Desde que Lopetegui fue destituido antes del Mundial, la selección va de lío en lío
09 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Terremoto en el fútbol español. A solo dos días del debut de España en el Mundial de Rusia ante la Portugal de Cristiano Ronaldo, la Federación Española de Fútbol (FEF) comunicó la destitución de Julen Lopetegui como seleccionador nacional un día después de anunciarse su fichaje por el Real Madrid por tres temporadas, que luego no llegaron ni a cinco meses por culpa de los malos resultados y la impaciencia de Florentino Pérez.
Fernando Hierro, en ese momento director deportivo de la Federación, tuvo que asumir el mando de forma interina y sentarse en el banquillo.
Más que el fondo, a Luis Rubiales, a la sazón presidente de la FEF, le molestaron la forma, el cómo y el cuándo. Comprendía el flechazo entre Lopetegui y Florentino, de pronto sin entrenador tras la primera huida de Zinedine Zidane, pero no que iniciaran la relación a su espalda. Y menos aún que la hicieran pública justo antes de comenzar la fase final de un Mundial. Para el mandamás federativo fue una deslealtad. Cortó por lo sano y prescindió del técnico que tres semanas antes, en la primera gran decisión de Rubiales desde su aterrizaje en Las Rozas, había sido renovado dos años más, hasta cerrar el ciclo con la Eurocopa 2020.
Desde que trascendió que el Real Madrid pagaba la cláusula de 2 millones de euros para liberar a Lopetegui, la tensión creció en la concentración de la selección española en Krasnodar y los acontecimientos se precipitaron.
El fracaso final en Rusia, donde España cayó en octavos, por penaltis, ante los anfitriones, evidenció que el remedio de Rubiales -echar a Lopetegui- fue peor que la enfermedad. Los internacionales acusaron el adiós al técnico que había sustituido a Vicente del Bosque tras la Eurocopa del 2016 y tenía que marcharse sin ni siquiera haber disfrutado o penado en un gran torneo. Había sido nombrado por Villar, pero su sobresaliente registro de 14 victorias en 20 partidos y 61 goles a favor avalaban a Julen.
Apenas cumplía su primer mes al frente de la FEF y Rubiales ya sufría su primera gran crisis. Vinieron más por las circunstancias de la vida, y por una gestión interna marcada por la guerra con Javier Tebas y la utilización de todos sus resortes para bloquear la celebración de un partido de Liga en Miami, o vender los derechos de la Supercopa de España a la oscura Arabia Saudí. El regreso de Luis Enrique a su trabajo de seleccionador, tras haber sido golpeado de la forma más cruel por la vida, enterrando a una hija de apenas 9 años, era una noticia feliz.
Pero lo que pudo haber sido un relevo armónico fue el detonante de otro incendio.
Despecho y traición
De forma pública, Robert Moreno siempre mostró gratitud a Luis Enrique. Le dedicó la clasificación para la Eurocopa en Noruega y dijo por activa y por pasiva que se echaría a un lado, si su antiguo jefe en el Celta y el Roma se veía con fuerzas para recuperar el mando. El sustituto había cumplido su papel con profesionalidad y gestos de complicidad, y no se merecía el calvario final. Primero, tuvo que escuchar cómo Rubiales dejaba en el aire su continuidad y ponía la decisión en manos en José Francisco Molina, su director deportivo. Después, Moreno protagonizó un papelón en la rueda de prensa previa al que iba a ser su último partido, al reivindicarse como legítimo seleccionador de cara a la Eurocopa. Y al día siguiente, le comunicaron su destitución en el vestuario, mientras los futbolistas se duchaban reconfortados por otra goleada (5-0 a Rumanía en el Metropolitano tras un 7-0 a Malta). Robert lloró de rabia e impotencia, y se canceló la rueda de prensa que debía cerrar un ciclo corto pero impecable al frente de la selección.
La crisis del coronavirus provocó más problemas externos e internos.
Tras aplazarse la Eurocopa por la pandemia y liberarse sus fechas para completar las competiciones nacionales, Rubiales y Tebas tuvieron a bien aparcar sus enormes diferencias, sentarse con Irene Lozano, entonces secretaria de Estado para el Deporte, y dar luz verde a los Pactos de Viana para el regreso del fútbol. Pasaron los meses y la UEFA se mantenía en sus trece de seguir con las doce sedes para el gran torneo continental. Pero empezó a rumorearse que Bilbao podría caerse por no poder cumplir los requisitos sanitarios para la vuelta del público a San Mamés.
Antes de confirmarse que la capital vizcaína era apartada de la carrera, Rubiales ya había movido sus hilos para auspiciar la alternativa de Sevilla.
Las instituciones vascas acusaron a la FEF de actuar de espaldas a Bilbao, quizá con motivaciones políticas. España celebró mantener una sede, La Cartuja, lugar elegido para las últimas finales de la Copa del Rey y escenario preferido en los últimos tiempos de la selección. Dos años después de protagonizar el esperpento ruso, Rubiales afronta con optimismo el sueño andaluz.
El estreno de los sub-21, un gasto extra para los clubes
La convocatoria de los integrantes de la selección sub-21 para disputar el encuentro de la absoluta contra Lituania ha descolocado a los clubes propietarios de sus derechos.
Aunque fueron los pupilos de Luis de la Fuente los encargados de medirse al cuadro báltico en el feudo del Leganés, el duelo cuenta a todos los efectos como si fuese de la máxima categoría, según estableció la FIFA previa consulta de la Federación Española de Fútbol, por lo que sumaron su primera internacionalidad.
Un dato que ha generado malestar en los clubes por sus repercusiones económicas.
No en vano, muchos de los 20 futbolistas citados por Luis de la Fuente tienen una cláusula en sus contratos que estipula el pago de una prima en caso de tomar la alternativa con la selección que tendrán que abonar a raíz de su presencia en el amistoso contra Lituania. Un premio que se incluye como incentivo a la vez que como reconocimiento por lo que en circunstancias normales es una recompensa al trabajo bien realizado que motiva la llamada del seleccionador de turno pero que, en este caso, es el resultado de una carambola imposible de prever.