El dueño del bajo reservará el espacio hasta enero, si cubre la deuda
24 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.El desalojo de la Sociedad Recreativa A Gaiteira se hizo efectivo ayer por la mañana, tal y como estaba previsto. La entidad ponía punto y seguido a una historia de más de 60 años y las puertas de su local se cerraban después de que dos funcionarias del juzgado ejecutasen el desahucio. Allí estaba su presidente, Francisco Blanco, que, visiblemente emocionado, recibió en mano la cerradura de la puerta con la esperanza de poder reabrir pronto: «Estoy bastante disgustado, pero esta era la forma de hacerlo», dijo en referencia a la protesta que la sociedad convocó el jueves por la tarde,. «Entendemos que los propietarios quieran el dinero del alquiler que les pertenece». Hasta las instalaciones de la entidad se acercó la nieta del presidente para apoyar a su abuelo en lo que él calificó como «un día de luto». La joven señaló que parte de su infancia la había pasado en ese local.
Búsqueda de soluciones
El desalojo se debe al impago de varias mensualidades de alquiler acumuladas desde la pandemia. Aún así, el presidente se muestra optimista: «Ahora tenemos que trabajar por recuperar la actividad lo antes posible», y recuerda que los dueños de la sala «nos dijeron que hasta el 1 de enero no tocarán nada y reservarán el local». Por eso, todos sus esfuerzos se centrarán en reunir la cantidad correspondiente para cubrir la deuda. Eso sí, Blanco lamentaba que de haber logrado reunir 2.000 euros, «el desahucio no se hubiera producido».
A partir del lunes, el responsable de la sociedad comenzará los trámites necesarios con la Diputación para solucionar la deuda que mantienen con la Administración, ya que por el momento «no podemos solicitar ninguna subvención», comentaba.
Ambiente de la zona
El tejido vecinal de A Gaiteira manifestó su apoyo. Para el presidente de la Asociación de Vecinos de Oza, La Gaiteira y Los Castros, Paulo Sexto, el desalojo fue «una pena»: «Es una sociedad que actúa como punto de encuentro para mucha gente mayor, y que a su vez, desempeñaba una función que debían hacer otras administraciones». Sexto reclamó la ayuda del Concello: «Pedimos al Ayuntamiento la cesión de un local municipal para que los colectivos del barrio podamos desempeñar actividades con total normalidad», declaraba.
«A Gaiteira es un barrio de familias», decía Emilia Souto. Ella y su amiga Manuela Novoa fueron socias de la entidad: «Fue una sociedad histórica con muchísima tradición y antes era un lugar de familias». Por eso, lamentan que se haya ido deteriorando: «Fueron perdiendo socios y pasó lo que pasó», comentaban en referencia al cierre.
Félix López paseaba por delante del clásico local. Era socio desde hacía 5 años, aproximadamente, y por ello, usaba el espacio de manera habitual: «Estaba en la coral y mi hijo usaba el local para ensayar con su banda de folk». A partir de ahora, añadía, «a ver dónde lo hacen».
Y es que el desahucio de la sociedad «afecta a la unidad vecinal», dice Mari Cruz, vecina de A Gaiteira. Ella opina que en esta zona hay un gran ambiente creativo que ayudaría a la entidad: «Les hace falta otro enfoque. Podrían mezclar la esencia artística del barrio, con las actividades que ya tenían», proponía. Si hay algo que ella destacaba de todos los residentes es la solidaridad, por eso también reconocía el papel del propietario: «Es lógico que quieran que le paguen».
En la misma línea se mostraba Ana María Rodríguez: «Entiendo a las dos partes. Da pena que se pierda la sociedad, pero tienen que dejarla ir», concluía. Ante esta situación, la entidad pasa a afrontar un futuro incierto que acabará por resolverse en los próximos cinco meses.