La ética de Ángel María

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

DEPORTES

14 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Quienes conocen a Villar aseguran que no ha robado, que nunca metió la mano en la caja. Y nadie ha probado tal cosa. Ni siquiera se le ha acusado. Pero si tener los dedos largos o no es el baremo al que hay que someterse para juzgar la gestión de un dirigente podemos estar equivocando el tiro.

El principal problema de Villar es lo legitimado que se siente para gobernar el fútbol español sin dar explicaciones de nada y con derecho a tomar cualquier decisión que él entienda que se atiene a sus propios códigos. Villar ejerce como un señor feudal al que todos deben pleitesía, más que como alguien que se debe a aquellos para los que gobierna.

Dice Tebas que el presidente de la federación se ha quedado fuera de la era de los smartphones. No ha hecho esfuerzo alguno para adaptarse a los tiempos que corren. Su déficit democrático le convierte no solo en nocivo para con el fútbol, sino para la propia sociedad, que tiene en este deporte un referente.

La sanción que ayer comunicó el Comité de Ética de la FIFA decepcionó a algunos, que esperaban la inhabilitación. Y satisfizo a otros, -dicen que al propio Villar-, porque le permite seguir en su puesto. En el fondo, lo que le pasó a Villar es como si un jefe de la Guardia Civil se negara a pasar en primera instancia un control de alcoholemia; o el ministro de Hacienda una inspección. Alguien que no cree que debe ser fiscalizado por los mecanismos de control pertinentes no puede ejercer ni un minuto más la gestión de algo que afecta a un colectivo tan relevante y de tanto peso como es el del fútbol. Y esa es la lectura de una sanción que dice mucho más que el castigo impuesto.