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Bill Gates Su divorcio, los antivacunas, la próxima pandemia «No suelo mostrar mis emociones, pero las tengo»

El empresario y mayor filántropo del mundo se encuentra en una situación complicada. No solo los antivacunas, también su relación con Jeffrey Epsteinsu divorcio de Melinda lo han colocado en el punto de mira. Bill Gates nos habló por primera vez en esta entrevista de las dificultades en su vida personal mientras sigue centrado en que no haya una próxima pandemia. Ahora, al conocerse que tiene una nueva pareja, sus confesiones cobran especial sentido.

Por Alice Thomson | Fotografía: John Keatley / Redux / Contacto

Sábado, 21 de Mayo 2022

Tiempo de lectura: 12 min

El había venido desde muy lejos hasta este prado azul, y su sueño debió de parecerle demasiado próximo como para que se le escapara». Esta cita de El gran Gatsby es la que escogió Bill Gates para adornar su biblioteca. Y la eligió porque la forma en que Gatsby cortejaba a Daisy les recordaba –a él y a su mujer, Melinda– los inicios de su propio noviazgo.

El hombre lo tenía todo. O casi. Billonario antes de cumplir los 31 años, su compañía, Microsoft, estaba en la vanguardia de la tecnología, pero a Gates no le bastaba con ser el más rico del mundo. Quería salvar a la humanidad. Durante las siguientes tres décadas donó más de 50.000 millones de dólares para erradicar la polio, eliminar la malaria y salvar millones de vidas. Hizo gala de dotes proféticas y fue de los primeros en avisar del cambio climático y del riesgo de una pandemia global.

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Un nuevo amor. Dos años después de su divorcio de Melinda, Bill Gates, de 67 años, tiene nueva pareja, Paula Hurd, de 60 años, viuda del  ex presidente de Oracle. La relación habría empezado hace un año. Habían sido ya fotografiados juntos en varios eventos, pero es ahora cuando se medios americanos han confirmado que entre ellos hay algo más que una amistad.

Pero si algo diferenciaba a Gates de otros magnates de Silicon Valley era su matrimonio. Bill y Melinda, que hoy tienen 66 y 57 años, eran la pareja perfecta. Tuvieron tres hijos –Jennifer, quien hoy tiene 26 años; Rory, de 22; y Phoebe, de 19– y crearon la Fundación Bill y Melinda Gates, con la que se convirtieron en los principales filántropos del planeta.

Afortunado en la vida, «y también en el amor», decía él. El matrimonio duró 27 años. Hasta que en 2021 anunciaron que se separaban. Y ardió Troya. A Gates lo acusaron de frecuentar al fallecido financiero y corruptor de menores Jeffrey Epstein, un individuo al que Melinda describía como «la personificación del mal». Se hablaba de 'Bill el adúltero'. De santo a pecador.

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¿Amigos? Bill y Melinda se conocieron en Microsoft, cuando él era el presidente y ella una brillante informática y economista. Tras 27 años casados, en julio de 2021 hicieron pública su separación. Él asegura que siguen siendo amigos. Ella, que siguen teniendo responsabilidades juntos.

He entrevistado a Gates cinco veces y ahora voy a hacerlo en Nueva York. Me pregunto si será un hombre distinto. Está previsto que hablemos de su último libro, titulado Cómo prevenir la próxima pandemia. Cuando nos vemos en el hotel, parece el mismo, con su suéter y sus mocasines de siempre.

«Vaya par de añitos que lleva…», le digo. «Su matrimonio se ha ido a pique y su padre ha muerto. Y se ha convertido en la bestia negra de muchos antivacunas».

«Es un hecho que trabajo en el mundo de las vacunas y que tengo mucho dinero. Pero eso de que quiero controlar los cuerpos de las personas es demencial»

Guarda silencio unos segundos. «Bastante complicado, sí», reconoce. «Pero lo más raro de todo es que mis hijos se han ido de casa. Mi hija menor acaba de marcharse a la universidad. Tengo previsto montar cenas interesantes por las noches unas cuantas veces por semana. Invitaré a especialistas en distintas áreas. Pero la casa estos días me resulta enorme».

Xanadu 2.0, la mansión de Gates en Seattle, tiene 6000 metros cuadrados, 18 cuartos de baño y una playa privada con arena importada del Caribe. Los Gates pasaron en ella gran parte de la pandemia junto con sus hijos.

Subraya que durante los dos últimos años ha puesto todo su empeño en derrotar al coronavirus. Su último libro se centra en cómo evitar algo semejante y tendría que ser de lectura obligatoria para todo dirigente político. «Pocas generaciones pasan por acontecimientos que provocan miles de millones de dólares de pérdidas y decenas de millones de muertes. Ningún terremoto o incendio ha causado tantos destrozos. Sin embargo, estábamos más preparados para hacer frente a los terremotos y los incendios. Cada año invertimos miles de millones en defensa, pero casi nada en protección contra las pandemias».

Gates se ha pasado horas estudiando las estadísticas de las respuestas al virus en cada país. «Porque siempre quiero saber los datos concretos».

¿El país que mejor gestionó la pandemia?

Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur al principio respondieron bien. Pero el país que más lo ha impresionado es Vietnam, por su sistema sanitario, sus mensajes a la población y su tasa del 98 por ciento de vacunación. «Es un caso aparte», dice. Defensor de los confinamientos, matiza que sus efectos son difíciles de evaluar. Por ejemplo, en Suecia las restricciones fueron moderadas, pero la población se comportó de forma responsable, como si estuviera confinada. En cambio, en Estados Unidos, más rigurosas, muchos se las saltaron. «Y Hong Kong es otro caso peculiar. Llevaron los confinamientos de forma excelente, pero cuando llegó la ómicron el porcentaje de vacunación de mayores de 65 años era del 35 por ciento, una cifra penosa». Japón es único, «por su obsesión por las mascarillas. Es el país con más ancianos, pero son delgados; y recordemos que el riesgo de fallecimiento tiene mucho que ver con la obesidad y la diabetes».

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En el punto de mira. Los antivacunas y negacionistas acusan a Bill Gates desde provocar la pandemia hasta de inocular microchips en nuestro organismo mediante la vacuna.

Gates tiene los números de los principales epidemiólogos y consejeros delegados de multinacionales farmacéuticas en su agenda telefónica. Y desde el primer momento tuvo claro que una vacuna sería el método más efectivo para detener la pandemia. «Nos doy un notable por nuestras vacunas, que han sido la mejor arma. Incluso la china Sinovac y la Sputnik rusa han funcionado bastante bien –opina–. La mayor decepción son los tratamientos».

¿El siniestro 'mister' Gates?

Da la impresión de que Gates se toma al virus como un enemigo personal. «Es verdad. No ceso de preguntarme si ha sido más listo que nosotros, cómo puede estar engañándonos. Todo esto sería más fácil si compartiésemos nuestros conocimientos y nos ayudásemos –reflexiona–. Pero se han dado mayores divisiones de las que preveía. Es la naturaleza humana; las pandemias sacan a relucir lo mejor y lo peor de la gente. Algunos individuos y países se consideraron con derecho a ser los primeros vacunados. En los países desarrollados vacunamos a jóvenes y niños mientras los ancianos africanos y latinoamericanos seguían sin ser inoculados».

Como el tecnófilo que es, le desagradó ver que mucha gente se comportaba de forma irracional… por no hablar de los antivacunas que lo detestaban abiertamente. El mes pasado dio una conferencia y acudieron en masa para boicotearla. «Por suerte se equivocaron de día y no me crucé con ellos. Esto de que me señalen como alguien que desempeña un papel siniestro en esta pandemia… Uno se queda atónito. Es un hecho que trabajo en el mundo de las vacunas y que tengo mucho dinero. Pero esta idea de que quiero controlar los cuerpos de las personas resulta demencial».

«Repetiría mi matrimonio con Melinda, todo lo vivido. En cuanto a mi futuro, no tengo ningún plan. Eso sí, recomiendo el matrimonio con entusiasmo»

Reconoce que se siente algo culpable por haber vivido la pandemia mejor que casi todo el mundo. «Tengo perfecta conexión a Internet, casas grandes, un avión privado en el que no hay riesgo de infección. Pude ver a mis hijos. Otras personas lo pasaron mucho peor, sobre todo los pobres, claro».

Recuerda que el día en que se decretó el confinamiento en Estados Unidos salió de su fundación diciéndose que todos sus proyectos estaban en peligro. «Lo que nos salvó fue el primero de mis amores: el ordenador. Todos se pusieron a trabajar con sus ordenadores personales y la productividad se mantuvo en un 90 por ciento. Destinamos más de 2000 millones de dólares a atenuar los efectos de la pandemia».

A Microsoft, sin duda, le fue muy bien. «A ver cómo se lo digo. Microsoft representa algo así como el 10 o el 12 por ciento de mi fortuna personal. Pero las acciones bursátiles en general se mantuvieron al alza, lo que nos permitió donar más dinero que nunca».

¿Qué le quita el sueño?

A medida que el mundo sale de la pandemia, la guerra se enseñorea de un extremo de Europa. Se diría que estamos entrando en una nueva era de fragilidades e incertidumbres. ¿Bill Gates sigue siendo un optimista? ¿Algo que le quita el sueño? «Bueno, espero que nunca tengamos que vérnoslas con el bioterrorismo, con un virus extendido de forma intencional. Pero estamos haciendo progresos en otras áreas, como la cura del VIH. Entre 1990 y 2020 hemos reducido la mortalidad infantil a la mitad, y podemos hacer otro tanto en las dos próximas décadas. Estamos realizando enormes avances en la comprensión del microbioma, lo que puede suponer la solución a la supernutrición en los países ricos y de la malnutrición en los pobres. Por no hablar de otros avances, en la prevención del alzhéimer, por ejemplo. En consecuencia, a pesar de tanta polarización y de tanto dirigente político que no está a la altura, sigo convencido de que la condición humana va a mejor».

¿Ha asumido su divorcio?

¿Es igualmente positivo en el plano personal? En una descarnada entrevista concedida a la CBS, Melinda dijo que solo ahora estaba empezando a reponerse de lo sucedido. ¿Y él? ¿Lo peor ha pasado ya? Le recuerdo que no es conocido como un hombre precisamente emotivo. «No sé qué decirle. No soy de los que muestran sus emociones. Pero eso no quiere decir que no sea emocional en el interior».

¿Poco a poco está asumiendo el divorcio? «No lo sé. No creo que los estereotipos al uso sean los más adecuados. Melinda y yo… Soy afortunado de seguir trabajando con ella».

¿Son amigos? «Yo creo que sí. En una entrevista reciente, Melinda prefirió no usar esa palabra, pero yo voy a usarla. La nuestra es una relación… importantísima, compleja, estamos muy unidos y por eso hemos decidido continuar trabajando juntos. Y estoy muy contento de que sigamos haciéndolo. La fundación la creamos entre los dos».

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Misión filasntrópica. Gates es el mayor filántropo del mundo, con donaciones por encima de los 23 mil millones de dólares. Lo apoya en esta labor su amigo Warren Buffett, quien a sus 91 años sigue siendo uno de los más exitosos inversores americanos.

También han estado casi treinta años casados. «Pues sí. Y tenemos tres hijos increíbles».

Melinda ha dicho que se siente apesadumbrada por el fin de su relación. ¿A Bill también le pasa? «Yo también estoy apenado, lo mismo que ella. Sí. El hecho es que crecimos juntos. Cuando me casé, Microsoft ya era una compañía de envergadura. Pero yo era un joven de 38 años y ella era madura para los 28 que tenía. Y durante los años siguientes aprendimos mucho juntos, hubo cosas que fueron bien, otras menos… Estamos hablando de más de la mitad de mi vida como adulto.  Hicimos muchas cosas juntos».

Supongo que tuvo que resultarle casi imposible dirigir una de las mayores corporaciones del planeta, una fundación enorme, relacionarse con los poderosos de todo el mundo y, a la vez, llevar un matrimonio y una vida familiar como es debido. «Prefiero no recurrir a esa excusa. No, no, yo siempre me tomé mi matrimonio muy en serio». Ya, pero seguramente en algún momento 'se dejó llevar'. «No. Tengo claro que el matrimonio es algo muy complejo; no vale la pena entrar en disquisiciones de ese tipo».

¿Ha sido usted infiel?

En muchos sentidos, un matrimonio de 27 años es un matrimonio de éxito. ¿Lo ve así? «Cuando los hijos se marchan de casa, todo matrimonio pasa por una transición. Por desgracia, la transición en mi caso fue un proceso de divorcio. Pero, desde mi punto de vista, el nuestro fue un matrimonio estupendo. No lo hubiera cambiado en absoluto. La verdad, me alegro de no haberme casado con otra persona».

¿Estaría dispuesto a casarse otra vez? «¿Si repetiría mi matrimonio con Melinda? Sí se refiere a repetir lo vivido, sí que lo haría. Si hablamos de mi futuro, ahora mismo no tengo ningún plan. Eso sí, recomiendo el matrimonio con entusiasmo».

En el curso de la entrevista con la CBS, Melinda dijo que los periodistas tendrían que preguntarle a su marido, y no a ella, si Bill le había sido infiel. ¿Está dispuesto a responder a esta pregunta? «No».

«Espero que no tengamos que hacer frente al bioterrorismo. Pero, pese a tanto dirigente que no está a la altura, sigo convencido de que la condición humana va a mejor»

Hace poco publicó un comunicado en el que reconocía que se equivocó al relacionarse con Jeffrey Epstein. «No entendía que al reunirme con él le proporcionaba respaldo personal, credibilidad. Me equivoqué de medio a medio al no comprenderlo».

Melinda y él en su día no hicieron separación de bienes, pero parecen haber dividido su riqueza de forma amigable. Por lo demás, ni la una ni el otro parecen muy preocupados por acumular bienes materiales. ¿Hasta qué punto eran importantes para él?

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Asuntos de familia. Bill y Melinda Gates tienen tres hijos. Jennifer, que hoy tiene 26 años, Rory de 22 y Phoebe de 19. La mayor estudia Medicina; el chico, Relaciones Internacionales y la pequeña se inclina por el arte. En 2017, Gates contó que sus hijos 'solo' heredarán 10 millones de dólares, una minúscula parte de su fortuna, porque creen que demasiado dinero no es bueno para su desarrollo como personas.

«No sabría decirle si me importan mucho o no, porque ahora mismo estoy sin nada». ¿Insistió en quedarse con algo en particular? «Tengo una casa que no puede ser más bonita». ¿No discutieron para ver quién se quedaba con qué? «Lo hablamos y llegamos a un acuerdo justo que firmamos sin problemas. Más bien nos centramos en decidir quién se quedaba con 'X' miles de millones para donaciones y quién con 'Y' miles de millones para donaciones. Lo principal era que los dos pudiéramos seguir luchando por las causas que nos interesan».

¿Y qué pasó con el perro? «Se lo quedó ella. Fue un golpe bajo. Es broma. Es broma, repito. Ni ella ni yo hemos sido mezquinos».

O sea, que los dos tienen lo que quieren. «Sí. Claro está que somos unos privilegiados absolutos. Lo siento mucho por las personas que tienen recursos superlimitados. No es nuestra situación. Podemos ser razonablemente generosos con nuestros hijos, pero la gran mayoría del dinero va a filantropía».

¿Cuál será su legado?

¿En qué momento cree haberse sentido más feliz? ¿Cuando fundó Microsoft? ¿En compañía de Melinda y sus tres hijos? ¿Al crear la fundación? «He pasado por muchos momentos felices en la vida. También tristes: la muerte de mi madre, la de mi padre, la de amigos queridos. Pero, en general, reconozco que he sido muy feliz».

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¿Cuál quiere que sea su legado? «No aspiro a reconocimientos ni honores, eso me da igual. Lo que espero es tener éxito al trabajar con otros para erradicar la polio; quizá podamos conseguirlo dentro de unos tres años. Espero que logremos erradicar la malaria, quizá dentro de dos décadas. Estoy muy orgulloso de Microsoft. Dedico entre el 10 y el 15 por ciento de mi tiempo a asesorar a grupos de producción y desarrollo, lo que me resulta fantástico porque me permite seguir los últimos avances en inteligencia artificial. Entre los 13 y los 30 años no hacía más que pensar en programación. Así que me siento cómodo en esas reuniones, en las que siempre digo lo que pienso».

Cuando tenía veintipocos años, ¿soñaba con alcanzar un éxito tan descomunal? «Siempre creía estar al borde del fracaso. Era mi mentalidad. Me parecía insensato que alguien se comprara un avión privado o derrochara el dinero. Tenía miedo constante a que todo se torciera. Con el tiempo aprendí a tomarme las cosas con calma y a disfrutar, en parte gracias a Melinda».

Al final de El gran Gatsby, Fitzgerald escribe: «Y así seguimos, luchando como barcos contra la corriente, atraídos incesantemente hacia el pasado». Pero Bill Gates no parece un hombre proclive a contemplar el pasado. Da por concluida la entrevista en el momento previsto, ni un minuto más ni uno menos, y agrega: «Tengo cosas que hacer».


© The Times Magazine