Javier Gómez Noya cierra un año inolvidable, y se sumerge en un reto que lo cambia todo, el ironman de Hawái
28 dic 2017 . Actualizado a las 10:33 h.De los 12 meses anteriores, en la retina de Javier Gómez Noya (Basilea, 1983), el mejor deportista del 2017 para La Voz, perdura la amarga «retirada de un mito como Usain Bolt», pero también el éxito de Mo Farah en el Mundial de Londres, el Europeo de piscina corta, la temporada ciclista... «Al final los tres deportes del triatlón me encantan. El tenis también, con el regreso de Nadal y Federer a lo más alto», explica un rato después de grabar un vídeo para la Cocina Económica de Ferrol. En su palmarés añadió este curso el título del Mundial de medio ironman 70.3, la plata en el Mundial de distancia olímpica (con victorias en Abu Dabi y Montreal), y otros oros en media distancia en Dubái, Des Moines (Iowa) y Rotorua (Nueva Zelanda).
-Como Nadal y Federer, usted aguanta como viejo rockero otro año en la cumbre.
-Le tenía muchas ganas a este año después de perderme los Juegos de Río por una lesión complicada en el codo. Los resultados fueron muy buenos en distancia olímpica y media distancia y ahora decido centrarme en la larga. Aunque habitualmente no es fácil volver a la olímpica por el tipo de entrenamiento que haces, tampoco lo descarto.
-¿Qué imagen rescata del 2017?
-Los últimos 500 metros del Mundial de Chattanooga... Bajar la última cuesta, saber que ya ganaba... Cumplía mi gran objetivo. Y me quedo con el estreno del Mundial de distancia olímpica en Abu Dabi porque era complicado regresar ganando. Me dejó más tranquilo para el resto del año.
-Como suele encadenar medalla tras medalla, no sé si en algún momento ha tenido que explicarse, como si el gran público no percibiese su gran campaña.
-Como hubo algún altibajo alguna gente te pregunta si este año no ha ido tan bien, «al final te ha ganado Mario Mola». Pero ahí fui subcampeón del mundo y eso no es malo ni mucho menos, aunque me centré en media distancia, y gané ese Mundial. Alguna gente todavía me pregunta si me he recuperado bien de la lesión (ríe). Es normal que unos sigan más que otros tu deporte.
-A David Cal en algunos mensajes le «consolaban» por sus dos platas en Pekín.
-Sí, casi te dan el pésame por una plata olímpica.
-De cara al ironman, ¿saca enseñanzas de sus pruebas de media distancia?
-Es muy diferente. En el ironman la nutrición y la hidratación en carrera en un clima extremo como el de Hawái será clave para, al margen de los ritmos, los vatios de bici... Me veo capacitado para afrontar eso, entrenar y hacerlo bien, pero la alimentación en carrera es algo más nuevo para mí. Y va a ser clave.
-Ve la media distancia más parecida a la olímpica que al ironman.
-Gané mi primer mundial de medio ironman tomando solo dos geles en toda la carrera. Llegué justo, pero son carreras de tres horas y 40, más asumibles, y por los ritmos se va rápido. Si te vas a ocho horas, no es que sea el doble de distancia, parece aún mucho más.
-Por primera vez se enfrenta a algo radicalmente diferente.
-Es emocionante afrontar un reto diferente, un tipo de carrera en el que no sé si lo voy a hacer bien. Lo cómodo y conservador habría sido seguir igual, pero no quiero quedarme con la duda de lo que habría hecho en larga distancia.
-De los tres sectores, por tiempo y distancia, la bicicleta es el principal desafío.
-Sí, es donde más tengo que mejorar, en la forma de entrenar, en muchas cosas. Veremos hasta dónde llego. Pero si quiero ganar un ironman de nivel, lo tengo que ganar en el maratón. Otros grandes lo ganarían en la bici, pero yo tengo que hacerlo corriendo, ser lo suficientemente bueno en bici y a nado, para llegar a pie con opciones. Ese es el tipo de carrera para el que voy a entrenar.
-Apenas nombra la natación, su ADN desde niño.
-Es más anecdótica y en mi caso creo que podré suprimir algún entrenamiento a la semana para pasarlo a la bici y la carrera. La forma de entrenar será muy diferente. En un ironman se corre despacio. Con ritmos de 3.40 vas a hacer el mejor tiempo en la maratón, pero se trata de hacerlo tras cinco horas de esfuerzo, alimentándote mientras compites. Ahí debo que intentar mejorar, trabajar sesiones largas a menos ritmo que ahora.
-El ironman requiere adaptación. Pero sabe que la exigencia será alta desde el primer día.
-No tengo dudas de que la gente me exigirá ganar Hawái a la primera, pero es algo que nadie ha hecho (ríe). Todos los ganadores de Hawái antes de ganar esa carrera tienen un bagaje. con victorias y podios importantes, y yo en le mejor caso voy a llegar con un ironman a mis espaldas. El reto es más complicado de lo que mucha gente se piensa. El ironman es muy desconocido, pero eso me genera un aliciente extra.
-El vértigo está ahí.
-Sí. Una sensación de inquietud por no saber a lo que te enfrentas ni cómo vas a responder. Estaré contento de hacerlo independientemente del resultado. Si me sale mal, pues sabré que la distancia no es para mí, y si me sale bien ampliaré mi rango de capacidad a distancias más largas.
«Lo ideal sería debutar entre junio y julio»
Casi tan importante como el ironman de Kona, el 13 de octubre, será su prueba clasificatoria: «Lo ideal sería entre junio e inicios de julio. Están Niza y Fráncfort, está Cairns (Australia), que por clima podría ser interesante para Hawái...».
-En el 2016 compitió casi durante 11 meses. Se le hará raro correr menos, salvo pruebas de rodaje.
-Me moveré menos para entrenar en un sitio, pero no voy a tener una temporada tranquila hasta Hawái. Haré varios 70.3 como preparación, incluido ese mundial, y muchas pruebas como entrenamiento, quizá alguna de distancia olímpica.
-Mantiene su equipo habitual, con Carlos David Prieto como entrenador.
-Seguirá Carlos. Y va a estar conmigo el triatleta Óscar Vicente, que es fisioterapeuta y me ayudará en recuperación, fortalecimiento y entrenamientos.
-Hace ya año y medio de su fractura en el codo.
- Luisa [Ibáñez, la traumatóloga,] me operó, hizo un gran trabajo y me lo dejó claro, pero fue un proceso complicado. En tres o cuatro semanas el codo lo tienes más o menos bien, pero para hacer vida normal o trabajar en una oficina. Si le exiges al codo cada día en la bici, en agua e incluso corriendo... tarda más y hay que hacer una rehabilitación muy buena para ganar toda la movilidad y fuerza. Tuve molestias bastante tiempo.
-Al margen de victorias, ¿cuál fue el momento emotivo del 2017?
-(piensa) Fue cuando, pasada la operación, empecé a nadar a los ritmos de antes. A nado el brazo izquierdo siempre había sido el dominante, y me notaba sin tanta fuerza, me costaba estirarlo y agarrar el agua como hacía. Y tardé tiempo en encontrar las buenas sensaciones. Luego, cuando hice los tiempos de antes de la operación, eso me dio tranquilidad. Y ganar en enero el 70.3 de Dubái en un circuito poco favorable para mí, casi el más difícil, fue un momento muy bonito.