El gallego, que acaba de colgar las botas tras 18 temporadas en la élite, destacó allí por donde pasó por su carácter público y personalidad
28 may 2019 . Actualizado a las 11:46 h.A Borja Fernández el rol de exfutbolista de élite le queda pequeño. Retirado hace solo unos días a los 38 años, figuraba entre los más veteranos de Primera, después de jugar en 18 en clubes de Primera y Segunda División, entre ellos una temporada en el Deportivo. Pero su condición y personalidad siempre se amoldó más a la de deportista público, casi un pionero entre los que no se limitan a darle patadas al balón. Borja participaba en la vida pública de los lugares por los que pasaba (en su caso, especialmente Valladolid) y no por quedar bien, sino como parte inequívoca de su forma de ser y pensar. Por supuesto que amaba sobre todas las cosas la pelota, a la que le lleva pegando patadas desde que era solo un niño en su Ourense natal, pasando por el salto con solo 15 años a la cantera del Madrid y su estreno en el club blanco durante aquella época de los Zidanes y los Pavones, aunque nunca cumplió el arquetipo del gallego que no se sabe si sube o baja la escalera. Acostumbrado a tomar sus propias decisiones desde pequeño, cuando decidió colgar las botas lo hizo acompañado no solo de su familia, sino también de una buena representación de otros deportistas de Valladolid dedicados al baloncesto, el balonmano o el rugbi. Todo un ejemplo de su condición de deportista total y personalidad abierta.
Quizá por este motivo, su carrera también se forjó lejos de su tierra. Apenas sus inicios en el Pabellón ourensano y un breve de paso de apenas una temporada para devolver al Deportivo a Primera en el 2012, con José Luis Oltra en el banquillo. De aquella etapa se recuerda especialmente el gol del triunfo sobre el Celta en el triunfo coruñés en Balaídos (2-3). Posteriormente, militó en la Superliga india con el Atlético Kolkata y cuando todos daban por zanjada su carrera, aún le quedaron redaños para no solo devolver al Valladolid a Primera, sino hasta mantenerlo contra todo pronóstico. Ahora, el exfutbolista deshojaba la margarita de su próxima misión en el Valladolid de su excompañero Ronaldo Nazario, mientras otras de sus aficiones, como la música o los vinos también le llamaban en la apertura de una nueva etapa.