Susan Sarandon se confiesa
Susan Sarandon se confiesa
Quieres escuchar una historia de Marlon Brando?», me pregunta Susan Sarandon. Hace un día espléndido en el West Village de Nueva York, y una gata llamada Ida –uno de sus tres gatos– se despereza a su lado. La actriz comienza a relatar una de las bromas pesadas que Brando le gastaba a Jack Nicholson cuando eran vecinos en Mulholland Drive y sus jardines se fundían hasta el punto de que «Brando entraba en casa de Jack y sacaba cosas de su frigorífico», dice Sarandon. «Jack le puso un candado», ríe. En una ocasión le hizo creer a Nicholson que le vendería su casa si conseguía el dinero en efectivo en dos días... Nicholson movió cielo y tierra para reunir los millones que le pedía durante un fin de semana. Cuando lo logró, resultó ser un Día de los Inocentes: nunca hubo venta. «Ese es el tipo de bromas que se gastaban estos tipos. Robert Redford y Paul Newman también eran así. Se gastaban bromas locas, grandes ideas».
A sus 78 años, ella también piensa a lo grande, pero últimamente se siente en la lista negra de Hollywood tras unas desafortunadas declaraciones que hizo en una manifestación pro-Palestina el pasado noviembre. Hablando improvisadamente dijo que mucha gente en Estados Unidos tenía «miedo de ser judía en este momento, y ahora saben lo que se siente al ser musulmán en este país, donde tan a menudo están sometidos a la violencia». Rápidamente se disculpó diciendo que su intención era expresar su preocupación por los ataques antisemitas en Estados Unidos y que había cometido «un terrible error» en la forma de expresarlo.
Las consecuencias fueron inmediatas. «Me echaron de mi agencia (United Talent Agency, la mayor agencia de representación de actores) y retiraron mis proyectos –afirma–. Me han utilizado como ejemplo de lo que no hay que hacer si quieres seguir trabajando».
No es la primera vez que se mete en líos. Todavía hay demócratas que no le han perdonado que se negara a apoyar a Hillary Clinton en 2016 y que votara a Jill Stein, la candidata del Partido Verde, que le arrebató sufi cientes votos en tres estados claves como para beneficiar a Donald Trump. En estas pasadas elecciones también ha dejado claro que no votó ni por los republicanos ni por los demócratas. «Tengo la sensación de que ambos partidos son propiedad de las corporaciones. Creo que hay una gran diferencia cultural entre ellos, pero no tanto en la política que aplican».
A pesar de la ‘cancelación’, Sarandon sigue trabajando. Ahora protagoniza una película de bajo presupuesto titulada The gutter. La ha escrito un cómico estadounidense llamado Yassir Lester, que la dirige con su hermano, Isaiah. Sarandon no conocía a ninguno de los dos, pero le gustó el guion sobre unos jugadores de bolos porque, dice, le recordó a The Rocky Horror Picture Show, la película independiente que fue su primer gran éxito hace casi cincuenta años. Un éxito que, tal y como cuenta, fue llegando casi por casualidad.
Sarandon fue una niña tímida y soñadora, pero ser la mayor de nueve hermanos la obligó a asumir responsabilidades antes de tiempo. Su padre, Phillip Tomalin, había sido cantante de una gran banda y durante la Guerra Mundial se dedicaba a entretener a las tropas en Italia. «Después de la guerra regresó, dejó embarazada a mi madre enseguida y se puso a trabajar en televisión».
Los Tomalin vivieron primero en Queens y luego en Nueva Jersey. «Mi madre siempre estaba embarazada y agobiada», así que Susan se ocupaba de sus hermanos «y me costó mucho tiempo no llevar eso... a mis relaciones», para las que la sobreprotección acabó resultando perjudicial. Tenía tendencia, afirma, a ejercer de madre de la gente. «Ya sabes, la maldición de la mujer competente. Te acostumbras a hacerlo, lo haces bien y no puedes dejar de hacerlo».
Susan Tomalin, como se llamaba entonces, estudió Literatura en Washington, pagándose los estudios con un trabajo en la centralita del departamento de arte dramático. Losestudiantes representaban mucho a Shakespeare y una de sus estrellas era un tal Chris Sarandon. Ella nunca se planteó participar en esas obras. «Mi voz no era apta para Shakespeare», dice. Pero leyó mucho, aprendió de teatro... y se enamoró de Sarandon. Se casó con él en 1967, a los 20 años. Cuando terminó la universidad, él la acompañó a ver a un agente. «Me pidieron que improvisara», cuenta. «Lo primero que tuve que hacer fue fingir que me drogaba y destrozaba una tienda», explica. Me dije: 'Esto es muy divertido'». Le dieron el papel y ahí arrancó su carrera con el cine.
Chris y ella se divorciaron en 1979. No tuvieron hijos. Un médico le había dicho a Susan que, como consecuencia de una endometriosis, no podía tenerlos. Pero seis años y varias relaciones después, a los 39 años y para su gran sorpresa, Sarandon se quedó embarazada mientras salía con el cineasta italiano Franco Amurri. Tuvieron una hija, Eva, que ahora tiene 39 años y es también actriz. Sarandon tuvo dos hijos más –Jack Henry, cineasta de 35 años, y Miles, actor de 32– con su pareja 'de toda la vida', el actor Tim Robbins, al que conoció en 1987 en el rodaje de Los búfalos de Durham.
Sarandon y Robbins estuvieron juntos hasta 2009. Cada uno tenía su propio Oscar: ella por Pena de muerte, que él dirigió, y él por Mystic River. Se los consideraba 'la pareja de Hollywood'. «Todavía me encuentro con gente que se quedó destrozada cuando rompimos», dice ella. Siguen siendo amigos. ¿Trabajaría con él? «Si me ofrece algo que me guste, sí, claro», responde. «Imagina que la gente en Hollywood no trabajara con los que se acuesta. ¡Dejarían de hacerse películas!».
Hablamos de David Bowie. Sarandon rodó con él una película de terror titulada El ansia en 1983 y salieron durante un tiempo. Le pregunto si a sus hijos les resulta difícil tener una madre guay que una vez salió con Bowie. «Lo que es difícil para ellos es no ser sus hijos», bromea.
Antes de Bowie rodó dos películas con el director francés Louis Malle. La primera, La pequeña (1978), causó una gran controversia al protagonizarla Brooke Shields, con 11 años, en el papel de una niña que crece en un burdel y cuya virginidad se vende en una subasta. Sarandon interpreta a su madre. Después de aquel filme, Sarandon inició una relación con Malle que se prolongó durante cuatro años y rodaron juntos otra película, Atlantic city.
Pero fue a finales de los ochenta y sobre todo en los noventa cuando Sarandon se hizo mundialmente popular. Sobre todo con Las brujas de Eastwick, El cliente, Pena de muerte y Thelma y Louise. Sarandon llevaba a sus hijos a casi todos esos rodajes. «La mayoría se rodaba en verano», dice, para facilitar que la familia estuviese junta.
Es curioso que rodara Thelma y Louise –una película sobre dos mujeres que intentan tomar las riendas de sus vidas– con los niños en el tráiler. Sarandon cuenta que aquel rodaje fue muy intenso, pero que no tenían ni idea de la repercusión que tendría la película. «Estábamos rodando una cinta de vaqueros con mujeres y camiones. No se suponía que fuera una liberación feminista y, de hecho, cuando se estrenó, muy pocos se fijaron en la violación», cuenta en referencia a la escena en la que Louise mata a un hombre que ataca a Thelma porque ella misma fue violada años antes y no cree que sirva de nada ir a la Policía. «Hasta hace poco, eso pasaba inadvertido», afirma.
En la actualidad, Susan está soltera, «sin compromiso», prefiere decir. Alguna vez ha sugerido que sería perfectamente feliz saliendo con una mujer. Para tener una relación con alguien, explica, «debe tener curiosidad, sentido del humor, inteligencia y ganas de vivir. Ya es muy difícil encontrar a alguien que reúna esas condiciones, ¡qué más da si es joven, mayor, mujer, hombre o de género fluido! Son solo detalles. Creo que lo importante es encontrar a alguien con el corazón y la mente abiertos».
Le pregunto por qué no ha escrito sus memorias. «He jurado no hacerlo nunca. De las cosas realmente interesantes no puedo hablar», resume.