
«Vivo de la gente que viene todos los días, aunque el cliente de fuera también ayuda», dice
08 jul 2024 . Actualizado a las 15:23 h.En el interior de la Pulpería A Taciña, todo un clásico de la hostelería de Viveiro, en la Avenida de Ferrol, se palpa un ambiente familiar y hogareño. Sus clientes charlan sentados en las mesas de madera mientras algunos se introducen en la conversación desde la barra. Fátima Adrió, la gerente del local, se pasea con una bandeja llena de tapas, que va dejando cuidadosamente sobre las mesas del restaurante.
La clientela fija es la que reina en este local. «Vivo de la gente que viene todos los días, aunque los clientes de fuera también ayudan», manifiesta la propietaria de la mítica pulpería. Algunos viveirenses parecen tener una cita diaria con la taberna de la familia Adrió, a la que asisten diariamente sin faltar. «Yo ya sé los horarios, quién viene y a qué hora, y, si alguien no va a venir al día siguiente, nos avisa», cuenta Fátima.
«Yo ya sé los horarios, quién viene y a qué hora, y, si alguien no va a venir al día siguiente, nos avisa»
Las principales materias primas de su plato estrella, el polbo á feira, han triplicado su precio —aceite y pulpo—. Por eso Fátima se ha visto obligada a incrementar en consonancia el coste de los productos de su carta: «Comer pulpo ahora es un lujo. Antes los clientes lo pedían para picar, pero ya no», explica la propietaria del mesón de Viveiro.
La familia Adrió lleva ya 14 años al frente del negocio, sin embargo, fueron tres los dueños que coordinaron el recinto con anterioridad: siempre pulperías.
Una carta breve y tradicional
La carta del restaurante A Taciña es breve pero tradicional y fiel a los productos de la comarca mariñana: «Tenemos pulpo, calamares, chipirones y pimientos». Los actuales dueños de este carismático negocio en Viveiro eran ya experimentados en el mundo de la hostelería; dirigían otro establecimiento en San Roque, que mantuvieron hasta finales de la pandemia.