El materno de A Coruña diagnostica cada año 25 nuevos casos de cáncer infantil

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Gema Muñoz, Ana Alas y Paula Buyo, pediatras de la unidad de oncologia infantil del Hospital Teresa Herrera de A Coruña, el materno del Chuac.
Gema Muñoz, Ana Alas y Paula Buyo, pediatras de la unidad de oncologia infantil del Hospital Teresa Herrera de A Coruña, el materno del Chuac. MARCOS MÍGUEZ

La supervivencia se incrementa progresivamente y supera ya el 80 %

15 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«El peor momento para la familia, y para nosotros también, es el del diagnóstico, pero los niños lo llevan bastante mejor de lo que creen sus padres», señala Paula Buyo, pediatra del área de oncología infantil del Hospital Teresa Herrera de A Coruña, el materno del Chuac. Nadie está suficientemente preparado para dar malas noticias. Menos para recibirlas, sobre todo cuando se trata de un cáncer, y todavía más cuando toca al pequeño de la casa. Por ese devastador trago pasan cada año entre 1.100 y 1.400 hogares, según el Registro Nacional de Tumores. «En nuestro hospital tenemos anualmente unos 25 nuevos diagnósticos», añade la especialista antes de subrayar que, por fortuna, «la incidencia se mantiene estable, no va a más».

Las leucemias siguen siendo el cáncer más frecuente en edad pediátrica, pero también ven tumores del sistema nervioso central, fundamentalmente cerebrales, y también linfomas, por citar los más habituales. Abordarlos los ha llevado a desarrollar varias líneas de actuación para, primero, tratar de frenar el avance de la enfermedad y, al tiempo, intentar que el cáncer no suponga más rupturas de la infancia que las estrictamente necesarias. «Siempre que podemos, y no siempre es posible, intentamos atender a los niños de forma ambulatoria, que puedan dormir en su casa; pero a veces tienen que ingresar», cuenta la doctora.

Del mismo modo, aunque cuando se encuentran inmunodeprimidos para recibir el tratamiento de quimioterapia no pueden ir al colegio, los pequeños reciben clase de la maestra del hospital y en casa también tienen profesores a domicilio. De esta forma, incluso en la enfermedad se logra mantener algunos hábitos y establecer cierta rutina para, al menos en parte, normalizar la situación en todo lo que sea posible. Además, cuentan con otros apoyos, ya que colaboran con entidades como la Fundación María José Jove, Asanog, la Asociación Contra el Cáncer o Juegaterapia.

Aunque varía en función del tumor, en menores de 15 años el cáncer acostumbra a asomar en dos picos de edad, alrededor de los 3-4 años y en la adolescencia. Hacerles frente con todas las herramientas posibles y la esperanza depositada en el avance de la investigación ha llevado en Galicia a establecer una forma de trabajo en red. «Tenemos conexiones semanales los especialistas de Vigo, Santiago y A Coruña para comentar todos los casos, el trabajo en red aumenta nuestra experiencia», explica Buyo.

Apoyo psicológico y social

Cuando el trasplante de médula es la salida, los niños se derivan a Santiago para la intervención, con seguimiento desde el materno, donde también se trata a los restantes pequeños ingresados y se dispensan los tratamientos en el hospital de día, unos 40 en el área de oncología pediátrica Teresa Herrera el año pasado.

«Nuestro trabajo es en equipo, los médicos, las enfermeras, las auxiliares y la trabajadora social; la primera información es muy dura y ofrecemos apoyo psicológico desde el momento del diagnóstico a toda la familia. Es cierto que los niños lo introducen en su vida casi como una rutina, vienen a tratamiento, se van, lo llevan mejor de lo que creen sus padres», reitera la pediatra.

«Es muy importante el papel de la trabajadora social», insiste la especialista, ya que los niños tienen que estar siempre acompañados por uno de sus padres tanto cuando acuden a una consulta o a un tratamiento ambulatorio como cuando deben ingresar. Aunque tienen un permiso especial cuando trabajan los dos por cuidado de hijo menor, «la trabajadora social los orienta sobre posibles ayudas, en los trámites de prestaciones...», explica.

Por fortuna, la mayor parte de los casos, hasta un 80 %, y por encima del 90 % en el caso de algunas leucemias, se curan. «Nuestro trabajo es muy gratificante porque haces mucha relación con ellos, los ves un tiempo largo y todos los días... Y la gran mayoría van bien. Hay que pensar en positivo, cada vez tienen más posibilidades de curarse. Ha mejorado mucho la supervivencia y hay ensayos clínicos continuamente que buscan mejorar tratamientos ya existentes o bien dar con otros nuevos, y vamos hacia una medicina de precisión», enfatiza.

Cuando el mejor tratamiento no está disponible en el centro, ya que se tiende a concentrar el conocimiento y la experiencia en unidades de referencia, «se deriva al niño al hospital donde esté indicado», recalca la pediatra. Es el caso, por ejemplo, de las esperanzadoras CAR-T, hasta ahora solo aprobadas para recaídas de determinados casos. «A día de hoy no son tratamientos de primera línea, pero en el futuro puede que sí, la investigación no se detiene y avanza continuamente», subraya Paula Buyo.