COVID-19, un error que ha costado cientos de vidas
Es prácticamente imposible que las miles de gotitas que emitimos al hablar infecten a las personas y los objetos que nos rodean. La COVID-19 es como el humo, permanece flotando en el aire. La OMS ha tardado más de un año en admitirlo, el mismo tiempo que 36 científicos llevan luchando por que dé su brazo a torcer. Entre ellos, el español José Luis Jiménez. Un error con dramáticas consecuencias
Miércoles, 23 de Junio 2021
Tiempo de lectura: 12 min
Veintiocho de marzo de 2020. La Organización Mundial de la Salud (OMS) publica un contundente tuit: «COVID-19 no se transmite por el aire. El coronavirus se transmite principalmente por gotitas generadas cuando una persona infectada tose, estornuda o habla». Con ese mensaje, el contagio por el aire quedó rotundamente descartado. Y medio planeta se puso a desinfectarlo todo, desde el pomo de la puerta hasta la suela de los zapatos. Ahora sabemos que fue un error. Un error que costó vidas. ¿Pero nadie alertó a la OMS de su equivocación? Sí, un pequeño núcleo de 36 científicos lo hizo. Lo lideraba Lidia Morawska, de la Universidad de Queensland (Australia) y experta en aerosoles.
El 3 de abril, ese grupo de científicos -de distintas especialidades y países- logró una reunión virtual con los expertos de la OMS. Como representante del organismo internacional estaba Maria van Kerkhove, principal responsable del organismo en lo relacionado con la pandemia. Era una reunión de alto nivel que empezó cordialmente... y terminó con gritos. La OMS, como el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades del Gobierno estadounidense, se negaba a escuchar. Entre esos científicos rebeldes se encontraba un español, José Luis Jiménez, doctor en Ingeniería por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), catedrático en la Universidad de Colorado y experto en aerosoles, las partículas que se quedan suspendidas en el aire. Ante la negativa de la OMS, este grupo de científicos decidió redactar una carta. José Luis Jiménez fue el encargado de darle forma.
Ha tenido que pasar más de un año, el 30 de abril de 2021, para que la OMS reconozca, tarde y de forma tibia, la transmisión por el aire como la principal vía de contagio. El experto cuenta a XLSemanal los detalles de este error. Sus consecuencias se miden en vidas humanas.
XLSemanal. La reticencia a aceptar el papel de los aerosoles ha costado muchas vidas. ¿Hubiese sido muy distinta la pandemia de haberlos escuchado?
José Luis Jiménez. Sí. Se habría logrado bajar mucho la tasa de contagio si se hubiera aceptado que el aire era una forma de contagio y la forma de protegerse. Nuestro mensaje era claro: pensemos que es como un humo que sale de los infectados y evitemos respirarlo.
XL. ¿Humo?
J.L.J. Usamos el humo como analogía para visualizar cómo se mueven las partículas respiratorias con el virus: permanece flotando, como el humo del tabaco, y lo respiramos si estamos cerca de alguien. Es imposible saber cuántas vidas se podrían haber salvado. Pero bueno... eso ya es pasado. Sí podemos hacerlo bien a partir de ahora.
XL. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) norteamericano reaccionó antes que la OMS, ¿por qué?
J.L.J. Los dos han sido muy reticentes. Pero el CDC tiene cuatro veces más científicos que la OMS, más presupuesto, laboratorios... Está más cerca de la ciencia.
XL. ¿Y la OMS está más cerca de...?
J.L.J. La OMS es más política. Aunque tiene muchos científicos que ayudan. También tiene que ver con las personalidades concretas. Creo que Maria van Kerkhove (líder técnica de la respuesta a la COVID-19 en el seno de la OMS) ha desempeñado un papel nefasto en esta pandemia.
XL. Son palabras duras.
J.L.J. Metió la pata tremendamente y no lo ha querido aceptar.
XL. ¿Y en qué andaba tan errada?
J.L.J. Estaba muy perdida... e instalada en un error que se remonta a 1910. Entonces se estableció, sin evidencia alguna, que era muy difícil que una enfermedad se contagiara por el aire. Y, cuando arranca la pandemia, el comité de la OMS estaba lleno de gente que no concebía el contagio por el aire.
XL. ¿Qué comité?
J.L.J. El Comité de Prevención y Control de Infecciones. Ahí había seis expertos en lavarse las manos y cero expertos en aerosoles. Yo no he conseguido averiguar cómo se constituyó ese comité y por qué había cero expertos de transmisión por el aire cuando no se sabía cómo se transmitía la enfermedad. Cualquiera hubiera acudido ante una llamada de la OMS. Obviamente no fueron invitados. Y siguen sin invitarlos... un año después.
“La OMS está más cerca de la política que de la ciencia. Maria Van Kerkhove (líder técnica de la respuesta a la COVID-19 en el seno de la OMS) ha desempeñado un papel nefasto en esta pandemia”
XL. Entretanto, quienes como usted veían la importancia de la transmisión por aire estaban preocupados.
J.L.J. ¡Desde luego! El 28 de marzo del año pasado, la OMS dice a bombo y platillo que esto no va por el aire, que lo saben seguro y que decir lo contrario es desinformar. Rápidamente formamos el grupo de los 36 científicos y el 3 de abril hablamos con la OMS, con Maria van Kerkhove y el Comité de Prevención y Control de Infecciones.
XL. Creo que no fue muy bien.
J.L.J. Nos dieron con la puerta en las narices. Alguno nos gritó.
XL. ¿Hubo gritos?
J.L.J. Sí. Me habían avisado de que estaban completamente cerrados a los aerosoles. ¡Pero no podía imaginar hasta qué punto! La reunión era a las cinco de la mañana. Puse el Zoom... y sigo en estado de shock. Fue alucinante.
XL. ¿Por qué?
J.L.J. Cuando Lidia Morawska dijo que las partículas de 5 micras no caen al suelo como estaba diciendo la OMS, uno le gritó: «No, you are wrong!» ('¡Se equivoca usted!'). ¡A Lidia, que lleva 30 años estudiando esto! Pero ¿qué saben ellos para tratarnos así? ¿Será que yo no me he enterado de algo?
XL. ¿Qué hicieron ustedes?
J.L.J. Mandarles una carta. La escribí y la coordiné yo.
XL. ¿Obtuvieron respuesta?
J.L.J. Nos respondieron tres semanas después con argumentos muy débiles: «Nosotros vemos que las mascarillas funcionan...».
XL. Pero hubo más cartas.
J.L.J. Una que estuvo firmada por 239 científicos. La enviamos a Nature y la rechazaron por un revisor que estaba en la línea de la OMS, la rechazaron en The Lancet por lo mismo, la enviamos a Clinical Infectious Diseases y se publicó en abril. Y nos empezaron a escuchar.
XL. Pero no la OMS.
J.L.J. Los periodistas pensaban que estábamos locos también. Cuando la carta de los 239 científicos aparece en The New York Times y en una revista científica, ya parece que igual no somos unos locos. Ha sido un año de trabajo, pero se nos ha escuchado.
XL ¿Qué hicieron a raíz de aquello?
J.L.J. Enviamos muchas cartas: a la Administración Biden, a los gobiernos de España, Inglaterra, Australia, Canadá... Ahora, las pruebas de que esto va por el aire son abrumadoras.
“Desinfectar superficies no sirve para nada. Y es donde se ha invertido más dinero durante la pandemia. Me he ofrecido a hablar con Fernando Simón, pero nunca ha querido”
XL. Entonces, no se contagia ni por gotículas ni por superficies.
J.L.J. Vayamos por partes. Actualmente se han demostrado cero casos de contagio por superficie. ¡Con 300 millones de casos, cero! No debería ser tan difícil de demostrar si fuera así. Y lo de las gotas no es que nunca se haya demostrado para esta enfermedad, es que nunca se ha demostrado para ninguna enfermedad en toda la historia de la medicina.
XL. ¿Ah, no?
J.L.J. Esto es una creencia, una hipótesis de Charles Chapin (investigador en salud pública) que en 1910 se convirtió en un dogma sin pruebas y ahí están atascados y así llevan todo el año. Un poco frustrante sí que es.
XL. ¿Cuál fue el error de Chapin?
J.L.J. Chapin defendía que nos infectamos al estar cerca de alguien. Pero, como experto en salud pública, creía que si la gente piensa que se contagia por el aire no le iban a hacer caso y no se iban a proteger.
XL. ¿Mintió para convencer a la gente?
J.L.J. Dijo que no veía evidencia clara de que las enfermedades vayan por el aire. Y fue más allá, afirmó que quien lo quisiera probar tendría que demostrarlo más allá de toda duda. Como si esto fuera un juicio criminal. Y así se convierte en un dogma. Explica que cuando te infectas al estar cerca de alguien es porque te han saltado gotitas. Estas gotas serían como proyectiles que salen de la persona, le pegan a la otra en el ojo, la nariz -aunque parece complicado que caiga en un orificio tan pequeño como las fosas nasales- o la boca si está abierta.
XL. Y nace el dogma de las gotículas.
J.L.J. Este es el error clave. Decir que la transmisión en proximidad demuestra el contagio por gotas. Esto es un error tremendo. Como la tuberculosis se transmite mejor en proximidad, durante 50 años consideraron que se transmitía por las gotas expulsadas al toser o estornudar. Y el sarampión lo mismo, durante 70 años. Lo mismo con la varicela. Finalmente aceptaron que estas enfermedades se transmitían por el aire. La OMS ha cometido un error similar con la COVID.
XL. Un error terrible.
J.L.J. Y hay más. En marzo, la OMS dice que las partículas de más de 5 micras caen al suelo y, por tanto, no podía contagiarse por el aire. Nosotros sabíamos que esta cifra era incorrecta. Y buscamos el origen del error.
XL. ¿Cómo?
J.L.J. Empezamos a mirar qué publicaciones contenían esta idea. En algún informe del CDC se citaban unos artículos de William Wells, un ingeniero de Harvard, publicados en 1934. Y pensamos: «Pues ya está, este Wells es el que ha metido la pata».
XL. Hace casi un siglo...
J.L.J. Es que en realidad no fue él. Hablando sobre esto en Twitter alguien dijo: «Oye, que yo he visto este artículo de Wells y él no dice nada de 5 micras, él habla de 100». ¿Entonces? El CDC estaba citando a Wells en vano. Él nunca había dicho nada de estas 5 micras.
XL. ¿Por qué es importante la cifra?
J.L.J. Las gotículas son impulsadas por el aire. Pero por su peso caen al suelo, como mucho a un metro o dos de la persona que las expulsa. La OMS y el CDC establecían la frontera en que ocurre esto en 5 micras. Cuando el artículo de Wells en el que supuestamente se basan dice que ocurre con partículas mayores de 100 micras. No es un error menor: ¡son 20 veces más! Y es el error que ha hecho que se desprecie la importancia del contagio por aerosoles. Los aerosoles de 50 micras pueden flotar en el aire el tiempo suficiente para ser inhalados.
XL. Y se toman, basándose en este error, medidas equivocadas.
J.L.J. Es mucho más probable inhalar aerosoles que ser impactado por gotas. Debemos, por tanto, cambiar las medidas para protegernos contra la transmisión aérea: mascarillas, sí, pero también llevar actividades fuera y mejorar el aire interior con ventilación y filtración. Pero el error de las 5 micras tiene sobre todo una importancia intelectual.
XL. ¿En qué sentido?
J.L.J. Porque si han estado diciendo 50 años el número equivocado, eso deja a los expertos de la OMS en una posición mucho más débil. Pero al final que sean 5 o 100 micras no cambia las medidas que se deben tomar.
XL. ¿Qué lecciones podemos sacar?
J.L.J. La ciencia está hecha por gente. Y los humanos nos juntamos en grupos: por partidos políticos, los del Barça y los del Madrid o los españoles y los franceses... Y hay unas profesiones que tienen la sartén por el mango, en la OMS, en el CDC, en el Ministerio de Sanidad español y en todos los del mundo... Son los estudiosos de epidemiología y enfermedades infecciosas.
XL. Bueno, parecen los indicados para estudiar esto.
J.L.J. El problema es que llevan 100 años pensando que que una enfermedad se transmita por el aire es dificilísimo. Según ellos, hay muy pocas que lo hacen: tuberculosis, sarampión y varicela.
XL. Pero aparece quien les lleva la contraria.
J.L.J. Eso es, aparece gente como yo... Pero sobre todo gente de otras profesiones: ingenieros, químicos... y les decimos que eso es totalmente erróneo
XL. ¿Los ven como intrusos por pertenecer a otras profesiones?
J.L.J. Seguían erre que erre. Se sentían superiores y no escuchaban. Cuando tuvimos la reunión aquella del 3 de abril, la reacción era como si les hubiésemos ido a decir que esto se transmitía por el 5G. Un miembro de la OMS decía, estos son químicos, ingenieros, ¡propietarios de compañías de ventilación!
XL. ¿Los acusaban también de tener intereses económicos en juego?
J.L.J. Han pecado de esto y de no mirar a la evidencia. Pero desde agosto del año pasado ya nadie debate la evidencia. Nadie duda de que es una pandemia de interiores. Esa batalla intelectual la ganamos ya en agosto del año pasado, pero a la OMS le ha costado hasta abril o mayo de este año aceptarlo.
“Si estás vacunado, puedes prescindir de la mascarilla al aire libre. A menos que seas población de riesgo. Esta es una enfermedad de interiores”
XL. ¿En España se toman las medidas necesarias para evitar el contagio por aerosoles?
J.L.J. Se ha evolucionado de manera positiva, pero no sistemática. Ni de manera fuerte. Es como si los estamentos de Sanidad y gente como Fernando Simón no hubieran terminado de creérselo del todo. Yo me he ofrecido a hablar con ellos muchas veces y nunca han querido.
XL. ¿Se ha ofrecido directamente?
J.L.J. Cuando estoy trabajando con los mejores científicos del mundo, nuestra hipótesis se ha impuesto y la OMS lo ha admitido, siguen sin querer hablar conmigo. No es que yo sea importante, soy solo una puerta de acceso a este grupo de científicos.
XL. ¿Y ahora se toman las medidas adecuadas?
J.L.J. Sigue la cosa un poco así. Por ejemplo, se sigue desperdiciando un gran esfuerzo en desinfectar, que no sirve para nada...
XL. ¿No sirve desinfectar?
J.L.J. Lavarse las manos sí, pero desinfectar superficies no. Salvo en un hospital en la planta COVID, ahí sí que hay que desinfectar los pomos de las puertas y los interruptores. En los demás sitios, no hace falta. Y, sin embargo, es donde se ha invertido más dinero en la pandemia.
XL. Según denunciaba usted en Twitter recientemente, el 'teatro pandémico', es decir, las medidas innecesarias como la desinfección de superficies se siguen realizando...
J.L.J. El 'teatro de higiene' no sirve para nada. Hay cero casos demostrados de contagio por superficies. Simplemente hay que lavarse las manos con frecuencia. Pero ya está.
XL. Pero seguimos desinfectando.
J.L.J. En muchos colegios están desinfectando a todas horas, entre clase y clase, y si había un caso desinfectaban las paredes... Y, sin embargo, les prohíben traer filtros EPA, les prohíben ventilar en invierno o llevar medidores de CO2. Decían que estos medidores o los filtros EPA podían aumentar los contagios. ¡Un disparate!
XL. Ahora que avanza la vacunación, se pone sobre la mesa prescindir de mascarillas al aire libre... ¿Está de acuerdo?
J.L.J. Es difícil. Científicamente, la respuesta está clara: esta es una epidemia de interiores. En exterior solo hay contagio cuando hablas cerca de alguien. En exteriores, y guardando la distancia, ya no hacen falta mascarillas. Y sabemos que las vacunas son efectivas.
XL. ¿Entonces?
J.L.J. Podríamos decir que, si estás vacunado, puedes prescindir de ella al aire libre. A menos que seas población de riesgo: si tienes más de 80 años o padeces diabetes o eres inmunodeprimido, deberías seguir llevándola unos meses más hasta que esté vacunado casi todo el mundo. En interior debemos seguir llevándolas en todo momento. A menos que tengas la certeza de que todos los presentes están vacunados.
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