Dulce armonía entre naturaleza y música en el V de Valarés

Brais Capelán CARBALLO / LA VOZ

PONTECESO

<span lang= es-es >Kepa Junkera arrasó</span>. El concierto que ofreció ayer el artista vasco fue uno de los mejores del festival, siendo, además, el último. Los asistentes terminaron bailando al son del acordeón en este espectáculo de la tercera jornada del festival, que fue totalmente gratuito y puso fin al acontecimiento.
Kepa Junkera arrasó. El concierto que ofreció ayer el artista vasco fue uno de los mejores del festival, siendo, además, el último. Los asistentes terminaron bailando al son del acordeón en este espectáculo de la tercera jornada del festival, que fue totalmente gratuito y puso fin al acontecimiento. ana garcía< / span>

Kepa Junkera ofreció ayer uno de los mejores conciertos del festival, que también encumbró a Eli Paperboy Reed

17 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Vendrás por la música, volverás por el lugar» es el eslogan de un festival que, más que nunca, aunó a la perfección la fuerza de la naturaleza y la belleza de la música (que además triunfó por su variedad). Según las primeras cuentas de la organización, unas dos mil personas disfrutaron de tres días de festival en la playa pontecesana e hicieron frente a la lluvia, que aunque no condicionó, sí mitigó en algunos momentos las ganas de fiesta y diversión.

Tras la jornada de calentamiento del viernes, en la que Kiko Veneno o Madmartin Trio recompensaron a los todavía pocos asistentes con dos buenas actuaciones, llegó el día grande. El sábado el movimiento de campistas fue paulatino durante todo el día e, incluso bien entrada la noche, seguían desplegándose las tiendas en el pinar. El orballo no impidió que varios centenares de personas disfrutaran de los conciertos de Helena Goch, Julio de la Rosa y Sergio Tannus.

Pero no todo fue música por el día. Las tablas de surf tuvieron también su parte protagonista durante la tarde. Los pocos que se animaban a ponerse la ropa de baño eran vitoreados por el resto de los presentes. Las caídas de la tabla estuvieron a la orden del día para quienes practicaban por primera vez paddle surf. Así pasaron las horas hasta que el sol comenzó a ponerse y las puertas del escenario principal se abrieron para los asistentes.

Arrancaron los andaluces Pony Bravo, que en los últimos años han tocado en festivales de prácticamente todas las comunidades. Arrancaron con algunas de sus canciones más conocidas, como Noche de setas, pero la lluvia y el poco público, que apuraba estas primeras actuaciones para cenar o beber en grupo en el aparcamiento exterior. Sin embargo, con el paso de las canciones se fue animando el ambiente y terminaron crecidos los integrantes de la banda. Tras ellos llegó el turno de Carlos Sadness, que ataviado con una pluma india en la melena, deleitó al público con un breve pero intenso concierto. Tras él subieron al escenario los británicos Little Barrie y sur rock alternativo.

Comenzaba a llenarse el pinar, preparándose la gente para la llegada, desde el estado de Massachusetts, del artista Eli Paperboy Reed, en su única actuación del verano en España. Todo un huracán el músico de Boston sobre el escenario. Brincó, gritó, animó a la gente a bailar todas sus canciones. Aunque el público comenzó algo frío, se contagió rápido del vertiginoso ritmo del soul del artista de Boston. El cantante y guitarrista se presentó junto a su banda, formada por un bajista, un baterista, un trompeta y un saxofón (estos dos nuevos en la formación). La noche murió lentamente con el stoner rock de Niña Coyote eta Chico Tornado (que mantuvieron el tipo) e Is Tropical, que bajaron las pulsaciones con un ritmo más pausados que sus predecesores.

Por la mañana, las familias comenzaban a llegar a Balarés para comer a la sombra de los pinos. Se encontraron con cientos de personas desmontando las tiendas y con Kepa Junkera haciendo bailar a otros tantos. Sin duda, uno de los mejores conciertos del fin de semana el del artista vasco, que interpretó canciones de su último disco, sin olvidarse de Galiza. Todo un fin de fiesta para enmarcar, en el que primó el respeto al medio ambiente y el trabajo de medio centenar de voluntarios por su conservación.