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Ventajas y riesgos del protector ¿Un aparato para toda la vida? El 'boom' de las férulas dentales, el plástico en boca de todos

El bruxismo, la ortodoncia invisible, los retenedores y el blanqueamiento dental han disparado el uso de férulas. Un protector muy útil, pero peligroso si no se usa el adecuado.

Por Daniel Méndez

Jueves, 27 de Abril 2023

Tiempo de lectura: 3 min

Hace unos años eran pocos los que conocían de su existencia. Pero de un tiempo a esta parte están en boca de todos. Las férulas son un protector dental que se usa para paliar los daños provocados por el bruxismo, para la ortodoncia invisible, para los retenedores posteriores y para el blanqueamiento dental.

El primer uso que se ha disparado es el del bruxismo, el hábito de apretar o rechinar los dientes, que provoca dolor de cabeza o de mandíbula. Un informe de Ruber Dental de Madrid elevaba su prevalencia hasta el setenta por ciento de la población. ¿Es esta la causa del boom de las férulas de descarga?

Antonio Montero Martínez, presidente del Colegio de Odontólogos de Madrid, alberga pocas dudas: «Estamos todos muy estresados y la pandemia ha agravado el problema. Igual que los psicólogos tienen sus consultas hasta arriba, el número de pacientes que acude a consultarnos se ha disparado». Y añade otro factor: «Antes éramos nosotros quienes planteábamos la opción de hacer una férula. Ahora son los pacientes quienes lo piden». Pero esta iniciativa del paciente es un arma de doble filo.

Han proliferado tratamientos mucho más económicos, de venta en farmacias o por Internet y sin control médico. «Una férula tiene que estar planificada y controlada por personal médico –explica Juan Carlos Pérez Varela, presidente de la Sociedad Española de Ortodoncia–. Y tiene que estar siempre hecha a medida, no vale una estándar».

Normalmente son de material acrílico duro y se van tallando manualmente para que se ajusten. En una clínica, su precio ronda los 300 euros. En la farmacia se pueden encontrar por 3. La creciente demanda de férulas no se limita al bruxismo. También ha aumentado la llamada 'ortodoncia invisible': los alineadores dentales cuyo precio rondaba los 6000 euros. La patente del modelo más conocido, Invisalign, la tenía una empresa, Align Technology, pero cuando caducó la patente proliferaron las alternativas más económicas… y a menudo peligrosas.

«Incluso lo hemos denunciado ante los tribunales», explica Montero Martínez. Frente al seguimiento profesional durante todo el tratamiento (más de un año), las alternativas económicas carecen de control… A veces se acude a una clínica, sí, pero solo a tomar el molde: después se recibe la férula en el domicilio y el paciente se encarga del resto. Las consecuencias: dientes desplazados, mandíbulas que no cierran, masticación asimétrica… Igual de peligrosos son los tratamientos de blanqueamiento a través de férulas con kits blanqueantes que ni siquiera indican los componentes, que pueden ser abrasivos, como peróxido de hidrógeno o de carbamida en altas concentraciones.

Las férulas se prestan al chiste como las dentaduras postizas, y es que en la mayoría de los casos llegan para quedarse... toda la vida. No solo para aquellos que sufren bruxismo. El uso más extendido es como retenedores posteriores a la ortodoncia. Los dentistas coinciden: la única forma de evitar al cien por cien que los dientes se muevan tras un tratamiento es una buena retención. Y esa retención debe mantenerse para siempre, al menos, mientras dormimos. Los dientes se mueven toda la vida; por eso, quienes no se resignan a las férulas retenedoras –por estética y por lo poco atractivo que resulta nadie con la prótesis en la boca– acaban volviendo al dentista. Más del veinte por ciento de los tratamientos de ortodoncia que se realizan son ya segundos tratamientos correctivos por no haber usado férulas retenedoras.