50 años del escándalo
50 años del escándalo
Jueves, 18 de Abril 2024, 11:34h
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Fue la Casandra del caso Watergate. Así describió a Martha Mitchell Bob Woodward, el periodista que se hizo famoso por revelar el escándalo que acabaría con Richard Nixon. Ella fue «el coro griego que avisó a todo el que quería escuchar» que algo olía a podrido en aquella presidencia. Pero ha tenido que pasar el #Metoo para que esta mujer tenga su propia serie (Prime Video), protagonizada por Julia Roberts, 45 años después de Todos los hombres del presidente. El caso de Martha Mitchell es singular porque era la mujer del fiscal general del Estado, John Mitchell, y miembro del comité de reelección de Nixon; es decir, directamente implicado en el caso Watergate, las espías ilegales al partido demócrata que en 1972 permitieron la reelección de Nixon.
Martha era un personaje popular por su cuenta, habitual de programas de televisión y con enormes conexiones en la política y el periodismo. Conservadora furibunda, se distanció del Partido Republicano, su marido y el presidente cuando el 17 de junio de 1972 fueron detenidos cinco hombres por el allanamiento del edificio Watergate, sede del Partido Demócrata. Luego se supo que los hombres no habían entrado tanto a robar (aunque se llevaron documentos) como a colocar micrófonos y aparatos de escucha, pero en un primer momento la operación policial se intentó mantener bajo secreto, a pesar de los intentos de la prensa por averiguar ante quién respondían los presuntos ladrones.
Lo que sí se sabía era que uno de los detenidos era James McCord, ex agente de la CIA, que había sido guardaespaldas de la hija de Mitchell.
Martha ató cabos y supo desde el principio que aquella intrusión en el edifico Watergate estaba vinculada a su marido y, por extensión, a Nixon. Pero lo que hizo que hablase, en contra de sus propios intereses partidistas, es que McCord fue dejado a su suerte por los republicanos tras ser detenido. Su propio marido negaba tener vínculo alguno con él. Pero ella tenía una relación 'intima' con McCord; si solo amistosa o sentimental no se dilucidó en su día.
Para evitar que Martha hablase –intentó contactar con una amiga periodista– su marido la dejó en California, a donde había ido en un viaje de placer, bajo el control de un ex agente del FBI llamado Stephen King. El agente, ante la 'insubordinación' de la dama, decidió atarla y sedarla durante varios días, según ella contó posteriormente en diversas entrevistas.
Mientras tanto, la Casa Blanca se dedicó a desprestigiarla. Se filtró que era alcohólica, que tenía problemas mentales, que sufría delirios...Y funcionó.
Cuando fue 'liberada' –y después de divorciarse en 1973– empezó a dar entrevistas contando sus sospechas. Pero nadie la creyó. Tuvo que pasar otro año para que 'garganta profunda' y los periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein pudiesen demostrar lo que Mitchell contaba.
Nixon tuvo que dimitir en 1974. John Mitchell fue condenado en 1975 a ocho años de prisión, aunque su pena se quedó finalmente en 19 meses. Murió en 1988 de un infarto. James McCord fue condenado a entre uno y cinco años de cárcel, pero solo cumplió cuatro meses al haber colaborado en la investigación del Watergate. Abrió su propia empresa de seguridad y no falleció hasta 2017, con 93 años.
El único implicado que 'se fue de rositas' fue Stephen King, el agente del FBI que secuestro a Martha Mitchell. No solo fue promocionado en su momento, sino que su carrera y habilidades en el entorno republicano le valieron ser nombrado en 2017 embajador en la República Checa por Donald Trump, pese a no tener experiencia diplomática alguna ni haber pisado nunca el país en cuestión.
Martha pasó unos terribles últimos años. Murió de un cáncer de huesos en 1976. Cuando el escándalo del Watergate salió definitivamente a la luz, el periodista David Frost, que tenía uno de los más importantes programas de entrevistas en la televisión americana, entrevistó a Martha. Ella ya fue a la entrevista visiblemente desmejorada. Cuando el periodista le preguntó sobre aquellos días de 1972 en los que fue secuestrada y sedada, contestó: «Sí, fue algo increíble. Fue como una novela de James Bond. No puedes creerlo, ni siquiera yo podía creer lo que me estaba pasando».
Pese a todo, Martha no quiso hacer comentarios sobre Nixon. Fue el expresidente el que habló de ella en el mismo escenario, una entrevista con Frost concedida en 1977 y en la que acabaría por autoinculparse. Nixon afirmó que, de no ser por Martha, el caso Watergate no habría salido a la luz.