más se está expandiendo en las ciudades no es la de alcantarilla (Rattus norvegicus), sino la negra (Rattus rattus), que se mueve en parques y jardines. La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental alertó en noviembre de 2021 de este incremento porque habitan en zonas verdes próximas a colegios y parques infantiles. Además, construyen sus nidos en los árboles y apenas se diferencian de los de las aves.

El año pasado, el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria dio la última alarma: identificó mutaciones genéticas en poblaciones de ratas  de doce comunidades autónomas capaces de resistir a todos los raticidas conocidos.

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Cada vez más cerca. Investigadores españoles confirmaron que en doce comunidades autónomas de nuestro país hay ratas con modificaciones genéticas que las hacen inmunes a los venenos usados para su exterminio. En 2019 ya alertaron de la llegada de la rata negra, con una capacidad de reproducción de hasta cinco camadas al año.

Si hubiera que inventarlo, sería difícil crear un transmisor de enfermedades tan eficiente como la rata: musculosa, feroz, con incisivos capaces de horadar el metal y el hormigón y con el don de escurrirse por el más diminuto de los agujeros. Según la Organización Mundial de la Salud, hoy son responsables de más de 400 infecciones humanas al año, provocadas por las mordeduras, sus parásitos y sus orines. Cuenta con más de 60 patógenos susceptibles de infectar a las personas. Las ratas son el vector de la fiebre de Lassa, por ejemplo, una grave dolencia viral, no muy distinta del ébola, que todos los años infecta a 300.000 personas en África y causa 5000 fallecimientos.

Sus parásitos, asimismo, provocan brotes de peste bubónica en muchos países del mundo. El más afectado es Madagascar. Allí, el último gran brote provocó lo que los científicos más temen: la peste neumónica, transmisible de un ser humano a otro. Con el resultado de 209 muertes, por lo menos.

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Nueva York declara la guerra. En Nueva York ya hay más ratas que habitantes. Según los últimos datos, se estima que pueblan la ciudad 10 millones de ratas, frente a los 8,5 millones de humanos. La alarma es tal que el alcalde ha convocado una cumbre nacional de expertos para el mes de septiembre de 2024 para intentar encontrar soluciones a la plaga, porque todo lo intentado hasta ahora, no funciona.GETTY IMAGES

El mundo desarrollado ha erradicado la peste gracias al saneamiento y la minimización de nuestro contacto con los roedores. Sin embargo, hace pocos años, científicos de las universidades estadounidenses de Cornell y Columbia que investigaban la presencia de piojos, pulgas y ácaros en la rata neoyorquina hicieron un descubrimiento preocupante: entre los 6500 especímenes recogidos se localizó medio centenar de piojos de la rata oriental, conocidos por su relevante papel en la extensión de la peste negra, que acabó con el 60 por ciento de la población europea en el siglo XIV. Lo único que faltaba era el propio patógeno. El estudio también mostró que las ratas llevaban consigo 18 virus nuevos, desconocidos hasta la fecha.

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Londres, no hay un lugar inaccesible. Hace unos meses, un transeúnte grabó a dos ratas mordisqueando unos cruasanes recién horneados en el escaparate de un supermercado en Islington, un barrio de nivel alto en Londres. La escena es representativa de la expansión de esos roedores, que no dudan en lanzarse a por la comida donde quiera que esté, como en este comedero para pájaros en un jardín particular.

Entre los científicos preocupados está el profesor Steven Belmain, que lleva décadas estudiando a este animal. Belmain ahora está ayudando a la puesta en marcha de un proyecto destinado a declarar la guerra a las ratas. La iniciativa –la primera en el mundo– tiene por escenario Tanzania y Madagascar y es ambiciosa: su objetivo es erradicarlas por completo a través del sacrificio sistemático de poblaciones enteras. La idea es aprender a controlar su población antes de que la próxima dolencia 'X' tenga oportunidad de desbocarse.

Belmain, uno de los mayores expertos en ratas, confirma la creencia de que una rata famélica y de afilados incisivos puede estar subiendo por la cañería de desagüe del inodoro mientras uno está sentado en el retrete

Steven Belmain trabaja en la Universidad de Greenwich y es famoso por dar caza a las ratas en el mundo entero. Este especialista echa por tierra el viejo bulo de que uno, en todo momento, se encuentra a menos de dos metros de distancia de una rata, pero confirma la creencia de que una rata famélica y de afilados incisivos puede estar subiendo por la cañería de desagüe del inodoro mientras estás tan ricamente sentado en el retrete.

Steven Belmain y su equipo están proporcionando 5000 trampas a media docena de aldeas en Tanzania y Madagascar. Los vecinos tienen instrucciones de usarlas de forma permanente, a perpetuidad. Además, tiene previsto pertrechar a un centenar de ratas vivas con collares bluetooth para monitorizar sus movimientos.

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Las mordeduras durante la noche. Abdul Juma Haridi, de Chamwino (Tanzania), perdió varios dedos del pie tras ser atacado por una rata mientras dormía. La herida se gangrenó y tuvieron que amputarle las falanges. Tiene 58 años, es padre de tres hijos y ha perdido su trabajo como fontanero. «Sufro dolores constantes», explica.

También van a analizarlas para detectar las dolencias que acarrean, a fin de explorar el impacto ejercido por la reducción de su población. Porque el programa tiene sus riesgos. Numerosos brotes de enfermedad se han iniciado con la muerte de ratas a escala masiva. La desaparición de los huéspedes obliga a sus parásitos a trasladarse a nuevos portadores humanos en los que alimentarse. Para evitarlo, Belmain va a cubrir las trampas con polvos antiparasitarios y tender trampas contra parásitos.

La población ha recibido a los cazadores de ratas con los brazos abiertos. En estas aldeas, estos animales muerden a los niños, atacan a las madres que están dando el pecho, corretean sobre las personas mientras duermen y devastan las cosechas.

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Ratas bajo el radar. En un laboratorio de Morogoro (Tanzania) investigan la implicación de las ratas en la transmisión de nuevas enfermedades. Es una rata negra, aunque en África se han adaptado al entorno y tienen el pelaje marrón. Son más grandes que las europeas. La de Gambia llega a medir un metro de nariz a cola.GETTY IMAGES

Esas ratas son del tipo Rattus rattus, la especie que propagó la peste en Europa durante la Edad Media, también conocida como 'la rata negra'. Se cree que llegaron a Tanzania en el siglo VII a bordo de los barcos de los comerciantes. Si tiene éxito en su iniciativa, Belmain aspira a extenderla por todo el mundo en desarrollo. Según explica, en Europa es muy difícil llevar a la práctica un programa masivo de trampas como el de Tanzania, porque los salarios europeos lo convierten en prohibitivo, pero sí que cree posible llevarlo a cabo en las explotaciones de ganado, muchas veces asoladas por descomunales ratas engordadas con alimento animal. Se trata de ejemplares de 700 gramos y 60 centímetros de largo desde la cola hasta el hocico. Tan enormes que se liberan de las trampas de resorte tradicionales. Los campesinos y granjeros desesperados recurren a venenos anticoagulantes, pero hay una campaña para conseguir su prohibición por peligrosos, pues determinados depredadores de ratas, como las lechuzas, sufren intoxicación secundaria al ingerir el raticida.

En China y en Tanzania se están realizando ensayos de laboratorio con el objetivo de utilizar hormonas para reducir la prolífica reproducción de ratas. Belmain considera que se trata de una estrategia prometedora.

Pero, por el momento, sigue el miedo a que los roedores puedan hacer las veces de puente entre los animales silvestres y el ganado, creando las condiciones perfectas para nuevos brotes de enfermedad. Por eso, Steven Belmain subraya la necesidad de reducir la población de ratas a toda costa. «Si quiere que le diga la verdad, no sé si algún día llegaremos a vencer a la rata», manifiesta. Pero si no nos andamos con cuidado, la rata bien podría facilitar la difusión de una enfermedad que supondría su definitivo triunfo sobre el ser humano.