El problema oculto de las mil terrazas de A Coruña: «Para un ciego es imposible caminar solo por La Marina»

A CORUÑA CIUDAD

El Tribunal Supremo concluyó en el 2019 que las terrazas pegadas a las fachadas limitaban el derecho a la movilidad de las personas invidentes. En la ciudad este modelo es una plaga, sobre todo desde que el covid tejió la nueva realidad
12 feb 2023 . Actualizado a las 22:41 h.La pandemia asentó un modelo de negocio en A Coruña que, ahora que no se huelen ni las mascarillas, se ha mantenido prácticamente perenne. Las terrazas fueron ganando terreno de la mano de la «humanización de la ciudad» y a causa del miedo a los espacios cerrados, aún en la mollera de muchos ciudadanos. Ganando terreno literalmente, pues en el 2021 el Ayuntamiento acordó con el sector hostelero que se modificaría la ordenanza municipal en pos de un mayor aprovechamiento del espacio por parte de bares y cafeterías. Podrían así ocupar con sus terrazas parte de algunas calzadas. Ocurrió en el tramo peatonalizado de Pardo Bazán, no sin un polvorín de enredos con los vecinos; en Nicomedes Pastor Díaz o en Monte das Moas.
En el otro extremo están esos bares que instalaron un par de mesas o barriles delante de sus fachadas, para ganarle la partida al fin de mes o simplemente con la intención de ampliar su cartera de clientes. El caso es que por una razón u otra, las terrazas suelen estar en boca de los coruñeses, sobre todo de aquellos que salen perjudicados por ciertas decisiones. El Tribunal Supremo falló en el 2019 en contra de las terrazas pegadas a las fachadas, concluyendo que limitaban el derecho a la movilidad de las personas invidentes.
En A Coruña abundan los ejemplos de bares y cafeterías que disponen de este tipo de terrazas, y los hosteleros consultados afirman que desconocían esta sentencia. «Los barrios son un poco ciudad sin ley y nadie nos ha dicho nada; la verdad es que lo que procuramos, al tener las mesas en una acera muy estrecha, es permitir el paso de los carritos de bebés, pero no habíamos caído en la cuenta de que se podía molestar a personas ciegas. De todos modos, bares pequeños como el nuestro viven mucho de las mesas que están fuera, que tienen mucha rotación y suelen estar ocupadas, no podríamos prescindir de ellas», comenta el trabajador de un local de la zona de Os Mallos que abrió el pasado año.
Laura Salvador es técnica de Rehabilitación Visual de la ONCE, e indica que esta problemática lleva siendo una queja recurrente por parte de las personas invidentes desde hace años, pero que ha ido subiendo el tono últimamente. «La zona de La Marina, por ejemplo, es imposible para un ciego si va solo. Piensa que con todas las mesas de los soportales no hay línea de fachada, tampoco señalización táctil, ni diferencias en el pavimento y además pasan vehículos».

A esta profesional se le viene a la cabeza La Marina como un enclave plagado de dificultades para las personas con visión reducida, pero explica que ahora casi toda la ciudad es una carrera de obstáculos para estas personas, precisamente, porque hay terrazas en prácticamente todas las aceras. «Una persona con discapacidad visual necesita una pared como referencia, por eso si no la hay se tiene que colocar una banda de señalización que les ayude para no desorientarse. Los elementos pegados a fachadas interrumpen su tránsito y tienen que bordearlos, y esto a veces es muy complicado». Continúa Salvador: «Si las fachadas tienen, al menos, una protección lateral, una mampara, ya sirve de ayuda para que identifiquen que eso es una terraza y no se tropiecen con sillas y mesas». Por otro lado, esta experta es consciente de que en Galicia muchas terrazas se encuentran pegadas a las fachadas porque el frecuente mal tiempo obliga a ubicarlas debajo de soportales o de toldos.
Así las cosas, la normativa municipal establece que la instalación de terrazas debe atender a «criterios de compatibilización del uso público con la utilización privada, debiendo prevalecer en los casos de conflicto el uso público de dicho espacio y el interés general (...) con especial atención al tránsito peatonal, debiendo garantizarse que las terrazas no mermen la accesibilidad de todos los ciudadanos a los espacios destinados al uso público».
Según datos de la ONCE, Galicia tiene unas 3.800 personas ciegas, de las que 400 están en A Coruña. Además, el Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia indica que el envejecimiento de la población, junto al aumento de la tasa de diabetes, lleva a una mayor prevalencia de ceguera.
