El Festival de Cannes arrancó su 64 edición con la comedia romántica de Woody Allen, en la que participa Carla Bruni, la gran ausente en el estreno.
11 may 2011 . Actualizado a las 19:15 h.¿Será que con los años se ha convertido en un romántico empedernido? ¿Será la inspiración de París? Woody Allen firma una declaración de amor a la arrebatadora capital francesa con Midnight in Paris, la comedia romántica que hoy inaugura la 64 edición del Festival de Cannes.
Owen Wilson, el mismo que estuvo a punto de suicidarse por amor, es el protagonista y el hilo conductor de esta comedia que se convierte en cuento, con moraleja incluida.
Wilson, que ejerce de alter ego del director (e incluso viste en la película los mismos pantalones de algodón color beige que siempre utiliza Allen), encarna a un escritor estadounidense que viaja a París con su futura esposa (Rachel McAdams), enamorado de la Edad de Oro de la ciudad. Pero embriagado por la belleza de la capital, por las noches se adentra como por arte de magia en ese París de los años 20, donde conocerá a toda la intelectualidad estadounidense y europea que por aquella época conviertieron en míticas las noches de la capital francesa.
«Vivir en otra época es seductor, pero no deja de ser una trampa», aseguró hoy el realizador estadounidense, quien hace desfilar por la gran pantalla a todos sus iconos de juventud, Scott y Zelda Fitzgerald, Ernest Hemingway, Gertrude Stein (Kathy Bates), Luis Buñuel o Salvador Dalí (Adrien Brody).
En sus noches por París, Wilson se enamora de la discípula de Coco Chanel, Adriana (Marion Cotillard), quien da vida a la amante de Picasso.
Cotillard, una de las actrices francesas más internacionales, finalmente no acudió al certamen por estar a punto de dar a luz. Los que sí comparecieron ante la prensa, además de Allen, fueron Wilson, Rachel McAdams, Léa Seydoux, Adrien Brody y Michael Sheen.
Y a pesar de tratarse estrellas de Hollywood, la expectación estaba centrada hoy en si finalmente aparecería en el último momento Carla Bruni, la cantante y esposa del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy.
Allen conoció a la ex modelo tras ser invitado a un brunch con el matrimonio Sarkozy. Como la encontró encantadora, le ofreció un pequeño papel en la película porque sabía que debido a su profesión y los compromisos de su marido no podría estar disponible varios meses.
Ella aceptó encantada para así poder decir a sus nietos -según palabras de Allen- que había actuado en una película.
En declaraciones a la prensa francesa Bruni ha negado que vaya a asistir al certamen francés, pero los fans que ya el martes, un día antes de que arranque oficialmente el certamen, estaban a la espera de las estrellas confían en que en el último minuto se pasee por la alfombra roja una de las embajadoras más distinguidas del país.
Allen tan sólo comentó sobre la primera dama francesa que ya ha visto la película y, al igual que los buenos actores, estaba contenta por cómo la cámara la fotografió.
Midnight in Paris es una divertida (y en ocasiones demasiado azucarada fábula) sobre esa nostalgia de que cualquier pasado fue mejor. Pero también es una carta de amor a París. Y Allen advierte que no es la ciudad real, sino la que él conoció de las películas. Yo veo la ciudad «desde la emoción», aseguró el director.
Y precisamente eso le criticaba hoy el director francés Robert Guédiguien, cuya carta de presentación es el cine social. En un pequeño aporte al diario Libération, Guédiguien, que presenta en la sección Un Certain Regard Les Nieges du Kilimandjaro, se pregunta qué piensa Allen de Francia y los franceses.
Argumenta que se ha limitado a hacer una postal turística de la ciudad, que no están los desempleados y ni los inmigrantes que son expulsados a pesar de que cotizan y que Allen no pensó en ello cuando estrechó la mano del presidente francés.
En la primera función para la prensa se escucharon aplausos y momentos de carcajadas, pero Midnight in París no tiene la fuerza de trabajos anteriores del realizador neoyorquino. «Uno le tiene tolerancia por los años», comentó el crítico mexicano Leonardo García Tsao.
Los que sí estarán encantados con la película son los promotores de turismo en la capital gala, pues las maravillas de la ciudad harán soñar a espectadores de todo el mundo.
Y si ahora la afortunada es de nuevo París y antes lo fueron Londres y Barcelona, la varita mágica de Allen, esa que convierte ciudades de asfalto en hormigón en lugares mágicos, tocará la capital italiana, Roma, donde en unas semanas arrancará el rodaje de The Wrong Picture, con Penélope Cruz, Alec Baldwin y Roberto Benigni como estrella local.