Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Miriam Pérez, galerista: «En el arte contemporáneo se educa el ojo mirando mucho»

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Miriam Pérez, directora de la galería de arte Vilaseco de A Coruña
Miriam Pérez, directora de la galería de arte Vilaseco de A Coruña ÁNGEL MANSO

La galería de arte Vilaseco, en Padre Feijoo, expone «A hierro», de Irene Grau

23 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La música es suave y la luz se desliza por las paredes blancas donde reposan las obras de Irene Grau. Así recibe la galería Vilaseco estos días a los visitantes. Al frente de este espacio de la calle Padre Feijoo está Miriam Pérez (A Coruña, 1979), que va explicando despacio la exposición, A hierro. Lo hace con cualquier visitante, «pero sin agobiar», dice, porque hay quien prefiere ir a su aire para acercarse a estas piezas sorprendentes, realizadas solo con óxido de hierro y agua de río, que la artista ha creado en espacios naturales, y la tierra y la hierba han dejado su huella en el cuadro. La tierra, de hecho, es un elemento fundamental para esta galerista.

—Siendo su madre, Ana Fernández, la creadora de la galería, ¿era inevitable que usted se dedicara al mundo del arte?

—Yo empecé con ella, haciendo labores de asistente, aprendiendo el oficio de cero. Es verdad que desde muy pequeñita tuve esta relación también de visitar estudios de artistas, de ir a alguna feria… era un poco nuestro día a día, tanto de arte contemporáneo como de artesanía, porque a ella le interesaba mucho, y el diseño. O sea, que me crie ahí. En el año 2011, cuando ella deja la galería, empiezo yo en la dirección. Es la etapa con Matthias Hauser, un galerista alemán, nos parecía interesante unir fuerzas e introducir artistas internacionales en el espacio. Fueron dos años. En el 2014 soy mamá por segunda vez. Cuando nació Lucas no cerré la galería, llevamos veinte años sin parar, pero fue un momento de pensar, en el sentido de hacia dónde quiero seguir con la galería. Empezamos entonces con un proyecto que se llama Doce Miradas, e introdujimos otras disciplinas. Entran arquitectos a impartir charlas, cineastas, diseñadores industriales, diseñadores gráficos, y eso es algo que hace que nos acerquemos muchísimo más al público joven.

—Alguien que viene habitualmente entenderá estas piezas, pero si es alguien nuevo, ¿dice que no sabe apreciarlo?

—Eso se dice muchísimo, o que esto lo puede hacer mi hijo de dos años. Nosotros intentamos hacer muchas visitas guiadas por los artistas. En la galería te puedes sentar, hay hoja de sala, damos la mayor información posible. Porque es verdad que en el arte contemporáneo falta un poco de información. Como en el día a día es más tranquilo, es importante que llegues, que te cuente la trayectoria del artista, la exposición... Este lugar es un poco casa, tiene además este aspecto y nos gusta muchísimo que sea así, que sea natural.

—De esta forma también se educa el ojo...

—Sí, en arte contemporáneo hay que ver, ver y ver, y cuanto más ves es cuando descubres artistas que a lo mejor al principio no te llamaban la atención. Se educa el ojo mirando mucho. También en el galerista. Mi mirada ahora no es la misma, pero a mí eso también me pasa cuando voy al Guggenheim y entro en la escultura de Richard Serra. Cómo transitas por las piezas también depende de tu momento vital. Es increíble. Es que el arte es muy potente.

—¿En A Coruña se conoce y se respeta el arte contemporáneo?

—Es verdad que ahora mismo está la Fundación María José Jove, el centro MOP con la fotografía, las salas municipales, la Fundación Luís Seoane. Estamos nosotros, además de Nordés y Moret, las tres de la Asociación de Galerías de Arte Contemporánea de Galicia. La ciudad tiene ese tejido. Sí noto que en los últimos años se abre un poco más el público, que por primera vez hay un circuito. Echo muchísimo de menos el MAC de Fenosa, por la labor que hacía, no solo con las exposiciones, para la ciudad fue una pérdida increíble.

Qué dice: «No me preocupa la inteligencia artificial en el arte. Al contrario, creo que cada vez necesitamos más lo presencial, la experiencia. Lo veo en el espacio de Chantada, cultivar es casi de lo más moderno que estamos haciendo, volver a trabajar con la tierra, utilizar esos materiales y pasarlos al arte contemporáneo».

«Nací en A Coruña, pero toda mi familia materna es de Chantada»

—Hace casi tres años crearon el Espacio Vilaseco en Chantada, ¿por qué da ese paso?

—Yo nací en A Coruña, pero toda mi familia es de Chantada. Mi abuelo [el empresario Faustino Fernández] se volvió de Cuba con siete añitos, y todo mi tiempo libre, nuestros veranos, ahora los de mis hijos, fueron allí. Me siento medio coruñesa, medio chantadina, con lo cual es algo muy natural. El espacio era una antigua granja que heredó mi tía Lola, y como llevábamos ya ocho años trabajando en el territorio de una manera un poco nómada, sentí que era el momento de tener ya un sitio físico.

—¿Cómo funciona?

—Está dentro de un proyecto que se llama Os Casares. No es un espacio de exposición, sino de producción. Hacemos residencias con artistas, y tenemos proyectos como el del cultivo de lino, en el que trabajamos con vecinas que cultivaban allí, porque en esa zona hubo muchísima producción. Y ahora también con una plantación de mimbre, con Idoia Cuesta [Premio Nacional de Artesanía], con un programa impulsado por Artesanía de Galicia. Al principio están con un ingeniero agrónomo, y después vienen artesanos profesionales, una artista plástica y un diseñador industrial. Intentamos unir artesanía, arte contemporáneo, diseño. Eso nos interesa muchísimo, tanto en Chantada como en la galería.

—Es que llama la atención que estamos en un entorno muy urbano, muy coruñés, pero también en la exposición actual, la relación con la tierra está muy presente.

—Yo creo que es un poco por esa dualidad que tengo. Me gusta mucho facilitar que pasen cosas en la ciudad, pero necesito complementarlo con esa parte más de tierra, de trabajo artesanal.