Con la noticia de los dos niños hermanos muertos en Godella aún muy reciente -incluso con el caso Bretón en la memoria-, cobra especial impacto la lectura de La casa de los lamentos, el libro en que la escritora australiana Helen Garner (Geelong, 1942) realiza una soberbia crónica del juicio por asesinato contra Robert Farquharson, que, el 4 de septiembre del 2005, salvó la vida tras precipitarse con su coche a una balsa -sus hijos Jai, Tyler y Bailey no tuvieron tanta suerte, perecieron ahogados-. Robbie estaba separado de Cindy, la madre de los críos, y alegó confusamente que había sido un accidente, que todo había ocurrido durante un ataque de tos cuando iba al volante de su viejo Holden Commodore, de camino a la casa de su ex para devolverle a los chicos tras una excursión para celebrar el día del padre. El pulso periodístico de Garner está en deuda con el Truman Capote de A sangre fría, pero es la sensibilidad, la intuición, la empatía, la tozudez por saber -sus entrevistas fueron claves en la indagación que construye este relato- y la capacidad de observación de la escritora lo que hace tan vibrante y definitiva la narración.
A la par que Libros del K.O. publicaba este texto hace unos meses, Libros del Asteroide editaba Historias reales, una reunión de reportajes, artículos y observaciones cuya lúcida mirada se dirige a asuntos más cotidianos.