La joven gallega, que triunfa con la obra «Wish List», estrenará dos proyectos en Escocia este mes
17 ene 2017 . Actualizado a las 11:35 h.El espectador llega a una de las salas del Royal Court Theatre para ver la obra Wish List. Allí se encuentra con Joseph Quinn poniéndose gomina frente al espejo. Trata de lidiar con un trastorno obsesivo-compulsivo. Al rato su hermana entra en escena. Detrás de toda esa escenografía está la mano de la gallega Ana Inés Jabares-Pita (A Coruña, 1987). Ganadora del premio Linbury de escenografía en el 2013 ha logrado hacerse un nombre en el mundo del teatro de la capital británica. La nueva obra en la que trabaja, al más puro estilo de Yo, Daniel Blake de Kean Loach, es una crítica a los problemas que sufren los pacientes británicos diagnosticados con enfermedades de salud mental y a los cambios en las prestaciones sociales que ofrece el sistema. Además, resulta la primera obra escrita por Katherine Soper, que después de debutar el año pasado en Manchester, fue galardonada con el premio Bruntwood 2015, el concurso de dramaturgia más grande de Reino Unido.
-¿Cómo preparó el escenario para esta obra?
-Todo empezó con una conversación con el director. Me contó de qué iba y cómo está muy centrada en el trastorno obsesivo-compulsivo de dos hermanos, un chico y una chica, que han perdido a sus padres. La protagonista trabaja empaquetando cosas.
-¿Qué la inspiró?
-Vimos muchos documentales sobre el trabajo en empresas como Amazon. Es muy interesante, pero muy duro ver los testimonios de los trabajadores. Por ejemplo, el de un chico que hace muchos kilómetros al día para llegar y que acaba con ampollas en los pies. Después no tiene tiempo suficiente para ir a comer.
-¿Cómo ha trasladado todo eso al escenario?
-El tema que me vino a la cabeza como esencial eran las cajas. Aunque los temas sean muy complicados, me gusta que tengan un punto divertido para dar contraste y que la obra funcione. Por eso, hay un tobogán en el escenario desde el que caen los paquetes. La casa es muy importante, porque es donde se cuenta toda la historia. Creamos un espacio en el baño, donde el personaje da la sensación de estar encerrado, pero al mismo tiempo debe estar a la vista del público.
-¿Y como ha variado la adaptación del teatro de Manchester a este en Londres?
-Ha cambiado bastante. De hecho, creo que me gusta más aquí porque tiene más amplitud y se puede ver mucho más cada pieza. En el de Manchester estaba un poquito más enclaustrado.
-¿Y que le parecería llevarla a Galicia?
-Hombre, estaría muy bien. Habría que traducirla primero. Lo que pasa es que sería difícil hacerla entendible al público gallego porque la política de ayudas es bastante diferente a la de aquí, igual que trasladar qué son los llamados contratos de cero horas (los que son totalmente adaptados a lo que quiere en cada momento cada empleador). Habría que contextualizarla un poco. De hecho, la gente salió muy impactada después de verla aquí porque había quien había pasado por circunstancias muy similares.
-¿En qué más proyectos está trabajando?
-Ahora estoy con otras obras que se estrenan a finales de mes en Escocia. Por un lado, The End of Things, con la compañía Company of Wolves, que a su vez trabaja con otra polaca creando la obra desde cero, y también con Fisk with Tortoise, una coproducción que se representará en el teatro Katapult, dentro del Festival de Animación de Marionetas de Escocia.
-Una agenda de no parar tras ganar el premio Linbury de diseño teatral.
-Bueno, ha sido el premio y también mucho trabajo. En diciembre del 2015, cuando fui a casa por Navidad, era la primera vez que no tenía proyectos en agenda. Lo vi como las primeras vacaciones desde que empecé el máster hace tres años. Cuando regresé en enero, me propuse un juego a mi misma. Cada día, durante diez días, quedaba con personas que había conocido en concursos, en talleres o en otros actos para tomar un café. De esas citas me salieron cuatro trabajos. Siempre que tengo un poquito de tiempo, intento quedar con todos esos amigos o gente que hace mucho que no veo. Lo de moverse tiene su fruto, igual hay que tener mucha paciencia, porque es esfuerzo y trabajo, pero también es estadística.