La villa trata de sobreponerse inmersa en un carrusel de emociones, con la gente pendiente de la evolución del joven hospitalizado y de los funerales de las cuatro víctimas
02 abr 2023 . Actualizado a las 18:37 h.Amaneció el Domingo de Ramos en Ribadeo, la conmemoración de la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén, el pistoletazo de salida de la Semana Santa,cuando el pueblo se engalana con los niños y niñas enarbolando sus ramos de laurel apuntando al cielo. Pero en Ribadeo nada había que celebrar, imposible de sacudirse el peso del drama de la pérdida de cuatro de sus hijos, Lara, Uxía, Sergio y Jesús, en el trágico accidente de Xove, la madrugada del viernes al sábado.
El domingo es un día especial en Ribadeo, por la prebenda legal que permite a su comercio local abrir al público. Siempre hay animación, como punto de encuentro de gallegos y asturianos. Y más en una jornada especial como el Domingo de Ramos. El sol se sumó, rutilante, pero el drama pesaba más y como una sombra silenciosa imponía su tiranía, contagiando el ambiente y un aire de tristeza, imperceptible, pero que ahí estaba.
En el consistorio y en el IES de Ribadeo las banderas ondeaban a media asta. Varios comercios, en la zona peatonal de las Cuatro Calles, de familiares de una de las jóvenes fallecidas, colgaban carteles de cerrado por defunción. La mañana se desperezaba y la gente, poco a poco, comenzaba a llenar las calles. Quien más y quien menos, entre sus conversaciones todos tenían unas palabras para el dramático accidente; un recuerdo para sus familias. Por encima de las especulaciones sobre las causas del siniestro -¿acaso importaban ante la dimensión de la tragedia?-, se imponía el dolor y el respeto.
La organización de la Semana Santa, la parroquia de Santa María del Campo de Ribadeo, suspendió la procesión del Domingo de Ramos que tradicionalmente se celebra en la emblemática Praza de Abaixo, en el casco viejo, trasladándola a la misa dominical, dentro de la iglesia. Minutos antes del mediodía la gente comenzó a congregarse y a llenar el tempo, que se quedó pequeño para acoger a tanta como había. A las puertas se apilaban, tiradas, unas ramas de laurel. No pocos acudieron a cortar pequeños ramos, al tiempo que entraban a la iglesia, abarrotada. El recuerdo de los cuatro chavales flotaba en el aire. Iniciada la ceremonia, el cura blandió el hisopo y comenzó a asperjar agua bendita. Los ramos pugnaban por ganar aire, por bañarse con alguna gota. Comenzó la ceremonia y en la homilía el párroco tuvo palabras para las víctimas, que la gente escuchó en un emotivo silencio, bajando el rostro. “La pasión de Jesucristo se presenta de una forma especial entre nosotros”. Y tras hacer una pausa, añadió: “Recordamos en esta eucaristía de una forma muy especial a los cuatro jóvenes que fallecían ayer de forma tan trágica en ese accidente. En ellos se prolonga también la muerte de Jesús, la pasión de Jesús. Y en sus familias y amigos que viven estos días el dolor y la desolación por este acontecimiento, y se prolonga, podemos estar seguros, en cada uno de nuestros dolores y sufrimientos, en cada una de nuestras cruces”.
Al salir de la iglesia, sobre la una de la tarde, las terrazas ya reflejaban mayor animación. Pero el peso del drama no se sacudía, con la gente pendiente de la publicación de las esquelas -en ese momento aún se ignoraba cuándo iban a ser los entierros- y del estado del joven ribadense de 19 años hospitalizado, Daniel.C.R., que seguía muy grave en la uci, desmintiendo por fortuna los rumores que circularon con insistencia en varias ocasiones hablando de su muerte: “Como vai? Sábese algo?”.
Pero el tiempo hace su trabajo y la naturaleza humana es sobreponerse a los golpes del destino. Ribadeo avanzaba como queriendo recuperar el pulso, aunque la sensación -la evidencia- era que no estábamos en un domingo normal. Porque al poco llegaba la sacudida de un nuevo bajón, otro chispazo hacía volver sobre el recuerdo de los cuatro chavales. Se conocía la primera esquela: la familia no iba a recibir duelo. El carrusel de emociones seguía. Es lo que le espera en estas horas a Ribadeo, que sin duda pasará página, pero antes debe pasar este cáliz.