Mijaíl Shishkin, contra el «silencio ensordecedor» de Rusia

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El escritor ruso exiliado en Suiza Mijaíl Shishkin (Moscú, 1961).
El escritor ruso exiliado en Suiza Mijaíl Shishkin (Moscú, 1961). Impedimenta

Ya está en las librerías «Mi Rusia. La guerra o la paz» (2022), un ensayo personalísimo que trata de indagar el verdadero espíritu de su país para entender el presente, cimentando su relato desde el pasado

04 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Mijaíl Shishkin (Moscú, 1961) ya dejó claro hace unos meses que no es alguien proclive a callarse ante las amenazas —y eso que desde 1995 vive en Zúrich—. Cuando publicó en castellano su libro Sasha y Volodia (Armaenia Editorial, 2023), denunció el régimen totalitario de Putin y sus ansias corruptas de poder, y lamentó la impotencia de los libros para mudar la realidad y luchar contra las injusticias. Está sucediendo en su país, advirtió, lo mismo que en los años de entreguerras ocurría en Alemania, cuando los escritores germanos debieron sentir una gran impotencia, hacia finales de la década de 1930, porque de nada servía su trabajo ante el ascenso de Hitler.

Aquella historia de amor epistolar de Sasha y Volodia había sido escrita en el 2010. Y, ahora, el sello Impedimenta trae al castellano Mi Rusia. La guerra o la paz (2022), un ensayo personalísimo que trata de indagar el verdadero espíritu de su país para entender el presente, cimentando su relato desde el pasado. Un país, dice, anegado en silencio, sepultado por una «avalancha de silencio», lo que define como la gran estrategia de supervivencia de generaciones de compatriotas, o, lo que es lo mismo, miedo. Desde el bombardeo de las ciudades ucranianas el 24 de febrero del 2022, «ese silencio se volvió ensordecedor», y comenzó su progresión apenas se disolvieron las protestas contra la guerra mediante el encarcelamiento y el exilio. En Rusia se habla de todo lo que uno quiera, incide, salvo de lo que de verdad importa, que es la guerra de Ucrania. A ese silencio, añade, le siguió algo peor, la exaltación del sentimiento tribal entre el pueblo ruso, que acudió dócil a la llamada, al grito fariseo de «autocracia, ortodoxia y nación» y «¡Gloria al PCUS!». Shishkin cree que la sociedad contemporánea debe basarse en la conciencia de individuo. Y proclama: «Existe el bien y existe el mal. Y, si mi país, mi pueblo, hace el mal, entonces iré contra mi país y contra mi pueblo». El autor viaja en su libro a las raíces de esa patria que hostiga y ama a la vez, para reflexionar sobre sus orígenes entre la espiral de autodestrucción, sumisión y violencia.