El largo proceso para abrir un negocio en un edificio protegido como Primor: «Tardé un año en abrir mi cafetería»
VIVIR A CORUÑA
El proyecto de Rubén Lage se alargó a pesar de que no iba a realizar cambios ni en la fachada ni en la distribución del bajo
03 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La tienda de Primor de A Coruña cerró el pasado miércoles, 15 días después de abrir, por no contar con los «preceptivos títulos habilitantes municipales para la ejecución de las obras y para el ejercicio de la actividad». El edificio del Cantón Pequeño donde se encuentra está protegido por el Plan Especial de Protección de Ciudad Vieja y Pescadería (Pepri), aprobado en el 2013. El inmueble donde se encuentra el Batanero (Montoto, 2) también está preservado por la misma norma. Rubén Lage, propietario, tuvo que esperar un año para subir la persiana.
Batanero es, hoy por hoy, la última terraza de la zona de la Marina de A Coruña. Rubén se hizo con la renta en diciembre del 2022, en plena crisis de la guerra de Ucrania y con el alza de precios de la energía y las materias primas: «Era un momento complicado, pero la posibilidad de abrir en la Marina era una oportunidad que no podía perder», contó a La Voz. Sin embargo, pronto se le olvidó la coyuntura económica porque la cafetería no la pudo abrir hasta diciembre del 2023.
«Al ser una zona protegida tiene que pasar por una comisión que se hace una vez al mes y ahí siempre tarda más, porque participan varias administraciones. Además, las elecciones municipales lo retrasaron todo», cuenta Rubén. Se trata de la comisión de seguimiento del Pepri, que es el órgano que asesora al Ayuntamiento en lo relativo a los aspectos artísticos, históricos y arquitectónicos en los expedientes de licencias o de aprobación de proyectos en el ámbito de Ciudad Vieja y Pescadería. Es un foro que está compuesto por un arquitecto, un arqueólogo y un jurídico municipales; dos técnicos designados por la Consellería de Cultura, así como un historiador, un arquitecto y un arqueólogo de reconocido prestigio en sus respectivos ámbitos.
La licencia de obra para la cafetería Batanero llegó a los seis meses. El dictamen de la comisión estableció que el proyecto era favorable: «A reforma que se proxecta resulta compatible coas determinacións do Pepri». Rubén cuenta que la propuesta que presentaron fue lo más sencilla posible para que respetase al máximo el edificio. «Lo que hicimos en el proyecto es hacer una obra sencilla, diáfana, sin cambios en la fachada, que no tocamos nada, ni siquiera pusimos nuestro nombre. Solo pusimos un toldo que es exactamente igual que el de Cambalache, que es el local de al lado y es el mismo edificio», asegura.
El hostelero tenía claro que su proyecto no iba a cambiar ni la distribución ni la fachada porque quería evitar más retrasos o un informe desfavorable. Durante casi todo el año que no pudo abrir tuvo que pagar los meses de alquiler tras una pequeña carencia que negoció con los propietarios. Pero con el local abierto, ya se plantea pedir nuevas licencias de obra para realizar alguna mejora que tiene pensada.
A pesar del largo camino, Lage está contento con el resultado. Solo lleva cuatro meses abierto, pero está muy satisfecho. Sabe que depende mucho de la meteorología —«La Semana Santa fue dura», dice— pero se remonta con los días buenos y con los cruceros: «Siempre cae algún cliente».