Galicia desembarca en la Berlinale con «Matria», de Álvaro Gago, y «Sica», de Carla Subirana
CULTURA
Dos óperas primas, ambientadas en la costa de Galicia, contestarán el mito del matriarcado gallego desde la sección Panorama y Generation del Festival de Cine de Berlín, uno de los más prestigiosos del mundo
18 ene 2023 . Actualizado a las 22:32 h.Galicia se perfila, agreste y marinera, en el foco de la Berlinale, que este año acogerá el estreno de dos grandes historias, relatos universales, que laten en los lugares más pequeños, en las personas anónimas. En el espacio reducido de una conservera, de la casa en la que una persona mayor necesita cuidados, y en la perturbadora inmensidad de un mar bravo, cruel, y a la vez, sustento y creador de vida. En la vida de Ramona y también en Carmen. En las que están y en los que faltan. En lo más profundo de la última frontera de Europa, la que Galicia dibuja escarpada a orillas del Atlántico.
Matria, la ópera prima de Álvaro Gago producida por Matriuska Producciones, Avalon P.C, Elastica Films y Ringo Media, se estrenará en la sección Panorama del Festival de Cine de Berlín, uno de los más prestigiosos del mundo. Allí se proyectará la historia de Francisca Iglesias, la mujer que cuidó a su abuelo y cuya historia trasciende lo geográfico, las Rías Baixas, para instalarse en la universalidad y desafía la individualidad para abrir una singladura colectiva, una contestación al relato asentado e irreal de un supuesto matriarcado gallego.
Mujeres solas, que pueden con todo, que sostienen la casa. Que tiran del carro. Mujeres «que asociamos a la imagen de poderosas, cuando en realidad no lo son, sino que son sufridoras». Álvaro Gago sintetiza un mito en una sola palabra. pronunciada espontáneamente al inicio de una conversación matutina: supervivientes.
Ramona, el personaje basado en la Francisca Iglesias y que interpreta María Vázquez, sobrevive. Se había quedado todavía girando en su rutina, al pie de las escaleras del pabellón en el final de un cortometraje (premiado en Sundance y nominado al Goya) con el que el cineasta vigués empezó a explorar la historia de una mujeres que son tantas a la vez.
El largo que ahora se verá en la Berlinale (y cuyo estreno en salas será el 24 de marzo) cartografía un viaje interior que le permite a Ramona «replantearse su realidad más inmediata, cuestionarla y tomar cartas en el asunto de manera activa». Vivir.
Quizá sea casualidad, o quizá no tanto, que otra película esta vez desde la sección Generation de la Berlinale, navegue por los mismos mares que Matria y apele también al mito del matriarcado. Carmen, madre de una adolescente de 14 años que idealiza a un padre que le ha arrebatado el mar, sobrevive. Pese a todo, está. Sica es otra ópera prima, la de Carla Subirana, que explora el papel de las mujeres en una sociedad marcada por la ausencia y por los compases de un océano inundado al mismo tiempo de vida y de muerte. El mar te lo quita, pero también te lo da.
«Son profesiones que que crean estructuras familiares donde donde el padre está ausente gran parte del tiempo». La naturaleza, salvaje y turbadora, ha moldeado la vida en la Costa da Morte, y es un personaje más de un largometraje que tiene mucho de viaje antropológico y se nutre de la experiencia de Subirana en el documental.
Nadar y Volar, sus dos largos anteriores, están cercanos «a la realidad, pero siempre trabajando con estructuras de ficción». Sica ha sido un viaje invertido, un desembarco en la ficción desde el trabajo previo del documental. De regresar una y otra vez, durante años, a una costa inclemente, de conocer sus recovecos y las vivencias de quienes los tienen que habitar.
«Mi trabajo como documentalista está siempre presente», dice Subirana, que se encargó de buena parte de las localizaciones, decidir en qué lugares ocurrían diferentes escenas e «intentar que la naturaleza fuese un personaje más».
Surge de las profundidades Urbano Lugrís para recordar que el mar, en la Costa da Morte, es una entidad dual, como lo es la gran tormenta, Ofelia, a la que aguarda Suso, un profeta de la crisis climática en la que ya está inmersa el planeta: detrás de la madre de todas las tormentas, llegarán muchas más.
La película tiene la estructura típica de viaje de descubrimiento de un adolescencia, de crecer, madurar. Ese proceso conlleva una serie de desengaños y en ese viaje de descubrimiento «finalmente quien retorna el equilibrio y la armonía a Sica es la propia naturaleza», un océano bravo, y de cuyas decisiones depende el devenir de la vida de una sociedad.
A veces, la pregunta es cuánto de lo personal se derrama en lo cinematográfico. Si es posible no hablar desde la propia experiencia. «Parto de experiencias muy personales y ruedo en lugares que tienen una esencia muy específica, pero pero con vistas a que después el lenguaje cinematográfico lo universalice», explica Álvaro Gago. Temáticas presentes y que atraviesan sociedades, y otras quizá más próximas a un fondo marino. Un pecio de que, a través de las conversaciones, poder ir rescatando tesoros. Cada vez que una película se proyecta, cambia.
La que todavía está pendiente es la charla con Francisca Iglesias sobre cómo impacta verse a sí misma en la pantalla. Por partida doble, porque ella misma vuelve a participar en el largometraje, igual que hizo con el corto.
«Es un viaje conjunto, para mí era la primera ficción y para ella también su primera experiencia delante de una cámara». Carla Subirana también ha recurrido a no actores para Sica ( producida por Alba Sotorra, Miramemira, Zuzú Cinema, Amorambre Films). Thais García ni siquiera había hecho teatro antes de ponerse delante de la cámara para contar el viaje desde la infancia hacia la adolescencia.
«Antes me preguntabas si una no puede escapar de sí misma cuando tratas los temas». Ya en Nadar, Carla Subirana utilizaba la figura masculina ausente, que funciona como excusa narrativa para hablar de personajes femeninos. En Sica, la de su madre. «Yo he vivido eso», reconoce la directora de un filme que además, viene a mostrar cómo las figuras femeninas, siempre están presentes. Aun desgastadas por el viento. Aun desgastadas por el tiempo. Sobreviviendo.